La iniciativa de un grupo de vecinos transformó un predio baldío en un espacio recreativo y deportivo gratuito para niños de bajos recursos. Con las banderas de la participación y la inclusión, Villa Allende Deporte Infantil se inauguró en febrero y hoy cuenta con más de cien inscriptos.
Por Lucía Argüello | luciaarguello@elmilenio.info
[dropcap]C[/dropcap]ae la tarde, como todos los miércoles, y ya aparecen las primeras estrellas en el cielo. Mientras la mayoría vuelve a sus casas después de una larga jornada, otros siguen trabajando, aunque no precisamente para sí mismos, sino más bien, para los demás. Mientras se prepara el mate para la reunión semanal, personas de lo más diversas van cayendo al predio ubicado tras el Salón Parroquial de la Iglesia Nuestra Señora del Carmen.
Un hombre estaciona la moto frente a las mesitas. Va de traje, recién salido del trabajo. Deja el saco, se arremanga la camisa y, pala en mano, se encamina hacia la canchita de fútbol para sacar algunos yuyos. Más allá, un joven sacude unas alfombras, envuelto en una nube de polvo. Desde las mesitas, los más veteranos lo miran y se ríen. “Miralo al Cristian, trajo alfombras y, de paso, tierra para emparejar las canchas”, bromean.
Así, a trabajo de hormiga, lo que hasta hace unos meses era un baldío en desuso, lleno de maleza y escombros, hoy es la flamante sede de Villa Allende Deporte Infantil (VADI), una iniciativa de un grupo de vecinos que busca brindar a los niños de bajos recursos la posibilidad de acceder al deporte de calidad.
En diálogo con El Milenio, Lionel Gutiérrez, Alejandro Garat y Alejandro Escribal, tres de los principales ideólogos del proyecto, nos cuentan cómo nació y qué se propone este espacio que abrió sus puertas el 17 de febrero con dos canchas de fútbol y hoy ya tiene más de cien chicos inscriptos.

El Milenio: ¿Cómo surgió este proyecto?
Villa Allende Deporte Infantil: Todo comenzó hace siete meses aproximadamente. Varios de nosotros tenemos una relación cercana con la parroquia porque algunos familiares forman parte de la congregación y un día a Lionel se le ocurrió que estaría bueno hacer algo en este terreno, que estaba desaprovechado. El día de las patronales, lo trajo al padre Andrés y le comentó el proyecto. El padre dijo “dale para adelante” y a las tres semanas nos estaba apurando porque todavía no habíamos hecho nada.
Ahí arrancamos con la idea de armar un lugar para los chicos de los sectores más vulnerables, algo deportivo, aunque muy sencillo. Empezamos a contactar amigos y conocidos y la gente se fue sumando y copando con la idea. En la primera reunión, allá por septiembre, éramos ocho o nueve. Hoy somos aproximadamente 25.
“Acá estamos para brindarles cosas a los chicos, no para beneficio propio, con la camiseta bien puesta”
EM: ¿Qué se proponen con este espacio?
VADI: Nuestro pilar es equiparar un poco las posibilidades de los chicos de los sectores más vulnerables con las que tuvieron nuestros hijos, por ejemplo. Cada vez es más grande la brecha de la desigualdad y hay niños que tienen un montón de capacidades, pero nunca las van a poder desarrollar por falta de oportunidades.
Por eso no invitamos chicos por invitar, obviamente no le cerramos la puerta a nadie, pero la atención está puesta en los niños que no tienen acceso a los clubes, aquellos cuyos padres no pueden pagar una cuota. Nunca los vamos a poner a la misma altura, pero por lo menos queremos darles la posibilidad de acceder a un deporte de calidad. Queremos que este sea un espacio realmente participativo e inclusivo para ellos.
Aparte decidimos que sea interreligioso (si bien el terreno es de la Iglesia, este grupo es algo aparte) y apolítico, recibimos ayuda de todos lados, pero no nos comprometemos con nadie, los únicos colores que defendemos son los nuestros y, por suerte, la gente y el gobierno lo entienden. Acá estamos para brindarles cosas a los chicos, no para beneficio propio.

