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Justicia por Blas Correas. Gran convocatoria frente a un reclamo silencioso en Córdoba

Justicia por Blas Correas. Gran convocatoria frente a un reclamo silencioso en Córdoba

El pasado jueves 13 de agosto, familiares y amigos de Valentino Blas Correa marcharon silenciosamente por el centro de la Ciudad de Córdoba.

  • Por Florencia SánchezLucrecia Lopez y Camila Centeno
  • 6to Año, Instituto Milenio Villa Allende

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La marcha convocada el día 13 de agosto a las horas, inició desde Colón y General Paz hasta alcanzar el grueso de la misma, a las 19:10 frente al Patio Olmos, cuando la familia decidió dar un pequeño discurso a todos los presentes.

Que se haga Justicia, que esto no quede en un triste recuerdo de tu asesinato, hermanito querido, que sirva para que nadie mas pase lo que estamos pasando”, exclamó el hermano de Blas en frente a aproximadamente 3 mil personas, según la estimación de Defensa Civil.

Muchos de los presentes eran jóvenes de edades que oscilaban entre los 13, 14 y 18 años de edad. Aunque también concurrieron muchas familias en una marcha que registra pocos antecedentes en la Provincia en lo que respecta al reclamo de Justicia por un homicidio.

Si bien, ante la masividad de la marcha, fue imposible que se respeten las normas del distanciamiento social requeridas, este medio pudo comprobar que el grueso de los presentes utilizaba barbijo y se buscaba mantener mínimos resguardos sanitarios.

A pedido de la familia, fue una marcha silenciosa con eventuales manifestaciones de aplausos; por otro lado, no fue necesario una amplia cobertura policial y tampoco se registraron hechos de violencia o destrozos.

El caso


El hecho que terminó con la vida de un adolescente de 17 años, tuvo lugar el pasado jueves 6 de agosto alrededor de las doce y media de la noche, tras una confusa persecución policial.

Valentino Blas Correas, iba en el asiento trasero del vehículo Fiat Argo, junto a dos acompañantes, cuando recibió un balazo en la espalda.

Según investigaciones que maneja la Justicia, los ocupantes del vehículo habrían evadido un control policial al sentirse amenazados por motochorros y por ese motivo, protagonizaron el intento de escape y el posterior accionar desmedido de la Policía para frenarlos.

Tras notar la herida de bala, los adolescentes acudieron a la Clínica Aconcagua en la cual, un administrativo del lugar no habría aceptado atender a Blas.

Según declararía posteriormente un empleado de la clínica a la TV Pública: “no veía rastros de sangre”, por lo que les pidió que se retiraran del establecimiento y se dirigieran a otro centro de salud.

Desde el nosocomio privado comentaron a diversos medios, que nunca se le avisó a ninguno de los médicos que estaban en la guardia sobre el estado del menor.

Por este hecho, están detenidos actualmente dos policías masculinos como autores de los disparos, mientras que otras dos oficiales mujeres que los acompañaban esa noche, están siendo investigadas por la figura de encubrimiento agravado.

Aunque en las últimas horas del pasado viernes 14 de agosto, el fiscal que entiende la causa, José Mana, imputó al subcomisario Sergio Alejandro González por encubrimiento agravado y omisión del deber de funcionario público.

¿Abandono de persona?


Un tema que actualmente está en discusión es, si frente al hecho ocurrido el administrativo de la Clínica Aconcagua incurrió en la figura delictiva de abandono de persona al no atender al joven herido.

Consultado sobre el tema, un especialista en derecho le explicó a El Milenio que la figura penal exige ciertos requisitos para que proceda de tal forma, como ser el responsable directo de ocasionar el perjuicio a la víctima o no dar aviso correspondiente ante el peligro.

El artículo 106 del Código Penal es el que regula el abandono de personas y su texto dice que el que pusiera en peligro la vida o la salud de otro, sea colocándolo en situación de desamparo o abandonándolo a su suerte, quedará reprimido con prisión de 2 a 6 años”.

El ejemplo más común es el de ir manejando en una calle sin peatones, atropellar a una persona y darse a la fuga; es decir, se produce un daño, sin intención y no asiste a la víctima.