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El luto que se convirtió en lucha

A seis meses de las inundaciones de febrero, vecinos de Sierras Chicas marcharon en contra del olvido para que los funcionarios asuman sus responsabilidades en la prevención de nuevos episodios. Denunciaron que las obras realizadas hasta el momento no son suficientes y que se necesitan medidas de fondo.

A seis meses de las inundaciones de febrero, vecinos de Sierras Chicas marcharon en contra del olvido para que los funcionarios asuman sus responsabilidades en la prevención de nuevos episodios. Denunciaron que las obras realizadas hasta el momento no son suficientes y que se necesitan medidas de fondo.

“No reconozco el lugar donde vivo cada vez que miro por la ventana”. Palabras de Liliana Roca, vecina de barrio Loza.
“No reconozco el lugar donde vivo cada vez que miro por la ventana”. Palabras de Liliana Roca, vecina de barrio Loza.

Por Redacción El Milenio.

El 15F quedará grabado en la memoria de los vecinos como el día que marcó un antes y un después para las Sierras Chicas. Las inundaciones no sólo provocaron marcas imborrables en el paisaje y en la fisonomía de las ciudades serranas, sino también en su gente. Con un saldo trágico de ocho víctimas fatales y pérdidas materiales millonarias, muchas familias luchan día a día por renacer del espeso barro, mientras que otras tuvieron que abandonarlo todo para reconstruir sus vidas en nuevos horizontes.

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A seis meses de aquel día aciago, los vecinos no se dejan engañar por la excusa del “tsunami caído del cielo” y alzan sus voces para que los funcionarios se hagan cargo de la cuota de responsabilidad que les corresponde y emprendan de una vez por todas las obras que se necesitan para que un evento así no vuelva a ocurrir.

Es por esto que, como si se tratara de una recreación de aquel día trágico, cuando Río Ceballos fue la ciudad donde estalló la bomba cuya onda expansiva llegó hasta Villa Allende; el pasado 15 de agosto estas dos ciudades cobijaron una nueva “inundación”. Pero esta vez el agua era una multitud de vecinos cansados de promesas incumplidas y obras a medias que se unieron con la esperanza de remediar los errores del pasado.

“Los vecinos teníamos razón cuando dijimos que las vidas que se perdieron fue por causa de la negligencia, porque el dique estaba abandonado, porque las válvulas estaban abandonadas, porque no nos protegieron”, expresó una vecina de barrio Loza mientras marchaba por las calles de Río Ceballos entre globos negros y lágrimas negras, símbolos de un dolor y una preocupación que todavía atenaza a las Sierras Chicas. “Estamos de luto pero estamos en lucha”, aseguraron los manifestantes.

Desde Villa Allende, Julio Rosia gritaba ‘alerta’ desde un traje de buzo amarillo. “Nos disfrazamos así para satirizar un poco y llamar la atención, porque a seis meses de lo ocurrido, si vuelve a llover como llovió ese 15 de febrero, nos volvemos a inundar”, aseguró el vecino mientras trataba de hacerse oír por encima de la algarabía del festejo municipal por el Día del Niño.

“La locutora acaba de decir: ‘Hace seis meses que nos inundamos, teníamos el agua hasta el cuello, pero nosotros decidimos tener otra visión y hoy vamos a festejar’. Yo no lo puedo creer, es realmente doloroso escuchar eso”, comentó indignada una vecina de barrio Cumbres.

Obras insuficientes.

“Nosotros elegimos este lugar para vivir porque nos gustaba y nos sigue gustando. Pero la mala gestión, la construcción desmedida y la pérdida de forestación han roto el equilibro. Necesitamos una ciudad amigable con el medio ambiente”, apuntó Rosia. “Lo que se ha hecho hasta ahora es estético, no hay ninguna solución de fondo”, aseguró el vecino.

“Por Villa Allende pasaron 400 m³ de agua por segundo y nuestro río, después de todos los trabajos de limpieza, como máximo y sólo en algunos sectores, podría llegar a conducir 200 m³. De manera que nos inundamos igual”, explicó el biólogo y vecino de Villa Allende Ricardo Panzetta.

“No se puede decir que esto ocurrió ahora y no va a volver a pasar, o que las probabilidades son muy bajas, porque las condiciones no se mantienen siempre iguales. Esto sí puede volver a pasar, y puede volver a pasar este mismo verano”, añadió el profesional.

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Por su parte, algunos de los principales reclamos de los vecinos autoconvocados son: que se renueven los subsidios para alquiler de la gente que aún no tiene hogar (los cuales vencerían este mes), que se baje aún más la cota del dique La Quebrada, que se retiren los obstáculos sobre el cauce del río, que se avance en el ensanchamiento y profundización del cauce pero sin dañar la fisonomía de la cuenca, que se ponga en marcha un plan integral de forestación y planificación urbana, que se construyan las lagunas de retardo necesarias y que se implemente un sistema de alerta temprana y un protocolo de emergencia, junto con la creación de cuerpos de Defensa Civil en todas las localidades.

“Nosotros no tenemos la posición del enfrentamiento sino más bien la de dialogar y buscar soluciones”, señaló Panzetta.

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Un Ministro desinformado.

Invitados por la Asamblea Sierras Chicas, el miércoles 12 de agosto Fabián López, Ministro de Agua, Ambiente y Servicios Públicos de la Provincia de Córdoba, junto al Secretario de Recursos Hídricos y Coordinación, Edgar Castelló, y el encargado del LEP – dragado, canalización y profundización de la cuenca -, recorrieron los sectores críticos de la inundación, desde el dique La Quebrada hasta el Km 16 de Mendiolaza.

Ante la sorpresa de los vecinos de la Asamblea, el ministro admitió que no estaba debidamente al tanto del estado de la zona tras las inundaciones. “Por lo visto, sus ‘subordinados’ no le comentaron todas cosas que sucedieron y López quedó muy asombrado de cómo estaba la situación en los barrios afectados”, señaló Ariel Mendoza, integrante del Comité de Cuenca.

Según manifestaron los vecinos, López se comprometió a interceder ante los ministros correspondientes para que los vecinos fueran recibidos y así poder tratar algunos temas relacionados con vivienda, vialidad y defensa civil.