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“Sin el otro, no somos nada”

Matías Ferro forma parte del staff técnico directivo de uno de los proyectos deportivos más interesantes de la región. Tras un año complicado por la pandemia, el equipo de básquet del Club Jorge Newbery de Río Ceballos refuerza su sentido de pertenencia y amplía espacios de enseñanza desde una perspectiva empática y colectiva. Entre sus propuestas, destaca la incipiente consolidación del grupo femenino.

Colaboración: Joaquín Gómez y Emilio Ballistreri (4to IENM). Bruno Manno, Martina Stampella y Melody Lo Preiato (4to IMVA).

León Najnudel, creador de la Liga Nacional Argentina de Básquet, le diría alguna vez a un joven Sergio Hernández (ex DT de la Selección Nacional), que su profesión era la de entrenador y que debía hacerse cargo de su rol y mostrarlo con orgullo.

En ese momento estaban llenando los papeles de migraciones en un aeropuerto, pero el “Oveja”, que luego se convertiría en una leyenda del deporte, alcanzó a comprender el valor de reivindicar su trabajo, que ser entrenador de básquet era una profesión como cualquier otra, ya sea el técnico de Los Ángeles Lakers o del equipo más humilde de Colonia Dora, en Santiago del Estero.

Ese espíritu sin duda está presente en el corazón de Matías Ferro. Empleado bancario por las mañanas, entrenador de básquet en el Polideportivo Jorge Newbery por las tardes y padre de tres hijos las 24 horas de cada día, Ferro admite que tiene “una agenda bastante completa”.

Sin embargo, para este hombre el básquet no es una actividad extra, no es un cable a tierra, ni una manera de salir del tedio de las responsabilidades cotidianas. Para Ferro, el básquet es su lugar en el mundo.

A simple vista, quienes no encuentran un lugar así, podrían describir lo que hace como un hobby, un capricho o un sueño. Pero no, Matías es entrenador de básquet y buena parte de sus proyectos se centran en el desarrollo del deporte que ama.

Matías creció en las categorías infantiles del Jorge Newbery, pasó por diversos clubes y jugó en planteles de primera, para finalmente dedicarse a la formación. Foto E. Parrau/El Milenio.

Quizás por eso, llega a su casa luego de una jornada agotadora y se hace un tiempo para ver el partido del seleccionado femenino sub 19 ante Australia. “Lo tengo que ver a esa hora porque no llego a verlo en directo”, confiesa.

“La decisión de ser entrenador fue como un llamado interior. Siempre me gustó, desde que era chico tenía ganas de ser entrenador, de formar a los niños desde el mini básquet. También es cierto que mis capacidades como jugador llegaban hasta un límite y fui papá siendo muy joven, entonces me dediqué mucho más a la familia”, comenta en diálogo con El Milenio.

Al menos cinco días a la semana, cualquiera puede encontrar a Ferro entrenando a distintos equipos del club, o dirigiéndolos en competencias. Matías es el entrenador principal del equipo femenino y del masculino U19. Además, se desempeña como asistente en la primera masculina del Club Jorge Newbery. 

No escatima en esfuerzos ni se deja desmotivar por una pandemia que golpeó fuertemente a los deportes colectivos. Por el contrario, continúa analizando maneras de que los vecinos se sumen a un juego electrizante.

Durante el año pasado, junto a otros miembros del club, emprendió una campaña llamada “Un aro en tu casa”, construyendo aros para que los jóvenes y niños que asisten al Polideportivo Jorge Newbery tuvieran uno de los dos elementos imprescindibles para seguir jugando. “Buscamos fondos, los armamos, nos fijamos quiénes están yendo al club, a quiénes les falta un aro en la casa y se lo llevamos”, explica con simpleza Matías.

El año pasado, Ferro y otros miembros del club emprendieron la campaña “Un aro en tu casa”. Foto gentileza @newberybasquet.

El Milenio: Hoy en día, ¿dirías que cuentan con las condiciones adecuadas para entrenar?

Matías Ferro: Ciertamente no, hoy no contamos con las condiciones ideales para entrenar, tanto en relación a la infraestructura edilicia, como a los materiales. No estamos mal tampoco, pero teniendo en cuenta el proyecto que venimos trabajando hace ya varios años, con un plan particular que lleva cuatro años sosteniéndose, no tenemos las condiciones que necesitamos.

EM: En 2017 comentabas que era necesaria la construcción de un nuevo polideportivo y el crecimiento de la base de jugadores. ¿Pudieron cumplir esos objetivos?

MF: En cuanto a la base de jugadores creo que lo cumplimos con creces. De hecho, en medio de la pandemia, cuando pudimos volver a abrir por primera vez, llegamos a 150 deportistas, porque incorporamos dos categorías nuevas. 

