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Alas de metal

De la mano de Manuel Solís, Ana Gollan llegó a la escultura hace solo siete años, aunque sus obras ya han trascendido las fronteras de Sierras Chicas para alcanzar distintos rincones del mundo. Recién llegada de una muestra en Dubái, la artista defiende la fórmula de tenacidad, trabajo y esfuerzo como clave de su trabajo. En noviembre, su escultura dedicada a los tripulantes del ARA San Juan fue colocada en el polideportivo de Mendiolaza junto a una placa conmemorativa.

Colaboración:

Pablo Dacunte y Santino Gramaglia.

4to Año, Instituto Educativo Nuevo Milenio.

Ema Rebosolán y Tamara Schmith.

4to Año, Instituto Milenio Villa Allende.


“El arte siempre me siguió y nunca me había dado cuenta”, compartió de entrada la escultora Ana Gollan, conversando con El Milenio. A su temprana edad, los dibujos al pasar invadían las carpetas del colegio de manera silenciosa, hasta que la adolescencia la situó de cara frente al mundo del arte. Más tarde, en 2013, esos mismos trazos que habitaban en su interior la llevaron a convertirse en aprendiz del reconocido escultor Manuel Solís, punto clave que marcó el rumbo de su desarrollo artístico.

“Él me llevó a inclinarme por la escultura, una rama de la que no sabía nada y todavía creo que no sé mucho”, declaró Gollan. Las visitas al taller del gran artífice del metal, la observación y la imitación, le dieron sus incipientes aprendizajes de quien se convirtió en su primer maestro de escultura, “a su manera, con muchas enseñanzas de la vieja escuela y disciplina”, en palabras de la discípula.

“La creatividad viene sola, pero primero hay que trabajar mucho, todos los días”, compartió la vecina de Villa Allende que se basa en distintos metales, desde el hierro hasta la chapa. Estos materiales, pesados y toscos, son manejados con delicadeza femenina por esta artista que arranca sus mañanas con un café, un dibujo, un alambre, una soldadora y mucha imaginación.

Los animales y la naturaleza son el eje temático de sus obras. Colibríes, lechuzas, caballos, tucanes, ciervos, mamboretás y hasta hormigas se materializan en diversas escalas. “Mis animales tienen movimiento y trato de buscar su alma. A veces me sale y a veces no, a veces las patas me quedan chuecas y queda lo que se ve”, resumió la escultora, con frescura, y reconoció no tener una palabra exacta para definir su arte.

“El oficio es muy importante. De Manuel aprendí que hay que trabajar mucho y valorar el esfuerzo. Empeñarse todos los días un poco, aunque no se tenga la inspiración. A veces no me sale nada y a veces, en diez minutos, hago algo genial, pero hay que moverse. Sin trabajo no hay logros, o por lo menos eso pienso”, reflexionó Gollán.


Un toro en Dubái


Así como los toros son la marca registrada de Manuel Solís, Ana siente una particular fascinación por las aves. Foto gentileza.


En el mes de octubre, mientras el mundo se resguardaba en sus hogares, la osadía de la artista la llevó a sacar una visa por primera vez, cargar una maleta con sus obras y subirse a un avión para terminar en la exposición internacional World Art Dubái 2020, en la lujosa y moderna ciudad de los Emiratos Árabes Unidos.

“Me tomé el atrevimiento de hacer un toro, porque cuando uno aprende de otro, sin querer, guarda esa forma o estilo. Es difícil desprenderse del maestro”, compartió Gollan sobre una de las obras que llevó a la exposición. Todas sus creaciones causaron un gran impacto y fueron bien recibidas por el público. Algunas, de hecho, se quedaron en Dubái como muestra. La invitación vino de la mano de su amiga y escultora Trinidad Campos, y juntas representaron a Argentina en el evento.

Para juntar el dinero necesario y cruzar el charco, Gollan eligió una estrategia simple y, a la vez, poco convencional para un artista: rifó una de sus obras. “El cariño de la gente es invaluable, sin el apoyo de todos ellos, no podría haber viajado. Fue una experiencia hermosa y un logro muy importante. Me sentí alentada por todos, eso te levanta el alma y el espíritu”, expresó la escultora.

“En dos meses logré irme, y eso que parecía imposible, porque encima está el tema del COVID-19. Todo el mundo decía ‘estás loca’, pero lo logramos”, sonrió la escultora y agregó: “Fue un esfuerzo impresionante de tenacidad. Por eso digo que hay que mantenerse firme y esforzarse para lograr las cosas”.

Obras viajeras


Los animales de Gollan han recorrido el mundo. Más allá de la reciente experiencia en Dubái, sus trabajos se pueden encontrar en Suiza, Estados Unidos y Chile. En 2017, el país trasandino organizó el Simposio Internacional de Escultura de Valdivia, donde Gollan ganó el premio a la popularidad “Luz Propia”. También ha realizado exposiciones en Villa Allende, Unquillo, Mendiolaza, Nono y otras localidades cordobesas.

Una de sus últimas obras se encuentra bastante lejos de la temática salvaje y natural habitual para ella. El 15 de noviembre, el gobierno de Mendiolaza inauguró un homenaje a los 44 tripulantes del submarino ARA San Juan que naufragaron en el Océano Atlántico hace tres años. El intendente Daniel Salibi, junto a los miembros del Concejo Deliberante, encabezaron un acto donde se bautizó a la plaza del polideportivo municipal como “44 héroes del ARA San Juan”.

Esta iniciativa fue acompañada por una distintiva escultura de Ana Gollan, creada en 2018, que se suma a otras obras permanentes de su autoría que se encuentran en la Ciudad Campo, como la enorme hormiga de la costanera y la placa en honor a los veteranos de las Islas Malvinas.

“Fue raro porque no suelo hacer este tipo de obras, lo mío son los animales y los pájaros, pero me animé”, reconoció la artista. “Considero que ellos no van a morir nunca, van a estar en nuestra memoria siempre. El arco de alguna manera representa el sol, como si ellos viajaran hacia esa perpetuidad”, explicó la artista al hablar sobre las intenciones de su obra.

A siete años de haberse iniciado como escultora, para Gollan el camino recorrido representa uno de sus mayores logros, aunque considera que aún queda mucho por andar. “Las obras que hago se van y eso da mucha satisfacción. Ellas tienen que irse, no están para tenerlas en casa, las tienen que apreciar otras personas, porque es así como uno se siente gratificado”, cerró la escultora y valoró todas las esculturas realizadas que hoy enriquecen distintos rincones del mundo.

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