Aunque nació en la capital cordobesa, Natalia Wilke transcurrió su infancia paseando en las sierras junto a su familia, sin imaginar que, años más tarde, esos paisajes de disfrute y naturaleza se convertirían en su hogar.
Para ella, fueron esos recorridos por el interior los que definieron su afición por el descubrimiento y la ciencia, que tiempo después consolidó a la hora de elegir una carrera universitaria. “Me encantaba el ambiente y así me di cuenta que me gustaba la biología, porque me interesaba mucho preservar esos lugares”, recordó en una charla con El Milenio.
La actual vecina de Mendiolaza tuvo en claro, desde siempre, que quería investigar, “aunque no sabía bien de qué se trataba o cómo se hacía”. Así, comenzó a cursar paralelamente Ciencias Biológicas y Ciencias Químicas, hasta que al final optó por la segunda.
“De todas formas ahora trabajo en biofísica, un área donde estamos codo a codo químicos, físicos, biólogos y médicos, es una actividad muy interdisciplinaria”, aclaró sobre su presente que, además, la encuentra distinguida en su profesión.
“Es importante estar en el laboratorio y tener resultados, pero también poder mostrarlos, que te escuchen, te discutan y no queden donde nadie los lee. Este premio me ofrece esa posibilidad”
Natalia Wilke

Hoy, Wilke es doctora en Ciencias Químicas e investigadora del Centro de Investigaciones en Química Biológica de Córdoba (CIQUIBIC) y del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), además de desempeñarse como docente en la Universidad Nacional de Córdoba (UNC), donde se formó.
Por su labor, en 2021 recibió el Premio Houssay, un galardón a la generación de conocimiento, al impacto socioproductivo y a la formación de recursos humanos, otorgado por el gobierno nacional. Se trata de un reconocimiento destinado a investigadores que hayan desarrollado la mayor parte de su trayecto científico en el país y consiste en una medalla, un diploma y un incentivo económico.
Los ganadores se anunciaron el 23 de diciembre del año pasado, aunque la ceremonia de entrega tuvo lugar el 14 de enero, en el Salón Blanco de la Casa Rosada. El evento contó con la presencia del presidente Alberto Fernández, el ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación Daniel Filmus y la presidenta del Conicet, Ana Franchi.
Oportunidades en puerta
Wilke, fue la UNC quien la presentó. La noticia del premio le llegó imprevistamente una tarde rutinaria de trabajo remoto, en su vivienda de Mendiolaza.
“Estaba en la computadora y me llegó un mail del Ministerio de Ciencia y Tecnología contándome que estaba seleccionada y pidiéndome que enviara un escrito sobre mi trayectoria, como también que actualizara el CVar, una base de datos nacional del personal científico”, relató.
“No lo podía creer”, agregó entre risas, “la llamé a mi hija para que lea y corrobore si yo estaba entendiendo bien lo que decía. Me llevó un rato largo procesarlo, incluso le contaba a la gente sin estar segura”.
Sobre lo que significa tal logro, la investigadora reflexionó: “Es un gran honor, muy meritorio y lo más importante es haber sido convocada, contar con ese antecedente de ahora en más. Ya era feliz con haber sido tenida en cuenta, no puedo explicar lo que sentí al ganar”.
Además, destacó las “grandes posibilidades” que se abren a partir de este momento para su labor. “Más que nada aumentan las chances de divulgación, que no es menor. Es importante estar en el laboratorio y tener resultados, pero también poder mostrarlos, que te escuchen, te discutan y que no queden donde nadie los lea”, explicó.
“Por otro lado, por supuesto, recibir financiamiento para planes próximos es fundamental. Con esto se vuelve más posible la presentación a entidades y que aprueben otras propuestas”, agregó a su vez.

Actualidad desafiante
Antes de su reciente logro, Wilke había obtenido una beca para ejercer en Alemania. Estados Unidos y Brasil fueron, a su vez, otros destinos en los que pudo desenvolverse a lo largo de su camino profesional, hitos que destaca como grandes éxitos en su carrera.
Asimismo, resaltó el progreso alcanzado en sus investigaciones. “Empecé con una tesis en el área fisicoquímica y pude ir moviéndome a otros sectores, trabajando en sistemas mucho más complejos”, señaló y contó con emoción: “Son las cosas que me han ido poniendo feliz en estos años”.
Actualmente, la científica está abocada al estudio de la membrana celular y el modo en que las transformaciones que ésta pueda sufrir, por diversos factores, afectan o no al organismo. Aunque está contenta con su trabajo, no deja de señalar las dificultades que existen para avanzar dentro de este ámbito en Argentina.
“Siempre hay complejidades económicas y vinculadas a la distancia, ya que estamos lejos de todos los centros donde se maneja la ciencia del mundo y viajar es muy caro”, advirtió y agregó en la misma línea: “También hay que sortear el tema de las trabas burocráticas para compras en el exterior, una problemática histórica en el país”.
Al respecto, explicó que los procesos de adquisición de insumos son “lentos y engorrosos”, atrasando muchas veces la resolución de hipótesis que delimitan las indagaciones. Aunque señaló que entre colegas se las “ingenian”, lamentó: “Todos renegamos con estas cuestiones, día a día”.
Asimismo, la integrante del Conicet reflexionó sobre la brecha de género existente en la institución y dijo: “Los puestos jerárquicos están mayormente ocupados por hombres y esto tiene que ver principalmente con el tiempo que uno debe dedicar. La sociedad le asigna roles a la mujer que le generan complicaciones para organizarse y eso hay que cambiarlo”.
Hacia el final de la entrevista, Wilke habló de sus metas a futuro: “Quiero ampliarme y hacer algo más relacionado a la extensión, aunque ahora estoy inmersa en una tarea de cuatro años y enfocada en ello”.
Por último, instó a la juventud a involucrarse en la ciencia, pero, sobre todo, a seguir sus verdaderos intereses. “Pongan ganas en lo que deseen, sea esto o cualquier cosa”, cerró.
