Tribumadre es un grupo musical con aire serrano que busca rescatar y promover la cultura de los pueblos originarios de una forma muy particular. Con un espectáculo que combina música, teatro, narración y muchas cosas “fuera del molde”, el trío apunta a los más jóvenes y busca afirmar su presencia en las Sierras Chicas.

Por Lucía Argüello
Colaboración: Ana Paula Amatti y Matías Avellaneda (4° IENM). Felipe Murrie y Agustín Othahegui (4° IMVA).
Tribumadre es un nombre que suena cada vez más en el boca a boca de los vecinos de Sierras Chicas. Y si todavía quedan algunos que no conocen esta singular propuesta artística, esta nota es una buena ocasión para hacerlo.
Lo cierto es que Tribumadre es un proyecto difícil de definir. Mezcla de música, teatro, juego y narración, sus espectáculos combinan instrumentos de los más diversos (sikus, erke, tutruka, erquencho, bombo y charango son sólo algunos de ellos) con elementos de lo más corrientes, como piedras, huesos o madera. Y es que esta no es una propuesta cualquiera, ya que desde el vamos el género y el público son una extraña combinación: música ancestral para jóvenes y niños.
“Queremos volver a la música de nuestros ancestros. Y de todo lo amplia que puede ser esa definición, nosotros decidimos trabajar con la parte más negada y olvidada de nuestra herencia, que son los pueblos originarios. Se trata de buscar esa raíz profunda y nutrirse de ahí para después llevarla a lo que uno siente, hacer una interpretación propia. Tratamos de rescatar eso, que no muera, porque contiene una riqueza y una sensibilidad que nosotros no tenemos hoy, una concepción de vida que busca cuidar la naturaleza y con la cual nos sentimos identificados”, explicó Miguel Ángel Navarro, uno de los tres integrantes de Tribumadre.
Toda esta relación con la naturaleza no es gratuita, ya que todos los miembros del grupo viven “en la montaña”, dos en Agua de Oro y uno en Río Ceballos. “Es una gran fuente de inspiración por supuesto, yo por lo menos no me imagino buscando esta música en un departamento”, comentó Navarro entre risas.
La temática de los pueblos originarios y la intención de recuperar “el origen de la música” reunió a Miguel con Edgardo Varán y Martín Donalisio en este proyecto musical que ya lleva más de siete años de trayectoria. Juntos han recorrido muchas provincias argentinas, desde Chaco (donde estuvieron hace pocos días) hasta Misiones, Tucumán o Río Negro, y varios países de Latinoamérica, como Colombia o Brasil. De hecho, en este momento se encuentran en Chile formando parte del 12° Encuentro de la Canción Infantil Latinoamericana y del Caribe. En el 2013 fueron ganadores del Concurso Nacional Igualdad Cultural y el año pasado terminaron de editar su segundo material discográfico.
Otra manera de enseñar
Sin embargo, la música ancestral es solo una de las características que definen a esta compañía artística, ya que el otro pilar es el público: los niños y jóvenes. “Nos interesa mucho llevar esto a las escuelas. Hay un objetivo pedagógico si se quiere, que los niños y jóvenes tomen contacto con estos valores de cuidar la naturaleza, mostrarles sonoridades que hoy no tienen lugar en los medios de comunicación, que se encuentren con algo desconocido que para nosotros tiene un valor muy grande”, señaló Navarro.
Y aunque la temática parezca demasiado compleja, lo cierto es que Tribumadre sabe cómo “enganchar” a los más pequeños (y a los grandes también).
“Son shows que tienen un hilo conductor, que van contando una historia, una leyenda o un mito, que tienen una parte teatral. No nos subimos a tocar y ya, como un concierto. Y tampoco son espectáculos didácticos en el sentido de ‘ahora les voy a mostrar un instrumento qom’. De repente entran tres cavernícolas tocando caracoles y los chicos se ríen y no entienden nada, pero después los va atrapando este viaje que les proponemos”, apuntó Navarro.
A su vez cada espectáculo tiene su propia discografía, compuesta por temas propios de Tribumadre y otros rescatados de la historia popular. “Los discos permiten que nuestra música se difunda más allá de los lugares a los que vamos, y además sirven para que los docentes los puedan trabajar en el aula, lo cual se da mucho y nos pone muy contentos”, señaló el artista.
Jugar de local
“Siempre se dice que uno nunca es profeta en su tierra y eso es bastante real”, comentó Navarro con una sonrisa de resignación y agregó: “Si bien hemos tocado en Sierras Chicas, por ahí vamos a un colegio con todo nuestro material y nos cierran la puerta en la cara”.
“Yo creo que las oportunidades siempre se las genera uno principalmente, pero también es cierto que sería distinto si el gobierno se ocupara de la cultura como se ocupa de la publicidad de su gestión. Podríamos trabajar acá, no haría falta que nos convoquen desde Chaco para ir a tocar. Muchos gobiernos de la zona prefieren pagarle 200 mil pesos a un artista famoso y traer un mega espectáculo en vez de bancar a un grupo como nosotros. Si el que tiene el poder para alentar estas cosas no lo hace, difícilmente pueda crecer la cultura local”, sostuvo el músico.
Sin embargo, Navarro reconoce que ellos siguen porque son “unos testarudos”. “Los tres estamos convencidos de la música, es lo que nos llena y lo hacemos desde un lugar muy honesto, no desde el rédito económico. Que una nena de tercer grado venga con un dibujo que hizo del show es algo que te llena el alma. Lo que más queremos es contagiar algo de lo que nosotros sentimos con lo que hacemos. Y el deseo es que el grupo se siga moviendo, siga creciendo y que podamos trabajar de esto cotidianamente”, concluyó el integrante de Tribumadre.