Colaboración:
- Agostina Khon y Sol Vélez.
- 4to Año, Instituto Educativo Nuevo Milenio.
- Milagros Franchi y Constanza López.
- 4to Año, Instituto Milenio Villa Allende.
La robótica reúne numerosas disciplinas que van desde la mecánica, la electrónica o la informática hasta el diseño y la computación, entre otras. Para Diego Agostini, profesor de Tecnología oriundo de Villa Allende, la robótica es mucho más que la simple construcción de “muñecos que caminan”. “Es también cuando vas al supermercado y la puerta se abre sola, porque hay un censor programado para hacerlo. La robótica es inteligencia artificial y es lo que se viene”, señala el docente sobre esta herramienta que ya es parte indiscutida de la sociedad actual.
En este sentido, Agostini afirma que hoy en día Córdoba es cuna de programadores, especialistas en software y profesionales afines. “Tenemos varias empresas líderes como Mercado Libre, Globant o McAfee, así como otras de menor porte que salen desde Córdoba para todo el mundo”, continúa.
Aprovechando este próspero panorama, el docente decidió propulsar un novedoso espacio de educación tecnológica en Mendiolaza, donde reside hace ocho años. Así, en 2018 nació ZonaBot, un sitio donde niños, niñas y adolescentes recorren los aprendizajes necesarios para aplicar la ciencia a instrumentos cada vez más insertos en la vida cotidiana.
Aunque proveniente de las telecomunicaciones, Agostini siempre se sintió atraído por la robótica. En Buenos Aires, tuvo la oportunidad de profundizar el aprendizaje necesario para empezar a dictar clases. “Arranqué comprando un kit por mi cuenta y experimentando. Como me gustó mucho, probé enseñarles a mis hijos y les apasionó, entonces decidí hacer este emprendimiento”, recuerda y aclara que el proyecto tiene otra sede en Valle Escondido.
Docente de Nivel Secundario, al principio Diego se lanzó en solitario a la novedosa aventura, pero más tarde sumó otros profesionales que hoy lo acompañan en este camino. El principal objetivo de la propuesta es expandir esta perspectiva formativa para afrontar un futuro atravesado, aún más, por el desarrollo tecnológico. “La robótica es lo que se viene. Cuando dicen que puede hacer desaparecer empleos, hay que tener en cuenta que también genera nuevos puestos de trabajo, muchos de los cuales todavía no existen e irán surgiendo con el avance de la tecnología”, explica.
El Milenio: ¿Con qué método enseñan robótica a los niños y cómo desarrollan sus proyectos?
Diego Agostini: El método que usamos es uno propuesto por LEGO, la plataforma mundialmente conocida por los ladrillitos, pero que también tiene planes educativos. A través de ciertas herramientas, armamos un robot y lo programamos, aplicamos la ciencia en un proceso donde vemos conceptos que van desde la física, hasta la computación.
El profesor actúa principalmente como guía. Nosotros estamos capacitados por la misma empresa y utilizamos kits donde vienen todos los materiales, no sólo los ladrillitos, sino también ruedas, motores, censores, etc.
EM: ¿Cómo es la modalidad de los talleres?
DA: Están dirigidos a chicos y chicas de 6 a 16 años, aproximadamente, y tienen una duración cuatrimestral. El método es progresivo, tenemos varias etapas. Al principio les damos los modelos de robots y al final arman sus propios proyectos aplicando las habilidades incorporadas. En este contexto, además, hemos implementado el dictado de clases online, aunque en octubre retomamos las presenciales.
“La robótica y la programación ayudan a desarrollar el pensamiento crítico, el poder de decisión, la resolución de problemas y el trabajo en equipo, cualidades muy importantes en la sociedad actual y futura”
EM: ¿Qué beneficios tiene aprender robótica y qué herramientas permite desarrollar?
DA: Los niños y jóvenes adquieren habilidades básicas de programación, de pensamiento crítico, de resolución de problemas y, principalmente, de colaboración, ya que hacemos mucho hincapié en el trabajo en equipo. En cada clase, los chicos van cambiando sus roles, uno hace de constructor y el otro, de ingeniero o programador.
EM: ¿Cómo le enseñás programación a los más pequeños?
DA: Nosotros sugerimos una edad mínima de seis años, porque necesitamos que sepan los números y los colores. Usamos una plataforma que funciona a través de bloques y es muy visual. Por ejemplo, el inicio de la secuencia se establece con un triángulo de color verde y, el final, con un cuadrado rojo. Para las direcciones usamos flechas, que las arrastran para doblar, y pueden controlar la velocidad del motor a través de un dibujo que es como el velocímetro de un auto. Es muy práctico.
El proyecto que sigue para chicos más grandes es muy similar, pero más complejo, ya que se incorporan elementos y conceptos nuevos. Después tenemos un tercer programa basado en scratch (un lenguaje de programación visual especialmente diseñado para iniciantes) y recientemente hemos incluido uno para los chicos de 16 años de programación en C, un lenguaje más complejo, pero que aprenden sin grandes dificultades al venir haciendo un trayecto progresivo.
EM: ¿Tuviste algún desafío particular al encarar este proyecto en Mendiolaza?
DA: No, la verdad nos vino muy bien. Es más, trabajé con la municipalidad en una escuela de verano dando un par de clases de robótica a los niños más pequeños, donde vemos todo lo que es mecanismos y piezas. A veces simplemente les enseñamos qué es una polea, qué es un engranaje, cómo trabajan, cuál es su diferencia, etc.
EM: ¿Cómo ha sido la recepción del proyecto en Sierras Chicas? ¿Tienen muchos estudiantes?
DA: La verdad que hemos tenido buena repercusión. Tenemos entre 50 y 55 estudiantes y esperamos recibir más. Queremos que la sociedad se siga sumando a aprender programación y robótica, para que vean cómo ayuda a desarrollar el pensamiento crítico y el poder de decisión, cualidades que nos están haciendo mucha falta ahora. La programación no sólo nos permite hacer robots, sino fundamentalmente entender el pensamiento computacional. Tenemos que pensar como un robot para programarlo, porque el robot sólo puede hacer lo que nosotros le decimos.