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Con el polo en la sangre

Nicolás Penfold juega desde niño en el club de su familia en San Alfonso del Talar. A sus 27 años, con una vida dedicada a los caballos y al deporte, habló con El Milenio sobre esta gran pasión que lo ha llevado por distintas partes del mundo y el lado empresarial de la disciplina.

Por Matías Candoli. periodico@elmilenio.info. Participaron: Tobías Aguirriberri y Tomás Racca (4to IENM). Luisina Armando y Lorenzo Dalmaroni (4to IMVA).

Cuando se habla de deporte, se puede decir que Argentina está entre los mejores países del mundo y no sólo en fútbol. En el polo, donde hay más de 20 mil jugadores, nuestro país destaca por ser el único que tiene equipos con 40 goles de hándicap, el máximo posible. Por si esto fuera poco, hay seis mil jugadores federados. 

Desde el club San Alfonso del Talar, en Mendiolaza, se destaca Nicolás Penfold. Para el deportista de 27 años, la pasión por el polo empieza con los caballos, animales siempre presentes desde su infancia en la escena familiar.

“Mis tíos practicaban polo, que en ese momento no estaba tan difundido. Era muy extraño encontrar chicos de nuestra edad que practicasen. Hoy está más desarrollado a nivel deportivo, es más accesible, hay escuelas de polo”, contó en diálogo con El Milenio.

A sus 27 años, Penfold es jugador profesional de polo y manager de clubes en Argentina y Europa. Foto gentileza quien corresponda.

El Milenio: ¿Cómo fueron tus comienzos en el polo?

Nicolás Penfold: Simplemente empecé a jugar. Por mi contexto familiar, para mí el polo siempre fue un deporte más. Es más, también hacía básquet y fútbol, siempre me gustaron los deportes. A los 16 o 17 me federé para la Asociación Argentina de Polo y empecé a jugar en torneos.

EM: ¿Pasaste por otros clubes además de San Alfonso del Talar? 

NP: En Argentina, sí. Acá hoy en día existen las ligas del interior, donde se compite, y aquí en Córdoba y Sierras Chicas tenemos varios clubes vecinos: Ascochinga, Villa Allende, Malagueño, el club de los militares, etc. He jugado en casi todos desde que soy chico, en Buenos Aires también pasé por varios.

EM: ¿Cuándo te hiciste profesional?

NP: Estaba en segundo o tercer año de arquitectura cuando de repente me invitaron a jugar afuera. Hasta ese momento no veía al polo como una opción profesional. Obvio que siempre estuvo el sueño, como cualquier niño que empieza a jugar al fútbol y dice “me quiero ir a afuera y vivir de esto”.

Por eso, me gustaba la arquitectura, pero a la par seguía jugando al polo. Cuando decidí dejar la carrera, fue también porque ya traía ese deseo desde hacía tiempo. Así que el día que se dio la oportunidad, tomé la decisión.

El deporte no estaba tan desarrollado a pesar de que siempre fue icónico en Argentina. Tampoco las condiciones en el interior son las mismas que las de Buenos Aires. Acá era más difícil llegar a que te inviten afuera.


EM: ¿Y cuál fue tu primera experiencia en este ámbito?

NP: Yo llego a contactarme con una organización de Alemania gracias a un amigo. Necesitaban que fuéramos a trabajar, más que todo a entrenar los caballos con los que ellos jugaban. En 2017 fue mi primer viaje afuera con el propósito de hacer carrera en el deporte. Desde ese momento, no frené nunca. 

Todos los años hago doble temporada, afuera y acá. Es muy importante para nosotros porque en Argentina es donde te nivelás, donde te ponen tu hándicap. También es tu base, donde vos tenés tus cosas, tu organización, tus caballos. Con eso vos ‘chapeás’ afuera, es tu imagen en el mundo.

EM: ¿Eso es porque Argentina está muy bien en el polo?

NP: Diría que los argentinos tenemos la NBA del polo. A ese nivel. Tenemos los equipos, tenemos los caballos, tenemos todo. La óptica está puesta en Argentina, siempre. Desde lo cultural, desde hacer un asado en un torneo, hasta el caballo de polo argentino o el tipo de formato de las competencias. 

En todo el mundo, donde hay un torneo que salga de lo amateur, hay un profesional argentino, caballo argentino, gente argentina, piloto argentino, peticero argentino, que son quienes se encargan también de cuidar los animales.

EM: ¿Te sirve este escenario? ¿Seguir trabajando profesionalmente afuera y hacer temporada acá?

NP: Claro, hago base acá, compito y traigo gente de afuera también. La temporada dura tres meses y el clima es espectacular en Argentina. Hay polo en todos lados y la gente de afuera viene a probar caballos para llevarse, porque como allá en Europa hace un frío terrible, se corta bastante el tema del polo en pasto. 

EM: ¿O sea que traés gente del polo para que vean y vivan el panorama deportivo de acá?

NP: Claro, inversionistas para el mercado argentino. Gracias a ellos hoy en día tenemos en Argentina un “imperio” con el polo. El mercado trae gente de afuera que compra caballos criados acá, nuestras monturas, nuestros tacos, los palos, guantes, indumentaria, todo hecho en nuestro país.


La cara del club

La carrera de Nicolás Penfold como polista continúa, pero, paralelamente, su vida en este deporte también se vuelca hacia el lugar de manager de clubes argentinos y europeos. “La palabra manager refiere a un rol organizativo, administrativo. Sos la cara de la compañía, del equipo, de la organización o de la firma que sea”, explicó el joven.

Gracias al polo, Penfold hizo mucha carrera en Europa y se desempeñó en Austria, Francia, Alemania, Eslovaquia, Polonia y República Checa. Sin embargo, el polista y manager no se olvida de Mendiolaza ni de Sierras Chicas, e invita a quienes les llame la atención, a que se acerquen al deporte.

“Hay mucha gente que, a lo mejor, le dan ganas de arrimarse al polo”, aventuró y recordó que en los eventos no se cobra entrada. “No se cobra nada por el espectáculo. A nosotros lo que nos importa es desarrollar el polo como disciplina y que se salga un poco de la idea de que es un deporte elitista”, señaló Pendfold. 

Y ya en el cierre, reiteró: “Cualquiera puede tomar una clase de polo como si tomara una clase de tenis. Les diría que se acerquen sin prejuicio, porque la verdad que es un deporte muy completo, de mucha adrenalina y, sobre todo, muy divertido”.