En la actualidad es casi imposible pensar la vida cotidiana sin internet, y el mundo del arte no podía quedarse ajeno a esta cuestión. Así, nace en los artistas no solo el deseo de exponer sus trabajos en esa gran galería virtual, sino también la necesidad de buscar nuevas formas de comercializar y proteger sus obras en un mundo donde todo puede ser copiado con tan solo un clic.
Florencia Galán Camps es una artista plástica y vecina de Villa Allende quien, gracias al apoyo de sus hijos, fue entendiendo la importancia de acercarse a las nuevas tendencias virtuales para crecer en el mundo del arte moderno. “Es un gran momento para los artistas, gracias a las redes pueden vernos desde lugares impensados”, afirmó la pintora en diálogo con El Milenio.
Gracias a la influencia de su hijo Manuel, recientemente egresado del Instituto Milenio Villa Allende, Florencia pasó de visibilizar su trabajo en internet a convertirse en una precursora del criptoarte en Córdoba.
El concepto aplica a piezas de arte no tangibles, en este caso digitalizadas a través de la tecnología NFT (Non Fungible Tokens). A través de la lógica blockchain, estas obras son certificadas como únicas y originales, ese certificado (que es como un título de propiedad) se convierte en un bien de transacción. “Es una forma de invertir, es una apuesta para el artista y su crecimiento, pero además es anticiparse a lo que se viene en el mundo del coleccionismo”, indicó Florencia.
“Los hijos te invitan a soñar más allá de lo que uno cree que son sus propias posibilidades. Me enseñaron que gracias a las redes pueden vernos en lugares impensados y abrirse puertas increíbles”
Florencia Galán Camps

El Milenio: ¿Por qué elegiste las flores como protagonistas de tu trabajo?
Florencia Galán Camps: Elegí el tema de las flores y la naturaleza en general porque es algo que me apasiona y que siempre estuvo muy ligado a mi vida, inspirada en el trabajo de mis padres, también artistas.
Por otro lado, es un tema muy rico a nivel exploratorio, te permite mucho el juego, aunque existen varios prejuicios en el ambiente artístico actual, donde se considera a las flores como una temática extremadamente alegre o banal.
EM: ¿Qué importancia le das a las redes a la hora de compartir tus trabajos?
FGC: Considero que existe un cambio de mentalidad en el consumo del arte. En muy poco tiempo, se duplicó la gente que adquiere obras para coleccionismo, decoración de interiores o incluso como una inversión.
Es un gran momento para los artistas, Instagram se presenta como LA plataforma por excelencia de visibilización. Logra que se genere más empatía entre el artista y el público, potenciando nuestro trabajo. Hoy, estar en las redes sociales es vital.
EM: ¿Cómo fue tu relación con el arte en medio de la pandemia?
FGC: Salvando el contexto sanitario, que fue preocupante para todos, a medida que pasaban los días de cuarentena, entramos en una fase de acostumbramiento de hábitos, una especie de “tiempo sin tiempo”, donde fueron desapareciendo los cánones que teníamos asumidos como rutina diaria.
Fue un periodo donde me dediqué a producir más obras y creo que no hubiera sucedido de la misma manera en otro contexto. A dos años de ese comienzo, tengo un recuerdo como dulce, positivo y hasta feliz de la experiencia del aislamiento.


EM: ¿Qué importancia le das a la familia en tu trabajo como artista?
FGC: Para mí, la familia lo es todo. Funcionamos como un equipo en la vida. Desde el primer día estuvieron presentes mis hijos, quienes me incentivaron a compartir mis trabajos en las redes sociales.
Ellos me enseñaron no sólo a utilizar Instagram, sino a potenciarlo. Mi hija Paloma genera contenido con su cámara, mientras que Manuel me invitó a un proyecto muy lindo de criptoarte que al principio me hizo mucho ruido y sacudió mi forma de ver el arte.
Los hijos te invitan a soñar más allá de lo que uno cree que son sus propias posibilidades. Me enseñaron que gracias a las redes pueden vernos en lugares impensados y abrirse puertas increíbles.
EM: ¿Cómo nació esta idea de llevar tus obras al mundo NFT?
FGC: El criptoarte es un fenómeno que se estaba dando a nivel mundial con mucha fuerza y para los años 2020-2021 se terminó de consolidar su boom. Manuel me dijo muy claramente: “Podés convertirte en la primera artista en ingresar al criptoarte o terminar siendo una de las últimas”.
A mí me gustan los desafíos y este en particular me empujó a tener que investigar, estudiar y formarme en un área que no dominaba. Afortunadamente la apuesta salió excelente y fue una gran experiencia madre-hijo en el terreno de lo profesional.
EM: ¿Por qué elegiste el nombre “Monochromatic Flowers” para este proyecto?
FGC: En el proceso de elegir qué tipos de obras iban a producirse en este nuevo formato, surgió la palabra “monocromático”. En las cuatro obras creadas existe un color predominante, con variaciones de luz y oscuridad, creando una interesante imagen plástica. Luego las mismas fueron digitalizadas y “nefetizadas” (convertidas en NFT) en la plataforma de Opensea.
EM: ¿Qué les dirías a las personas interesadas en el mundo del criptoarte?
FGC: El criptoarte a nivel local se encuentra en un estado muy primitivo en cuanto a la mentalidad del consumidor del arte. Creo que por un lado serviría explicarle (a los artistas) que se trata de un camino viable y económicamente accesible, aunque requiere mucho estudio, y por otro decirle (al público) que es una excelente forma de consumir una pieza de arte, de un artista al cual considerás una apuesta. Es una forma de inversión, de apostar a la innovación.
No obstante, es necesario que ese camino esté acompañado de un buen entendimiento de las criptomonedas y su filosofía de economía comunitaria, que apunta a generar nuevas formas de vínculos económicos entre partes. En ese mundo, las piezas de criptoarte no pueden quedar exentas.

