- Participaron: Fermín Sevilla y Trinidad Campero (4to IMVA). Martina Reinaldi y Avril Vera Vanini (4to IENM).
La frase “Son como niños” se suele escuchar al momento de hablar de las personas adultas mayores y lo cierto es que, con la llegada de la vejez, hay ciertas acciones y decisiones que empiezan a demandar la ayuda de otra persona. Esa situación, no obstante, no tiene por qué significar una pérdida de autonomía para los más grandes.
Buscando romper el paradigma de los geriátricos convencionales y defendiendo la independencia de las personas mayores, Martín Barrandeguy, ingeniero y vecino de Unquillo, habló con El Milenio sobre una idea en la cual viene basando su trabajo de los últimos años: la idea de que es posible construir residencias para personas mayores que funcionen como un espacio de contención y que a la vez les permitan vivir con libertad, respeto y cuidado en sus años de vejez.
Tras pasar por la administración de residencias geriátricas tradiciones, Barrandeguy decidió aplicar esta premisa en su propio espacio. Así, en 2021 nació la Residencia San Juan de Luz. “El concepto central del proyecto consiste en darle un ámbito de cuidado y de protección al adulto mayor autoválido, en un lugar que sea lo más parecido a su casa”, resumió Martín. En la actualidad, ya son dos los espacios que funcionan con este eje innovador.
Al hablar del “adulto mayor autoválido”, el unquillense explicó que se trata de aquellas personas que motrizmente pueden desplazarse solas y no requieren ayuda en funciones básicas como comer, vestirse y bañarse, o requieren una ayuda mínima.
Aunque cuentan con la asistencia de cuidadoras, así como la supervisión de personal médico y la participación de docentes que proponen distintos talleres, el principal soporte se lo brindan los residentes en la compañía mutua.
“La soledad es un tema muy serio en la vejez. En estas residencias, que son entornos reducidos, las personas se permiten formar un grupo de pertenencia, como una especie de familia adoptiva, se acompañan y eso tiene un efecto terapéutico importante”, resaltó Martín.

El Milenio: ¿De dónde surge este objetivo de brindar un espacio específico para personas con un mayor grado de autosuficiencia e independencia?
Martín Barrandeguy: Se suele dividir a las personas mayores en tres categorías de cuidado: con enfermedades cognitivas avanzadas, postrados y autoválidos. Cada grupo tiene distintas necesidades. Quienes tienen enfermedades cognitivas avanzadas, por ejemplo, requieren tratamiento general psiquiátrico y neurológico, también una vigilancia permanente porque tienden a perderse, a extraviarse. El postrado demanda una atención de enfermería más intensiva, mientras el adulto mayor autoválido básicamente lo que necesita es prolongar sus habilidades el mayor tiempo posible.
Por eso, el primer punto clave es generar un ambiente lo más conocido y familiar posible y que esté con personas en sus mismas condiciones. El ámbito de un geriátrico tradicional para un autoválido no es el más estimulante, pues convive con los otros dos grupos que requieren más cuidados médicos.
EM: ¿En qué consiste la independencia de los residentes dentro de la casa y qué actividades llevan a cabo?
MB: Les doy un ejemplo: hace poco entró una señora que le gusta cocinar y tiene diabetes, por lo cual ella suele hacerse sus propias mermeladas, llegó con su cacerolita y todo. Permitir que siga cocinando es parte de mantenerla activa en las actividades comunes que ya venía haciendo y así puede seguir con su vida lo más normalmente posible.
Por otro lado, a diferencia de los geriátricos comunes que tienen de 20 a 100 camas, nosotros tenemos dos residencias: en una viven seis señoras y en la otra tres por ahora, que recién arrancamos, pero no van a entrar más de nueve o diez. La idea es mantener poca cantidad de gente, de manera que se pueda establecer un vínculo más cercano.
En ese contexto cada quien tiene sus rutinas, hay dos señoras que ven la novela a la noche, otra sale y hace actividades aparte, como yoga, y así con cada uno. En lo que refiere a la entrada y salida del espacio, esa es una decisión que me tiene que informar o habilitar el familiar responsable, que es quien me dice si puede salir solo, si tiene que salir acompañado o si no puede salir, por una cuestión de seguridad.

EM: ¿Qué servicios recibe el adulto mayor?
MB: El residente básicamente está como en su casa, se levanta a la hora que quiere, duermen la siesta, tienen visita libre y los servicios concretos de este tipo de residencias. Es pensión completa y vigilancia las 24 horas los 365 días, con lavado de ropa y el servicio de hotelería, además del cuidado geriátrico y la asistencia en vestirse, bañarse y comer si lo requieren, aunque en general no necesitan ayuda.
EM: ¿Hay algún antecedente de este modelo de residencia en otros lugares?
MB: La especialización del servicio es una cosa que ya se viene dando en varias partes del mundo: en España, Estados Unidos y Chile. Los adultos mayores viven cada vez más y cada vez en mejores condiciones físicas y cognitivas. Ya está surgiendo la pregunta de hacia dónde va esto y yo creo que va a evolucionar hacia una mayor especialización en el servicio.
En los países que mencioné, por ejemplo, se arman barrios cerrados como countries, donde cada unidad habitacional es ocupada por un adulto mayor, un matrimonio o un grupo de hermanos y la seguridad es brindada por un grupo de asistentes y servicio de enfermería. Si tienen alguna necesidad tocan un timbre y va el asistente o la enfermera.
Acá estamos analizando esa posibilidad, pero me da la impresión de que todavía estamos lejos. Cuando hablás con los familiares de esta propuesta que es la casa supervisada, muchos no conocen nada, entonces mucho menos del tema de un country para adultos mayores. Aun así, creo que vamos a evolucionar a mediano plazo hacia ese tipo de espacios.