Este año volvió el básquet femenino después de más de 12 años de ausencia en el club. También incorporamos la categoría senior, con la intención de competir a nivel provincial y generar un espacio para los adultos que no tienen lugar o no les interesa la rama más competitiva de la primera. Esas dos categorías, más el tremendo incremento de chicos que viene teniendo el mini básquet, generan una cantidad muy importante de participantes.

La construcción de un nuevo polideportivo nunca se concretó. El plan del gobierno de turno era descomprimir la enorme cantidad de actividades que se realizan en el Jorge Newbery, generando un espacio anexo con condiciones similares. Pero ese plan no llegó a operativizarse.

EM: ¿Existen objetivos deportivos competitivos en un contexto como el actual?

MF: No, la verdad que este último año y medio bajamos todas las expectativas deportivas y nos amoldamos a un panorama insólito, en donde todos estamos aprendiendo. Nuestra idea para este 2021 era que los chicos y chicas vuelvan a la cancha, nada más. Estamos haciendo fuerza para que el espacio no se pierda y nos estamos encontrando con diferentes realidades. Varios jugadores dejaron de participar, entonces la consigna no pasa por la competencia, pasa por volver a la cancha.

EM: ¿Cuáles son los principales valores que los entrenadores de Jorge Newbery buscan transmitir en los entrenamientos? 

MF: Creo que el compañerismo y la empatía. Nosotros no “elitizamos”, por el contrario, buscamos que los chicos entiendan la importancia de pertenecer a algo. Ese pertenecer a algo implica también un montón de responsabilidades, que tienen que ver con integrarse al compañero que tenés al lado, porque sin el otro, no somos nada. Así que partimos de la base de que necesitamos al otro y desde ahí vamos construyendo nuestra identidad y nuestra idea de juego.

Tras 12 años de ausencia, el equipo femenino busca volver a establecerse de la mano de jugadoras de todas las edades. Foto E. Parrau/El Milenio.

EM: ¿Cómo se viene desarrollando el equipo femenino? 

MF: El básquet femenino de Río Ceballos fue potencia a nivel nacional. Fuimos campeones en la década de los 80 con un equipo tremendo. Y de hecho acá ocurrió algo muy curioso y es que el equipo masculino de básquet se anexó al equipo femenino. El protagonismo era de las chicas y luego, por distintas circunstancias, el básquet femenino se fue perdiendo, con muy pocos clubes desarrollándolo. 

Hace tres años que veníamos peleando en Jorge Newbery para tener un equipo de mujeres y este año yo me puse al mando del proyecto. Terminamos consiguiendo un lugar, un horario y empezamos a convocar a “la vieja guardia”. Son chicas con las que incluso he compartido cancha cuando era más joven y que en los últimos tiempos no contaban con un espacio. Más allá de nuestro caso, el básquet femenino viene creciendo muchísimo a nivel nacional y eso es fantástico.

EM: ¿Cuántas jugadoras integran el plantel femenino?

MF: Alrededor de 15 chicas integran el equipo, con un mix bastante particular. Yo entreno a todas las mayores de 14 años y tenemos jugadoras de hasta 50 años. La idea es cuidar el espacio, fortalecernos como grupo y a futuro ampliar la franja horaria en la que entrenamos porque están muy entusiasmadas. 

La pandemia nos cortó un poco al medio, porque toda la franja de 30 años para arriba dejó de venir y a las más chicas, los padres dejaron de mandarlas por el miedo a la segunda ola de contagios. Hace algunas semanas volvimos a entrenar y estamos haciendo todo un trabajo para traerlas de nuevo a la cancha, proponiéndoles que primero se vacunen, porque eso es trascendental. El año que viene nos gustaría meternos en alguna competencia para poder empezar a afianzar el espacio de las chicas en el club.

EM: ¿Cómo es liderar un grupo humano, en el deporte amateur, con edades tan disímiles?

MF: Es complejo, pero al mismo tiempo muy simple, porque todas se hacen parte de un mismo proyecto. Yo agarré a las chicas más grandes, que la tienen super clara con este deporte, y las invité para que cumplan un rol fundamental en el crecimiento de las más jóvenes. Se viene armando una química muy interesante, en donde las más grandes hacen que las más chicas se sientan protegidas y al mismo tiempo aprendan un montón.

La paciencia de un grupo de mujeres que ya sabe de qué se trata esto es muy importante. Ellas suelen adaptarse un poco más a las que recién arrancan, pero también les damos el espacio dentro del mismo entrenamiento para que puedan continuar su desarrollo.

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