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Abrir el juego

Desde su silla de ruedas al mundo, así sería la vida de Guillermo Bustamante. Con el ánimo renovado tras haber asegurado su clasificación al Mundial de Tenis de Mesa Adaptado, que se disputará del 6 al 12 de noviembre en Granada, España, el deportista de Villa Allende repasó su historia con El Milenio.
  • Por Matías Candoli. periodico@elmilenio.info
  • Colaboración: Zoe Coutaz, Isabella Acosta, Iara Aquin y Nicolás Chabbal (4to IENM).

En 1994, Guillermo Bustamante tuvo un accidente jugando al rugby que anuló la movilidad de sus piernas, pero no sus ganas de superarse y seguir practicando deportes. Así, a fines de la década del 90, decidió empezar a jugar al tenis de mesa. Un tiempo después se cambió a natación y, en el medio, estudió psicología, se casó y formó una familia.

En 2014, Bustamante volvió con todo a empuñar la paleta. Se entrenó, compitió a nivel local, nacional e internacional y, luego de una buena temporada, clasificó a su segundo mundial. “Es el recorrido de cualquier deporte. Empezás a jugar, vas tomando confianza, te vas desatando, vas subiendo en el ranking nacional, te citan a la selección y empezás a jugar los torneos internacionales. Si te mantenés en buen nivel, te convocan a los Panamericanos. Finalmente, para clasificar al mundial, participás de un ranking por puntos y van los primeros”, resumió el vecino de Villa Allende.

En el tenis de mesa adaptado, las categorías son cinco en silla y cinco en “parados”. Esa fue una de las primeras dificultades a las que se enfrentó Guillermo. “No muevo los dedos, no tengo tríceps, soy categoría 1. En la categoría 5, cualquier persona que no tiene problemas del tronco para arriba, se sienta en una silla de ruedas y juega”, indicó.


Si bien Bustamante compite contra rivales que juegan de pie teniendo alguna otra discapacidad, para crecer en este deporte, tuvo que aprender a superar ese y otros obstáculos. “Le gano a parados, porque también compito contra parados, pero ya depende del nivel. A nivel mundial, lo que es en serio en las competencias, es por clases”, expresó.

Desde que se enteró de su clasificación al Mundial, Guillermo incrementó sus horas de entrenamiento en BRAITeM Club, un galpón ubicado en el viejo camino a Montecristo, acondicionado para el tenis de mesa competitivo.

Las desventajas de estar lejos de países más desarrollados en un deporte como este es mucha, pero él intenta achicarlas con trabajo. “Entreno toda la semana tres o cuatro horas por día, tengo un entrenador personal. Si no, no podés llegar. Es bastante dura la preparación”, dijo. 

Sin embargo, hay otras diferencias que son más complicadas de compensar con esfuerzo personal. “Todos mis rivales son profesionales del deporte, viven de esto y están en Europa. Eso es una ventaja enorme. Nosotros por ahí no podemos viajar por cuestiones económicas y eso te quita ritmo de juego. En mi caso, lo ideal hubiera sido ir a algún torneo en Europa para prepararme, porque voy al Mundial casi sin competencia previa y no es lo ideal”, explicó el deportista.


La preparación se completa con sesiones en la misma casa de Bustamante en Villa Allende, donde Guillermo tiene una mesa de competición para ensayar saques y estrategias, así como un robot que le arroja pelotas para que pueda practicar devoluciones. 

“El entrenador personal te hace trabajar las cuestiones bien particulares que uno necesita practicar en cuanto a jugadas, a automatizar devoluciones, saques. A eso no lo podés hacer con un par”, explicó. Consultado por sus fortalezas y debilidades, Guillermo se definió como “muy bueno ofensivamente”, aunque no tanto en lo defensivo.

Y, aunque según su propio punto de vista sea una expresión poco humilde, Bustamante siguió puntualizando en la diferencia con sus pares de Europa. “Si yo tuviera el entrenamiento que tienen los europeos, fácilmente sería top 5. Porque allá la tienen clarísima, los entrenadores y todo el cuerpo técnico. Acá estoy a prueba y error”, explicó.

“En Córdoba tuve que armar todo porque no había nada. Desde buscar un lugar de entrenamiento, hasta capacitar a mis entrenadores, porque mi entrenador sabe de tenis de mesa, pero no significa que sepa de tenis de mesa adaptado y esto tampoco te hace ser un especialista”, declaró el deportista.


Inclusión pendiente

Después de competir en natación durante algunos años, Guillermo Bustamante volvió al tenis de mesa y eso tiene un gran motivo que él mismo se encargó de contar: “Volví sobre todo para fomentar el deporte. Me dije ‘hay que volver’ para que haya un ejemplo, para que haya alguien que haga ruido. Y para hacer ruido, tenés que ganar algo. Por eso volví y creé, me moví mucho para que salgan jugadores de un montón de lados. Hoy debemos ser ocho o diez jugadores”.

Con lo conseguido, Bustamante sigue pensando en lo “injusto” de los deportes amateur y, además, de los deportes adaptados. “Recién cuando tenés medallas a nivel panamericano o mundiales empieza el apoyo”, reprochó y explicó que recién ahora él mismo cuenta con el apoyo del Gobierno de Córdoba, el ENARD (Ente Nacional de Alto Rendimiento Deportivo) y la Secretaría de Deportes de la Nación.

Además, lamentó que no haya más clubes para practicar deportes adaptados como el tenis de mesa. “En Sierras Chicas no hay nada. En La Calera pusimos un club porque se mudó un entrenador, pero hay una falencia en infraestructura deportiva. No se apoya el tenis de mesa y por otro lado tampoco se apoya el deporte adaptado. Diría que es un tema cultural en general”, reflexionó.

El practicar un deporte que no es masivo lleva a que, quienes lo eligen, tengan que ser a la vez difusores de la actividad, sobre todo cuando se habla de inclusión. “El tenis de mesa casi no requiere adaptación. Hay una sola regla que cambia: en el tenis de mesa convencional, uno puede sacar e irse a los costados. En el adaptado, la pelota se tiene que ir por línea de fondo. Esa es toda la diferencia. Por eso es lo más inclusivo que hay, porque las reglas casi no cambian. Un jugador con o sin discapacidad entra a jugar y juega por nivel”, señaló Bustamante y cerró diciendo: “Mi objetivo no es solamente deportivo, sino también abrir el juego para más personas, que esto se multiplique”.

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