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La otra cara de la pandemia

La disminución de la actividad humana trajo un impacto positivo para el medio ambiente. En Sierras Chicas, el aislamiento obligatorio no sólo redujo las emisiones de gases contaminantes, sino que permitió la aparición de animales silvestres en zonas urbanas. Para los especialistas, el verdadero desafío es qué pasará cuando concluya la cuarentena.
  • Colaboración: Sofía Casado.
  • 4to Año, Instituto Milenio Villa Allende

La pandemia suscitada por el nuevo coronavirus ha puesto en jaque la salud y la economía del mundo. Sin embargo, al mismo tiempo ha traído un inesperado beneficio para el ambiente global. El aislamiento, además de ser la mejor herramienta para frenar la expansión del SARS-CoV-2, produjo un cese forzado de la actividad humana y la contaminación que conlleva.

Durante la cuarentena, la paralización del transporte mundial y el sector industrial redujo notablemente la generación de dióxido de carbono (CO2) y otros gases de efecto invernadero, principales responsables del cambio climático.

Sólo en China, las emisiones de CO2 bajaron un 25% durante febrero, lo cual equivale a un 6% del total emitido a nivel global, según reveló un informe de Lauri Myllyvirta, analista del Centro de Investigación en Energía y Aire Limpio. En la ciudad de Buenos Aires, la Secretaría de Ambiente informó que las partículas y gases contaminantes presentes en el aire se redujeron un 50% a fines de marzo, cuando se decretó el aislamiento.

Mientras tanto, a lo largo del mundo se viralizaron imágenes de aguas que se aclaraban y animales silvestres que se apropiaban de las ciudades casi vacías. Sin embargo, no hay que irse a Venecia para observar este fenómeno. Como señala Joaquín Deon, geógrafo e investigador oriundo de Villa Allende, las imágenes satelitales revelaron una notable reducción de la contaminación atmosférica en Córdoba y las ciudades aledañas; mientras en Sierras Chicas, zorros, corzuelas, liebres y una gran variedad de aves sorprendieron a los vecinos.


En Villa Allende, vecinos pudieron observar zorros deambulando cerca del Polideportivo, en pleno centro de la ciudad. Foto gentileza Jorge Grasso.


En la actualidad, con el aislamiento flexibilizándose en gran parte del mundo, el temor es que los esfuerzos de reactivación económica vuelvan a elevar las emisiones contaminantes por encima de valores cada vez más dramáticos. Asimismo, múltiples estudios internacionales advierten sobre el vínculo estrecho que existe entre la destrucción de los ecosistemas, el cambio climático y la propagación de pandemias.

«El mundo necesita demostrar la misma unidad y compromiso con la acción climática, que al contener la pandemia de coronavirus. El fracaso en la mitigación del cambio climático podría conducir a mayores pérdidas, tanto humanas como económicas, durante las próximas décadas«, advierte Petteri Talas, secretario general de la Organización Meteorológica Mundial (OMM).


«Debemos pensar en una transformación real de nuestras formas de habitar y consumir que nos permita reducir el impacto ambiental y construir una convivencia con la fauna de Sierras Chicas». Foto gentileza Jorge Grasso.


El Milenio: ¿Qué efecto tuvo el aislamiento a nivel ambiental, particularmente en Sierras Chicas?

Joaquín Deon: En primer lugar, se ha observado una disminución notable de la contaminación atmosférica en Córdoba y gran Córdoba por la menor emisión de gases de efecto invernadero. Esto es muy evidente en las imágenes satelitales que registran la temperatura de la superficie terrestre sobre los grandes centros urbanos (aunque una parte siempre se mantiene, porque las estructuras que reflejan los rayos de sol siguen estando).

A su vez, la paralización de la actividad minera que produce triturados graníticos en nuestra serranía, junto al freno temporal de la obra privada, ha disminuido la cantidad de polvillo en suspensión en el aire, lo cual es muy notorio, sobre todo cuando se observan las sierras.

EM: ¿Y qué pasa con los animales?

JD: Otro efecto tiene que ver con la gran reducción de la circulación vehicular. A raíz de eso, muchos vecinos nos han comentado, asombrados, que pudieron ver zorros con sus crías, incluso cerca del Polideportivo de Villa Allende, muchas corzuelas, cuises, comadrejas y hasta nos han mencionado la presencia de pumas. No hace falta mirar lo que pasa en Venecia, acá mismo en la costanera de la Villa se han visto grandes bandadas de garzas moras y garzas blancas jugueteando en el cauce del río.

Son especies que en la cotidianeidad de la vida serrana son invisibilizadas por la vorágine del ir y venir de la gente o amenazadas por la desidia de muchas personas que las matan. Al pausar todo eso, los animales vuelven y nos muestran que comparten la vida y los espacios que habitamos.

Eso nos lleva al desafío central que es cómo construir una convivencia con estos animales cuando concluya el aislamiento, que les permita tener confianza y mostrarse. Ellos nos temen a nosotros y nosotros hemos creado la idea de que ellos no pueden hacer mal, cuando en realidad se trata de compartir los espacios, de respetar la fauna y de cuidar este hermoso corredor que es Sierras Chicas, con su monte, sus cursos de agua y su vida.


El 1 de mayo, la Fundación Mil Aves registró un Hocó Colorado en Ascochinga, un ave con muy pocos registros de avistaje en Córdoba. Foto gentileza Guillermo Galliano.


EM: Mucho se ha hablado del impacto positivo del aislamiento obligatorio, ¿crees que esto podría traducirse en una mayor conciencia ambiental a futuro?

JD: Es complejo, porque no todos hacen la misma lectura. ¿Qué va a pasar con esa China o ese Estados Unidos que se han ido de los pactos globales, como el Protocolo de Kioto o el Acuerdo de París, y han dejado de financiar los programas para revertir el cambio climático? ¿Qué va a pasar cuando el motor de su economía productivista vuelva a activarse con toda? ¿Y los países cuya economía se basa en los recursos minerales y energéticos fósiles? ¿Qué va a pasar con el planeta? ¿Puede llegar a contaminarse mucho más que antes de la cuarentena?

Esas son preguntas centrales a nivel mundial que, en lo personal y en lo colectivo, nos tienen que llevar a pensar qué compromiso vamos a asumir para hacer una transformación real en nuestras vidas y en nuestras formas de habitar, movernos y consumir que nos permita mantener las relaciones interpersonales sin causar un impacto ambiental tan grande. Es algo central porque no sólo está en juego la existencia de la humanidad, sino de toda la vida en el planeta.

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