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Construyendo salud a través de la tecnología 

Con un enfoque de la medicina que busca prevenir enfermedades mejorando la calidad de vida, el doctor Luis José Armando, vecino de Mendiolaza, ha trabajado para poner la tecnología al servicio de la salud. Aunque ha desarrollado programas para agilizar la atención y administración de los espacios de salud, su principal objetivo es usar el software como aliado para generar hábitos saludables.
  • Participaron: Tobías Aguirriberri y Tomás Racca (4to IENM). Luisina Armando y Lorenzo Dalmaroni (4to IMVA).

“Hemos ganado 20 años de vida, pero la mitad de nuestras vidas es de mala calidad. Ese es el problema más complejo y difícil de resolver”, expresó Luis José Armando, médico y empresario que en las últimas dos décadas se ha dedicado a desarrollar tecnología al servicio de la salud. 

Armando, quien además es vecino de Mendiolaza, es el presidente y fundador de Welly Smart Health y Motivia, empresas tecnológicas que brindan servicios de software al sector de la salud. 

De 69 años, se especializó en medicina interna y cardiología, pero en diálogo con El Milenio, detalló que se considera fundamentalmente un emprendedor. Tras recibirse a los 22, trabajó 20 años como médico asistencial y fue esa experiencia lo que le llevó a desarrollar distintos productos tecnológicos para mejorar la atención al paciente. 

“Creo que como médico era relativamente bueno. Sin embargo, los resultados que yo veía en mis pacientes no eran buenos y esto sigue pasando actualmente en todo el sistema de salud, por lo menos en lo que se refiere a enfermedades crónicas”, expresó. 

Armando explicó que estas enfermedades suelen desarrollarse a lo largo de muchos años antes de manifestar síntomas, entonces la oportunidad de hacer algo relevante está en ese periodo silencioso de la enfermedad. Para el momento en que el paciente ingresa al sistema de salud, ya aparece con un problema: un infarto, un cáncer diagnosticado, una diabetes. “En ese momento hay cosas para hacer, pero mucho menos que si se hubiera atacado antes”, resumió.

El doctor apuntó que, aunque los avances médicos han sido exponenciales en los últimos años, permitiendo ganar un promedio de 20 años de vida desde la década del 60 hasta hoy, lo que no ha cambiado es la calidad de vida. 

“Que la gente haga actividad física, coma de manera saludable, sepa reconocer sus emociones, manejar el estrés y tener buenas relaciones humanas en la familia, en el trabajo o en donde sea; es ese conjunto de cosas lo que hace que la calidad de vida sea mucho mejor”, detalló el profesional.


En su experiencia como médico, Armando observó que el sistema de salud está bien preparado para intervenciones agudas, es decir, un parto o una quebradura, pero no está preparado para atender sostenidamente una condición crónica como la hipertensión o la diabetes. Es a partir de esta reflexión que el entonces médico asistencial decidió empezar a combinar tecnología e intervenciones médicas para trabajar sobre la promoción y prevención de la salud.  

“A mí me cuesta mucho hacerles entender a los dueños del sistema de salud, tanto a los públicos como a los privados, que tiene sentido invertir dinero para trabajar en promoción y prevención de la salud; porque no lo ven como un retorno inmediato de esa inversión y de hecho no lo es”, detalló Armando. “Este tipo de inversiones se devuelven a mediano y largo plazo, es decir, transcurridos entre dos y cuatro años desde la intervención en una comunidad”, aclaró. 

Y ejemplificó: si en Unquillo se hiciese una campaña para que la gente deje de fumar, eso mejoraría la calidad de vida y traería aparejado un beneficio económico, disminuyendo las enfermedades crónicas y las licencias por salud. Pero los resultados no se verían inmediatamente. 

“Hacer eso en una comunidad puede llevar años y hay que medir que las intervenciones estén muy bien hechas”, especificó. “A ningún político le interesa eso y si son dueños de una empresa privada, menos; porque lo que les interesa es facturar ya”, agregó. 

Entonces, ¿qué papel puede jugar la tecnología en intervenciones de este estilo?


Tecnología, educación y salud

El médico contó a El Milenio que el objetivo inicial del proyecto Welly era vender programas de promoción y prevención de salud basados en la combinación tecnología, educación y coaching, pero se encontró con poca demanda para su propuesta. 

Por eso, en aras de sostener la empresa, decidió crear un producto más solicitado: sistemas de información para hospitales, clínicas y sanatorios, que es lo que el mercado sigue demandando. Así, su producto principal es “GoMedisys”, un sistema de información de salud que básicamente permite gestionar todos los grandes procesos de las instituciones sanitarias. 

Retomando el objetivo inicial de Welly, Armando comenzó a trabajar en Motivia, un programa más específico elaborado en conjunto con un grupo de profesionales, que se centra en los hábitos de las personas. 

Como amplió el médico, Motivia funciona a través de un sistema de afiliación. Cada persona que ingresa al programa pasa por los cuatro pilares del estilo de vida: nutrición, salud mental, actividad física y hábitos tóxicos. 

“Casi siempre el primer pilar que enfocamos es el de la salud mental, porque lo que se hace en ese pilar es trabajar cómo cada uno gestiona sus emociones, el estrés, la ansiedad, etc. Porque eso es lo que nos lleva, por ejemplo, a pasarnos con una comida, fumarnos un atado de puchos, tomar alcohol de más, etc.”, detalló Armando.


A su vez, aclaró que el sistema contempla que las personas vuelvan a pasar por los pilares en los que estuvieron más complicadas. “Lo que intentamos es que la gente logre sus objetivos y a veces eso requiere ir y volver y así sucesivamente”, contempló.

El médico explicó que modificar un hábito implica, como mínimo, una intervención de ocho semanas. Por eso en Motivia trabajan durante dos meses en un formato híbrido, con algunos encuentros personales y otros virtuales. Después, la intervención continúa a través de la plataforma digital, donde la persona recibe material y el acompañamiento de un coach.

“No sé cómo va a ser la medicina de acá a 20 o 30 años en los sistemas de salud, pero lo que sí sé es que, mientras tanto, la única manera de modificar lo que es epigenética, es decir, la expresión de nuestros genes, lo que puede hacer que algo se transcriba mal o bien, es trabajando sobre el estilo de vida”, concluyó el doctor.