- Por Daiana Zilioli. periodico@elmilenio.info
- Colaboración: Valentina Adansia y Gianna Crucianelli (6to IMVA). Ignacio Romero y Marcos Rautenberg (6to IENM).
Todo comenzó allá por 2018 en las pistas de atletismo del IMVA, durante una clase de Educación Física en la que Caín y sus compañeros practicaban lanzamiento de bala, discos y jabalina. Cuando llegó el turno de Arufe, algo llamó automáticamente la atención de su profesor, Marcelo Flemann.
“Cuando le toca a Caín lanzar la jabalina, veo que la tira a una distancia que no era común en relación al resto de los estudiantes. Le pregunté si había hecho atletismo alguna vez y me contestó que no sabía qué era eso”, recordó el docente. Grande fue su sorpresa cuando le consultó a qué podía deberse esa inesperada habilidad y Caín le comentó que desde muy chico su papá y su tío lo llevaban a pescar con lanza al río.
Pero, así como sucede con un diamante en bruto, al joven atleta le faltaba desarrollarse y pulir su técnica para darle brillo a su sorprendente talento. Así fue como Flemann le pasó la posta al entrenador y especialista Juan Farías, quien desde la Escuela de Atletismo Milenio supo guiar y ayudar a Caín a desplegar su potencial.
“Este deporte es mi vida. Cuando voy a tirar, me siento como Zeus lanzando un rayo al cielo. Sueño con que la jabalina no se caiga jamás, que vuele para siempre”
Caín Arufe
Al principio las prácticas se dividían entre el Polideportivo de Villa Allende y el centro de entretenimiento del Estadio Mario Alberto Kempes, donde la joven promesa iba demostrando día a día notables mejoras en su rendimiento.
Atendiendo a su capacidad deportiva y su condición de hipoacúsico, en 2019, Farías se puso en contacto con la Confederación Argentina de Sordos (CADES). “Juan logró que Caín entrara a la Selección Nacional, asistiendo a entrenamientos, capacitaciones y torneos preparatorios selectivos para el mundial que se desarrolló en Lublin (Polonia) el año pasado”, repasó Irma Varela, su actual entrenadora, quien también supo ser esposa y fiel compañera de Farías.

Marcas para la historia
Así, con tan sólo 17 años y casi de casualidad, el joven comenzó su camino profesional como deportista de alto rendimiento. Su primer logro llegó en noviembre de 2020, cuando alcanzó su mejor marca hasta el momento (42,11 metros) durante unas pruebas oficiales en el Kempes, superando el récord del neuquino Óscar Castillo.
Meses más tarde, entrenando, Caín llegó a los 46 metros con su jabalina, asegurándose automáticamente un lugar en la cuarta edición del Mundial de Atletismo para Sordos que se llevó a cabo en Lublin, Polonia (2021) y en las Sordolimpiadas de Caxias do Sul (Brasil), que se desarrollaron el mes pasado.
Vale destacar que la participación de Caín junto a otros jóvenes deportistas del país en ambos eventos internacionales, marcó un antes y un después en la historia nacional del deporte adaptado, siendo la primera vez que Argentina contaba con representación en dichas competencias.
Pero los hitos no terminan ahí. En Brasil, el joven lanzador consiguió un diploma olímpico por alcanzar el octavo lugar a nivel mundial (con una marca de 43,03 metros), pese a no haber estado en su mejor condición física a causa de una lesión en la espalda.
“Caín es un excelente deportista, muy buena persona y ama lo que hace”, manifestó Irma Varela. “Sin dudas, seguirá creciendo y mejorando sus marcas a futuro”, afirmó la entrenadora.


Un apoyo indispensable
El día a día de Caín se reparte entre el entrenamiento, el trabajo en el minimercado de su familia y su pasión por los tatuajes. Como el mismo joven admite, su vida “es complicada” y, por ello, el acompañamiento de su familia se vuelve fundamental.
“Durante esta etapa de mi vida es difícil hacer todo. Mucho tiempo entrenando, otro poco trabajando y seguiré así hasta que me retire. Porque quiero ganar muchas medallas, todas las que pueda”, afirmó el lanzador.
Además, al formar parte del Seleccionado Argentino de Sordos, Caín también concurre periódicamente al CeNARD (Centro Nacional de Alto Rendimiento Deportivo), en Buenos Aires. Por lo que, tal como manifiesta su entrenadora, también es importante el apoyo gubernamental.
“Lo primero y principal es el acompañamiento de la familia, pero también el Estado debe estar presente, ayudando económicamente a los deportistas con becas, para que puedan continuar con sus entrenamientos, solventar gastos de viajes, estudios médicos periódicos, indumentaria, etc.”, sostuvo Irma Varela.

En la sangre y en la piel
“Este deporte es mi vida. Primero aprendí a nadar, a los cinco empecé a jugar al básquet y ahora me encontré con el atletismo. Me encantan todas las disciplinas deportivas y, cuando me retire, quiero ser entrenador o profesor”, aseguró el joven, quien además de llevar tatuajes en su piel, lleva el deporte en la sangre.
En su sueño se ve la impronta de una persona que Caín no olvidará jamás: su mentor, el entrañable Juan Alberto Farías, fallecido el 11 de junio del año pasado. “Para mí fue como mi querido papá, el mejor entrenador que he conocido. Fuimos muy unidos”, dijo con emoción.
En febrero, a pocos días de cumplir 21 años, la jabalina de Caín voló más lejos que nunca antes. Mientras se preparaba para los Juegos Olímpicos, durante un entrenamiento en el predio del CeNARD, el joven de Sierras Chicas alcanzó su mejor marca, pasando de 46 metros a 48,10.
Caín decidió entonces inmortalizar ese momento y a la persona que tanto hizo para llevarlo a ese lugar. Así, se tatuó en el brazo derecho un retrato de él mismo junto a su querido entrenador. Ahora, cada vez que Caín lanza, también lo hace Juan. “Cuando voy a tirar, me siento como Zeus lanzando un rayo al cielo. Sueño con que la jabalina no se caiga jamás, que vuele para siempre”, concluyó el joven atleta.


Qué orgullo, mi amado Bebecampeón!!!
Tan cierto tu esfuerzo.