Aunque sus inicios como escultor se remontan al Buenos Aires de 1985, hoy Rodolfo González Solar se ha convertido en un vecino de las Sierras Chicas con todas las letras y el entorno natural de la serranía se refleja en la forma, el espíritu y el singular movimiento de sus obras. Para él, el arte es la única forma de transmitir un sentimiento. En esta nota, el artista habla sobre sus inicios y su particular visión del trabajo artístico.

Por Lucía Argüello | luciaarguello@elmilenio.info
Colaboración: Federico Oberto, Franco Dolce, Iván Parmigiani (4° IMVA)
Rodolfo González del Solar nació hace 46 años en Buenos Aires pero las vueltas de la vida lo trajeron a Villa Allende en el 2008. Dio sus primeros pasos en las artes plásticas en 1985 de la mano de maestros como Ennio Iommi, José María Suhurt, Marcela Aphalo y Antonio Pujia, para finalmente decantar hacia la escultura, participando en numerosas muestras, individuales y colectivas (la más reciente realizada en el Museo Lino Spilimbergo de Unquillo).
Sus obras, la mayoría producidas en metal o en resina de poliéster, recuerdan a formas sacadas de la naturaleza y del cuerpo humano que parecen flotar con gravedad propia, en un movimiento a la vez inquietante y misterioso. En entrevista con El Milenio, González del Solar repasó su trayectoria y sus motivaciones como artista.
El Milenio: ¿Cómo entraste al mundo del arte?
Rodolfo González del Solar: No sabría decir cuándo o cómo empecé. De repente un día te das cuenta de lo que estás haciendo y no sabes muy bien cómo llegaste ahí. Comencé yendo a talleres porque me interesaba tal o cual artista, y como en esa época vivía en Buenos Aires, los tenía a todos a mano. Nunca dije “voy a ser escultor” y me puse en esa carrera. Se fue dando y fui estudiando lo que necesitaba, las técnicas, artistas y movimientos que me interesaban más.
EM: ¿Con qué período de la historia del arte te quedarías o sentís que te conectás más?
RGS: El Renacimiento, lejos. Es el que más se destaca para mí. Reúne lo mejor de los sentimientos, la parte de la razón por la cual vos hacés la obra, con lo mejor de la técnica. Más adelante se empieza a priorizar una cosa sobre la otra y se va degradando.
EM: En este sentido, ¿cómo definirías el concepto de arte?
RGS: Para mí el arte es la única forma de transmitir un sentimiento. Yo te puedo contar qué es cualquier cosa: el dolor, el amor, lo que vos quieras; pero vos lo que vas a hacer es compararlo con algo que te pasó a vos. Por eso el problema más grande de cualquier otro es igual al problema más grande de cada uno. Para mí la única forma de que yo te transmita realmente lo que siento, es a través del arte. Vos te podés parar adelante del Guernica y llorar como un chancho sin tener idea de lo que pasó, porque te lo transmite directamente la obra, porque el artista lo puso ahí.
Eso es arte. Lo demás no es menor, pero no es arte, es otra cosa, esté bien o mal hecho. El arte es eso que se produce cuando vos te parás frente a una obra y te llega lo que el tipo puso ahí. Si tiene que venir alguien y explicártelo no sirve, como los chistes. Por eso cuando entro a una muestra y hay una pared entera que explica lo que el tipo quiso decir sobre la obra que vas a ver a continuación, yo pego la vuelta y me voy. Para eso que escriba un libro así lo leo en vez de perder tiempo mirando los cuadros.
EM: ¿Te sentís identificado o inspirado por algún escultor?
RGS: Uno va trayendo cosas de lo que fue estudiando y de lo que te fue interesando, es como que con todos esos pedazos vas armando lo tuyo. Lo que te inspira tiene que ver con el sentimiento que vos querés poner. Cuando uno va a hacer una obra, más que una idea, una posición o un paisaje, tiene que ver con un sentimiento. Y pensás “bueno y ahora qué hago con esto”, y sentís como que “esto va para allá”. Entonces por ahí estoy solo en el taller como un tarado tratando de buscar un movimiento, una sensación y cuando la encontrás, la plasmás; pero no tiene que ver con la imagen. La imagen separada no tiene que ver con nada, es una herramienta que vos usás para poner ese sentimiento ahí.
EM: ¿Qué técnicas y materiales utilizás?
RGS: Uso todas las técnicas que puedo. Por ahí no trabajo tanto en madera y en piedra porque es muy largo y muy engorroso, pero todo lo que es fundición, papel, resina de poliéster lo uso mucho. Yo creo que la obra te pide un tipo de material y una técnica en particular, no la podés hacer en cualquier cosa. Cuando vos trabajás con un cierto material, es el material el que manda, vos no podés hacer lo que quieras. Si la madera tiene una veta para allá, entonces vos tenés que ir en esa dirección, porque si vas en contra estás muerto. Todos los materiales tienen su forma, su carácter. Si te peleás con el material, perdiste. De la misma forma, cada obra tiene su personalidad y vos tenés que buscar un material que vaya con eso.
EM: ¿Cómo es el trabajo con resina de políester?
RGS: A mí no me gusta el plástico como material, me parece que es frío y que no transmite nada. La resina es plástico, entonces como a mí no me gusta, hace años empecé a meterle cargas de áridos, piedras, talco, cuarzo, que la transforman en otra cosa. En la última muestra había un par de resinas que son como hueso, por ejemplo. Por lo demás, uso mucho la resina porque es fácil y resistente, va para todo. Yo hago el barro, después hago un molde, tiro el barro sobre el molde y luego pongo la resina. Después picás el molde y te queda la resina que hay que pulir y poner en condiciones. A partir de ahí podés fundir o no, es un tema aparte. Lo más caro de todo esto es el tiempo. La escultura es muy lerda, el proceso es siempre engorroso y largo y a fin de mes te tiene que cerrar un número con todo esto para poder comer, ese es el problema.