- Redacción: Matías Candoli. periodico@elmilenio.info. Participaron: Fermín Sevilla y Trinidad Campero (4to IMVA). Martina Reinaldi y Avril Vera Vanini (4to IENM).
A Norberto Fernández siempre se lo ve caminando por las calles de Villa Allende, de Mendiolaza o de cualquier lugar a donde vaya, vestido con ropa oficial del Club Atlético Belgrano. Es que “el Beto” no sólo llevó esos colores primero como jugador y ahora como entrenador: fundamentalmente los lleva en el corazón.
Haciendo un poco de memoria, quien fuera volante derecho, con buena pegada y llegada al gol, empezó en Belgrano en 1991 y pasó por Huracán de Parque Patricios, Unión de Santa Fe, Nueva Chicago, Alumni de Villa María y Boca Unidos de Corrientes. A pesar del largo periplo, siempre volvió a Córdoba y a su querido Belgrano.
En diálogo con El Milenio, Fernández recordó sus mayores logros como futbolista: “Creo que fueron dos. En 1991, siendo mi primer año como jugador de Belgrano, haber logrado junto con mis compañeros un ascenso. Y después, algo importantísimo para mí fue haber tenido la posibilidad de ser convocado a una Selección Argentina. Fueron 15, 20 días de cumplir un sueño y eso no lo olvidaré nunca”.

“Me llena de orgullo y me pone muy feliz porque que se cumple ese sueño. No cualquiera sale campeón del mundo y que le toque justo a un pibe que a vos dirigiste, es una felicidad tremenda”
Norberto Fernández
El Milenio: ¿Cuál es el recuerdo que más atesorás junto a Belgrano?
Norberto Fernández: Hay dos recuerdos que quedaron en mi mente y en mi corazón. Uno es el ascenso del ‘91 con Belgrano. Era la primera vez que el club ascendía a una primera división. Todavía me acuerdo toda esa semana previa a la final contra Banfield, lo que pasó antes y después del partido.
Después de ese ascenso, nos tocó jugar el primer clásico contra Talleres por los puntos, el primer clásico en primera división. Ese partido lo ganamos 3 a 0 y también es un recuerdo imborrable.
EM: ¿Qué significa el Club Belgrano en tu carrera y qué significa para vos que la filial de Villa Allende lleve tu nombre?
NF: Belgrano es muy importante para mí, soy hincha desde muy chico. A los 9 años tuve la posibilidad de probarme, quedar y ser jugador. Me dio la posibilidad de debutar muy joven, a los 17, y me preparó para ser futbolista profesional. Después me dio la posibilidad de ser director técnico y hace 14 años que es mi trabajo.
Lo más lindo que me pudo pasar fue haber recibido el reconocimiento de la filial de acá, de Villa Allende. Que le pongan mi nombre, para mí es un orgullo. El amor que le tiene toda esa gente al club es enorme y compartir la pasión con todos ellos, la verdad que es muy lindo.
Así que bueno, toda una vida. Belgrano es mi casa, mi familia. Disfruto mucho dirigir, disfruto mucho ir a la cancha. Soy hincha del Pirata y no lo cambio por nada.
EM: ¿Te sentís más identificado como jugador o como entrenador?
NF: La verdad que con las dos funciones me identifico y me siento cómodo, aunque la que más me gustó es ser jugador, porque sos actor principal. Estar dentro de una cancha, haciendo lo que uno ha soñado toda la vida y ser jugador de fútbol profesional, no tiene palabras. Poder cumplir el sueño que tenía de chico fue hermoso.
El rol del director técnico es otra responsabilidad, pero se disfruta también. Si no hubiera sido jugador, habría sido totalmente diferente la función de director técnico. Así que gracias a lo que me tocó vivir adentro de la cancha, hoy realmente puedo disfrutar mucho más ser director técnico que haber sido jugador.
EM: ¿Cuáles mencionarías como tus fortalezas y tus debilidades (como jugador y como DT)?
NF: Una de mis fortalezas como jugador fueron las condiciones físicas y técnicas que tenía ya de la cuna. A eso he ayudado con mucho esfuerzo, sacrificio y perseverancia. Sabía lo que quería, aunque después estaba la ignorancia a todo lo que significa ser un jugador profesional, lo que me llevó a tener muchas equivocaciones.
Como director técnico creo que la mayor fortaleza es la experiencia como jugador. Creo que eso me ayuda mucho para resolver distintas situaciones en esta nueva función. Y debilidades… creo que a veces uno se conforma y bueno, es una lucha constante tratar de no conformarse y crecer siempre.


EM: ¿Qué hay de ese mediocampista derecho que fuiste en tu etapa actual de entrenador?
NF: Hay bastante. Porque me gusta que mis equipos se identifiquen con el juego que tenía. Un juego sacrificado, bien jugado. Trato de tener esa imagen como jugador y que se vea reflejado en cada equipo que me toca dirigir.
EM: En tu recorrido como técnico, ¿qué instancia sentís que te marcó más?
NF: Creo que la instancia que más me marcó fue en el año 2016, el haber podido salir campeón con una categoría en AFA, con la categoría 2001, la octava, un logro que en Belgrano nunca se había dado. Fue hermoso alcanzar eso, por los chicos, por el club y por todo lo que se había trabajado.
EM: ¿Cómo repercute en vos cuando alguno de los juveniles que dirigiste llega a primera o se va a jugar al exterior y triunfa?
NF: Es una satisfacción hermosa porque uno ha puesto un granito de arena para que ese jugador pueda cumplir su sueño. Y la verdad que estoy muy orgulloso de todos. Han pasado muchos jugadores y cada vez que pasa uno, es una satisfacción enorme.

EM: De hecho, entrenaste a Cristian “el Cuti” Romero, que se consagró campeón del mundo en Qatar con la Selección. ¿Cómo se sintió todo eso?
NF: Muy lindo. Al Cuti lo tuve a los 14 años en la edad de octava, así que también fue su segundo año en el club. Como todo pibe, con muchas ilusiones. Todo fue con mucho sacrificio, le costó un montón, así que verlo ir subiendo y llegar a levantar la copa en una final del mundo, la verdad que es muy emocionante.
Me llena de orgullo y me pone muy feliz porque que se cumple ese sueño. No cualquiera sale campeón del mundo y que le toque justo a un pibe que a vos te tocó dirigir, es una felicidad tremenda.