El sábado 26 de marzo no fue un fin de semana más para las familias de la Escuela ProA de Unquillo. Ese día marcó el comienzo de una serie de acciones y reclamos organizados tendientes a exigir al Estado algo que se les viene negando hace más de dos años: el derecho a una educación de calidad.
El colegio, abierto en Unquillo en 2019, forma parte del Programa Avanzado de Educación Secundaria con énfasis en TIC de la provincia. Inicialmente funcionó en la sede del Centro Vecinal de San Miguel y posteriormente se trasladó al viejo espacio de la Escuela Especial Luis Morzone (25 de Mayo al 100), siempre bajo la promesa de construirse un edificio propio más adelante.
Reunidos cada sábado en el Parque Integrador, los padres, madres y estudiantes de la institución no solo piden la concreción de ese anuncio, sino que también reclaman por el escaso mantenimiento del establecimiento actual y la falta de elementos de trabajo básicos, como computadoras e internet (insumos particularmente necesarios para una escuela que debería hacer énfasis en el aprendizaje de herramientas digitales).
“Si bien entendemos que se trata de una propuesta experimental, apostamos por este sistema por la importancia que van teniendo las nuevas tecnologías en el mundo moderno”, comentó Verónica Sandoval, madre de un estudiante de la institución, al tiempo que lamentó la situación actual del proyecto.
Este mismo año, mientras otras instituciones educativas ya habían comenzado el dictado de clases, en la Escuela ProA de Unquillo ni siquiera se habían asignado docentes para el dictado de las materias especiales. “Los estudiantes de tercero y cuarto año no tenían designados los docentes que debían impartir las clases. Los chicos sólo están haciendo cinco materias y cursan un promedio de dos horas por día”, señaló Sandoval.
Según explicó la vecina a El Milenio, al colegio asisten aproximadamente cien estudiantes, repartidos en 25 por curso, de primero a cuarto año. Además, de las clases, reciben desayuno, almuerzo y merienda.
“Se habla de justicia social y de una provincia tecnológica, pero la falta de infraestructuras y de planeamiento termina poniendo en riesgo la calidad y la educación secundaria”
Verónica Sandoval

Sueño digital
Las siglas “ProA” hacen referencia a “Programa Avanzado de Educación Secundaria”, una apuesta creada por el Ministerio de Educación de la Provincia en 2014. Se trata de instituciones de carácter innovador que hacen énfasis en las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC), otorgando el título de Bachiller en Informática con Formación Especializada en Desarrollo de Software a sus egresados.
Para 2018 ya existían más de doce sedes repartidas en diferentes puntos de la provincia. Ese mismo año, el propio intendente Jorge Fabrissin anunciaba la apertura de una Escuela ProA en Unquillo y apuntaba que el municipio ya había adquirido “un predio de casi una hectárea, ubicado en Av. San Martín al 4300”, para la construcción de su edificio.

Por motivos que se desconocen, esto finalmente no pudo concretarse, así que los primeros estudiantes comenzaron a cursar en el Centro Vecinal de barrio San Miguel, con la promesa de tener un nuevo edificio para el año entrante.
El advenimiento de la pandemia puso en pausa todo proyecto y con la vuelta de la presencialidad en 2021, la Escuela ProA comenzó a funcionar en el viejo establecimiento del colegio Luis Morzone, donde, como cuentan los padres, varias veces tuvieron que suspender las clases debido al constante riesgo edilicio que supone una estructura tan maltrecha.
“En pleno 2022 sentimos que en cualquier momento las instalaciones pueden colapsar porque están muy deterioradas y no están preparadas para atender a los más de 100 estudiantes que actualmente cursan en el ProA”, explicó Sandoval.
Del dicho al hecho
Tras varios meses de lucha, finalmente el 5 de abril, la Provincia llamó a licitación para comenzar con las obras del nuevo edificio Proa en Unquillo. El mismo se construiría en un predio de casi una hectárea ubicado sobre la ruta provincial S-441, adquirido por la Municipalidad a tal fin con una inversión inicial de más de un millón de pesos.

Sobre ese tema, el intendente Fabrissin afirmó que “todas las gestiones que le correspondían al municipio están culminadas” y que “ahora es la Provincia quien debe comenzar y terminar el edificio”.
La obra daría inicio en julio y “calculan que estará lista para cuando inicie el ciclo lectivo del año que viene”, informó a su vez Sandoval. No obstante, afirmó que ya están “cansados de promesas” y por ende continuarán con sus reclamos en el Parque Integrador hasta que las obras finalmente comiencen a realizarse.
“Necesitamos que (la Municipalidad) nos reciba y nos cuenten qué gestiones están realizando para que los chicos puedan hacer sus talleres y contar con nuevos gabinetes. Mínimamente pedimos que realicen el mantenimiento del edificio provisorio, ya que en la actualidad solo hay una persona dedicada a esa tarea”, apuntó la madre y vecina unquillense.
Figurita repetida
Finalmente, Sandoval contó que las dificultades que están atravesando las familias ProA de Unquillo, son las mismas que sufren otras comunidades académicas del interior provincial. En La Falda, por ejemplo, tampoco cuentan con un edificio propio, alternado entre espacios cedidos por otras escuelas. Misma situación se da en la ProA de Villa María, donde las clases se dictan en aulas cedidas por la Universidad Nacional y la Universidad Tecnológica.
Ante este escenario, los padres y estudiantes de distintos establecimientos decidieron unirse y reclamar conjuntamente el inicio de las obras y el cumplimiento de la educación de calidad prometida, manifestándose a través de la cuenta de Instagram @asamblea_escuelas_proa.
“Se habla de justicia social y del futuro de una provincia tecnológica, al tiempo que se siguen inaugurando más escuelas ProA, pero la falta de infraestructuras adecuadas y de planeamiento termina poniendo en riesgo la calidad y la educación secundaria de los estudiantes”, sentenció la entrevistada.
