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Un nuevo párrafo para la infancia

Tras albergar a una pequeña niña en guarda por dos años, Marisela Cacho comprendió que su meta en la vida era darles cariño y contención a todos esos menores que necesitan un espacio al que llamar hogar mientras la Justicia resuelve sus situaciones familiares. Así nació Punto y Aparte, un lugar donde doce niños, niñas y preadolescentes comienzan a reestructurar sus vidas gracias al apoyo de sus cuidadores.

Colaboración: Benjamín Marques y María Paz Weht (4to IENM). Julia Fracchia y Trinidad Moya (4to IMVA).


Son miles las razones por las cuales la Justicia tiene que separar a niños y niñas de sus hogares, desde procesos difíciles de adopción hasta casos de violencia o abandono. Tan sólo en el año 2020, la Secretaría de Niñez, Adolescencia y Familia de Córdoba (Senaf) intervino en más de dos mil llamados de emergencia donde menores fueron víctimas o se vieron envueltos en delitos de diversa índole.

Durante el tiempo que tardan en resolverse esas situaciones judiciales, el Estado tiene la obligación de garantizarles un hogar donde sean acompañados y puedan recibir todo el cariño y contención que les fue negado. 

Si bien existen diversos programas voluntarios de guarda para familias particulares, lo más probable es que sean llevados a hogares temporales y fundaciones. Lamentablemente, como los casos judiciales que involucran a menores van en aumento, también ha crecido enormemente la demanda de estos espacios.

Ante esta necesidad acuciante, nace el Hogar de Infancias Punto y Aparte, ubicado en Río Ceballos sobre la Av. San Martín al 2000. “Realmente existía una urgencia de alojar niños”, comentó a El Milenio la subdirectora del establecimiento y presidenta de la Fundación Bitácoras, Marisela Cacho.

“Nuestro proyecto en realidad estaba planteado para contener niños y niñas de entre cuatro y doce años, pero desde la Senaf nos pidieron que atendiéramos también a preadolescentes, por lo que actualmente ayudamos a menores de hasta 15 años”, explicó.

Así, hoy son doce los y las menores que viven en el hogar desde que abrió sus puertas, en febrero de este año. Como apuntó Marisela, prefieren atender a pocos infantes para ofrecer un trato más personalizado a cada uno de ellos, conocer sus necesidades particulares y ayudarlos a sanar sus heridas emocionales con afecto y cariño. “Nuestra forma de cuidarlos es lo más parecido a una familia, con valores, principios y costumbres, junto al acompañamiento de muchas personas que los contienen”, añadió con orgullo la mujer.

Pensar en familia


El sueño de abrir un espacio de estas características en Río Ceballos nació en octubre del año pasado, cuando un grupo de amigos que ya venían trabajando en otros hogares como voluntarios, decidieron ponerse al frente de este proyecto.

Como contó Marisela, la idea de crear el hogar empezó a gestarse hace un tiempo, después de vivir su propia experiencia como voluntaria, cuando se encargó por dos años de la guarda de una pequeña niña que, por diversos problemas familiares, no contaba con un hogar.

Aquella vivencia le permitió considerar la idea de abrir un espacio para colaborar más de cerca con estos pequeños que necesitan volver a confiar en los adultos para encaminar sus vidas. “Así nació este deseo de ayudar un poco más o de otra manera si se quiere, entender cómo se maneja el sistema, las cosas buenas y las malas, ver cómo puedo cambiar esta realidad”, manifestó Marisela.

“Creo que el mayor sueño que tengo con la Fundación Bitácoras es que, durante el tiempo que estén con nosotros, se lleven algo que marque la diferencia en sus vidas, que entiendan que pueden cambiar su realidad”, expresó la presidenta de esta organización cuyo objetivo es la promoción de mejores y más eficientes políticas para el desarrollo de niños, niñas y adolescentes.

“Nuestro anhelo es que Punto y Aparte sea un hogar modelo, un lugar que pueda entrenar a otras personas y mostrarles que el cuidado de los infantes está basado en la plena promoción de los derechos de los niños”, expresó la entrevistada.

Un llamado del deber


“Algunos teníamos la inquietud de dedicarnos a esta tarea, otros directamente sentían este llamado del deber. Así empezamos a soñar este proyecto”, amplió Marisela al hablar sobre el origen de su institución, cuyo primer paso se dio en diciembre del año pasado, cuando recibieron la autorización formal de la Senaf para funcionar. 

De hecho, tal era la emoción por comenzar que abrieron sus puertas el mismo mes que firmaron el contrato de alquiler. “Este es uno de los primeros hogares que tiene pocos niños a cargo y desde la Senaf apoyan la idea de abrir más espacios de este tipo y no lugares tan grandes, porque se pierde la posibilidad de hacer un trabajo integral con los chicos”, comentó la subdirectora del proyecto.

“Nuestro equipo está conformado por doce cuidadores y una parte técnica, que incluye a una trabajadora social, un psicólogo para los más pequeños y una psicóloga para los más grandes”, comentó la entrevistada, quien comparte la administración del lugar con el director, Amilcar Farías.

“Cada niño que llega tiene una historia escrita y no pretendemos borrarla. Queremos que puedan escribir un nuevo párrafo con nosotros y que esa experiencia les sirva cuando reanuden sus vidas”

Marisela Cacho

A su vez, destacó que todo el staff es remunerado, ya que, si bien consideran que el voluntariado es una noble llamada, muchas veces dificulta generar un compromiso a largo plazo. “Los niños y niñas necesitan crear vínculos duraderos y una estabilidad emocional con las personas que se encargan de su guarda”, explicó Marisela.

No obstante, están abiertos a recibir ayuda y trabajo voluntario en otras áreas, como apoyo escolar, atención pedagógica y esparcimiento. “Hay personas que vienen a cocinarles o a cortarles el pelo, por ejemplo. Ahora por la pandemia estamos un poco limitados, pero tenemos muchos proyectos en mente”, manifestó.

“Nosotros entendemos que cada niño, niña o adolescente que viene acá tiene una historia escrita y no pretendemos borrarla, solamente queremos que hagan un punto y aparte, que puedan escribir un nuevo párrafo con nosotros y que esa experiencia les sirva para cuando reanuden sus vidas”, concluyó con esperanza Marisela.

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