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Pase, pausa y ataque

Con una gran visión de juego, buen pase y tackle, Iván Merlo supo destacarse como apertura. Siendo una de las grandes figuras del Club Palermo Bajo, tuvo un gran desempeño en Los Pumas y Los Dogos durante la década del 90. Hoy con 51 años, sigue eligiendo al rugby como una herramienta en su vida y se dedica a reclutar jóvenes talentos.
  • Colaboración: Tomás Matassini, Bruno Battan, Ezequiel Tiraboschi y Lara Torres (4to IMVA). Santino Molina y Lara Heredia (4to IENM).

Un paseo por Carlos Paz, cuando sólo tenía cuatro años, fue suficiente para que Iván Merlo se acerque al deporte que marcaría su vida entera. “Nos frenamos con mi papá en la costanera y vimos a unos jóvenes que jugaban un partido de rugby, recuerdo que me llamó la atención”, contó el actual vecino de Mendiolaza en una entrevista con El Milenio. 

Charlando con quien en su momento era el presidente de ese club, ubicado en barrio Bajo Palermo, su padre decidió introducirlo en ese mundillo del que hoy no quiere escapar. “Así comenzó el vínculo y se hizo eterno, porque hasta el día de hoy sigo asociado con mi club, por un simple encuentro fortuito en la calle”, sonrió Merlo.

Su crecimiento fue exponencial y, a los 17 años, ya era parte de la primera división. Las alegrías seguirían abundando para el jugador, cuando luego de un espectacular desempeño con la camiseta bordó y amarilla, llegó a vestir la celeste y blanca del Seleccionado Argentino en 1993 y 1994.


Jugando de segundo centro contra Chile, el día de su debut en el Sudamericano del 93, le tomaron una foto junto a su compañero de club, Sebastián “Chevy” Irazoqui, que más tarde se convirtió en una estampilla postal en homenaje a los 100 años de la Unión Argentina de Rugby.

Además, integró el seleccionado cordobés de Los Dogos y participó en ese inolvidable triple título en el Campeonato Argentino de Mayores, que arrancó en 1995 con el triunfo en Comodoro Rivadavia y se prolongó en los años siguientes con dos coronas consecutivas. 

En 1997, venciendo sus temores, dejó Palermo Bajo y se fue a probar suerte al Viejo Mundo, con el Arix Viadana de Italia, iniciando un recorrido que lo llevaría a sumar camisetas de diversos clubes y equipos.

“Mi consejo para los jugadores actuales es que no quemen etapas, que disfruten todas las posibilidades con los amigos dentro y fuera de la cancha, que vivan la experiencia del club”

Iván Merlo

El Milenio: ¿Qué implicó para tu carrera el salir campeón con Los Dogos?

Iván Merlo: Es una parte muy linda de la historia de quienes conformamos ese equipo, fuimos como la generación dorada del rugby cordobés. Si bien nosotros también estábamos en una etapa de crecimiento, porque desde 1990 hasta 1995 que fue el primer título, veníamos jugando semifinales y nunca se nos daba la posibilidad de ganarlo.

Tuve la suerte de ser protagonista en esa final histórica, me tocó ser el que marcó esos puntos definitivos, obviamente con mérito de todo el equipo. Fue algo muy significativo, porque realmente nos sentíamos una familia, éramos un grupo de amigos muy sólido, y al mismo tiempo, cada uno representaba a su familia en casa y en cada club.


EM: ¿Qué es lo que más valorás de la experiencia que tuviste en Europa?

IM: Lo que más valoro es el crecimiento sociocultural que tuve, porque eso me abrió las puertas al mundo, me dio la posibilidad de hablar cinco idiomas y ampliar mi mirada. Fue una especie de superación personal en mi vida, no solamente por lo deportivo, sino también fuera del rugby. 

Además, tiene un rédito muy positivo porque sigo vinculado con Europa: trabajo y viajo constantemente. Gracias al rugby, pude también insertarme mucho en la sociedad.

EM: Personalmente, ¿cuál fue tu logro más significativo en este deporte?

IM:  Mi mayor logro es haber jugado en Palermo Bajo, porque fue lo que me dio la posibilidad de transitar todo el resto. Lo destaco como algo importantísimo ya que es un objetivo cumplido, el haber podido jugar en la primera desde muy joven, el tratar de permanecer vinculado de alguna manera a mi club y devolverle un poco de todo lo que recibí. 

Lógicamente, haberme puesto la camiseta argentina también es un gran logro y yo tuve la suerte de ponérmela un par de veces. En ese marco, un hecho histórico que para mí significó mucho es el haber salido en una estampilla del Correo Argentino por los 100 años de la Unión Argentina de Rugby.

Fue algo que no esperaba y me sorprendió mucho, es todo un regalo estar en un producto coleccionable de tu país. Está entre las estampillas más lindas del mundo, es algo muy impresionante. De hecho, yo la uso como imagen, la verdad es que es un recuerdo muy lindo. 


EM: Con respecto a los jugadores actuales, ¿se sigue buscando el mismo perfil que en aquella época? ¿Qué les recomendás para crecer profesionalmente?

IM: El perfil no ha cambiado, sí sucede que los jóvenes se han desarrollado físicamente de otra manera y tienen más herramientas de las que teníamos en mi época. 

Hoy en día tienen más oportunidades, ya que no existe sólo un seleccionado, sino que se ha desplegado el Seven de los Pumas, la Argentina 15, Jaguars, muchos equipos que hoy mueven más de 100 jugadores. Antes era mucho más difícil llegar, quizás se tenía más en cuenta a la gente de Buenos Aires que del interior.

Recomiendo a los jugadores actuales que no quemen etapas, que disfruten todas las posibilidades, tanto dentro como fuera de la cancha, con los compañeros y amigos. Sé que ese grupo de la camada con la que inicié va a estar siempre, por lo cual les aconsejo que vivan la experiencia del club y traten de fijarse el objetivo de jugar en la primera.

EM: Hoy tu trabajo te sigue vinculando al rugby, pero exportando jugadores. ¿De qué se trata esta actividad?

IM: Tengo una empresa que nació en el año 2000, cuando cumplí 30 años y noté que mi carrera deportiva empezaba a decrecer en la parte física. Mi actividad directa hoy es exportar deportistas, tengo holandeses, sudafricanos, españoles, italianos, lo que me permite seguir vinculado con Europa. 

Me ocupo de hacer una detección de talentos. Observo jóvenes atletas desde los 16 años en adelante y ofrezco becas deportivas y estudiantiles, lo que hoy hace posible que puedan ir a vivir afuera, desarrollar su actividad deportiva y, al mismo tiempo, trasladarla al mundo académico..

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