EM: ¿Por qué eligieron el fútbol para comenzar las clases y no otro deporte?
VADI: Arrancamos por el fútbol porque es el imán para atraer a los chicos y porque es lo que teníamos más a mano, pero en realidad apuntamos al deporte en general como herramienta para inculcar ciertos valores como el compañerismo, el respeto, el sentido de pertenencia, etc.
Por eso, si bien al principio la idea era poner una escuelita de fútbol, a lo largo de las reuniones la idea se fue ampliando. Sobre todo porque, obviamente, esto está dirigido a chicas y chicos por igual, y si bien hay chicas que juegan al fútbol, hay muchas que no, entonces decidimos abrir el juego y apuntamos a otros deportes.
Hoy andamos con varios proyectos en mente: tenemos redes para armar una cancha de vóley, hay un profe que se ofreció para dar clases de iniciación al golf, el padre incluso nos tiró la idea de hacer patín, aprovechando el Salón Parroquial. Todo lo que esté relacionado con el deporte va a tener un espacio acá, a disposición de los chicos.
“Apuntamos al deporte como herramienta para inculcar ciertos valores”
EM: ¿Cómo fueron los meses de preparación?
VADI: Intensos. Nos reuníamos los miércoles, veíamos en qué podíamos avanzar y el sábado veníamos al predio a trabajar: cortar el pasto, sacar yuyos, limpiar escombros, podar árboles, pintar, etc. Fue un proceso lento, pero firme.
Nos dio un gran impulso cuando sumamos juventud, porque originalmente éramos todos gente grande con poco tiempo, hasta que en un momento decidimos convocar chicos más jóvenes. Un sábado cayeron como veinte pibes y fue divino, todos laburando a full, nos dio una inyección de energía cuando más la necesitábamos, porque ya veíamos que al ritmo que veníamos no íbamos a poder largar más.
EM: ¿Cuándo arrancaron las clases?
VADI: El 17 de febrero inauguramos el predio con dos canchas y vestuarios. Invitamos chicos del Hogar Padre Lucchese y de barrio Polinesias. El segundo sábado ya teníamos, sin invitación, 40 chicos. El siguiente, 63. Hoy ya llegamos a 110 chicos inscriptos de distintos barrios.
“Nuestro pilar es dar oportunidades a los niños de los sectores más vulnerables”
EM: ¿Y cómo han dispuesto las actividades?
VADI: Por lo pronto, estamos dando clases los sábados a la mañana, de 10:30 a 12:00, a chicos de 7 a 11 o 12 años, pero todavía estamos organizando e inscribiendo chicos. Cuando termina la clase de fútbol, hacemos una actividad recreativa para todos, como si fuera un cumpleaños: juegos con pelotas, con aros, con colchonetas. Los chicos se matan de risa y eso nos llena de alegría porque, si bien la competencia es importante, acá preferimos compartir antes que competir.
Después comemos algo todos juntos, donde no sólo compartimos, sino que también aprendemos a respetar ciertas reglas: tienen que estar todos sentados, lavarse las manos, decir “por favor” y “gracias”, etc. Es un momento muy importante para nosotros y para ellos. A esto le vamos a sumar otras actividades extra que tenemos en mente, como visitas a clubes famosos, charlas con deportistas y ex deportistas, conocer el Estadio Mario Alberto Kempes y otras ideas similares.
Tras las actividades, grandes y chicos comparten una comida.
EM: ¿Las clases las dictan ustedes mismos?
VADI: No, las clases las dan profesores capacitados, con la asistencia de un grupo de chicos jóvenes que participan con nosotros y que le meten toda la pila. Por lo pronto tenemos un profesor que lo paga la Municipalidad y se van a sumar dos profesoras más, una que corre por cuenta del municipio y otra de la Provincia. Son pibes que están realmente comprometidos, no es que vienen, dan la clase y se van. También contamos con la ayuda de un jugador de Racing, Lucas Navarro, que está a cargo de la logística del proyecto de fútbol y se suma como profesor en los momentos que puede.
“Preferimos compartir antes que competir”
EM: Lo han encarado a un nivel bastante profesional por lo visto.
VADI: Lo estamos haciendo lo mejor que podemos. Queremos que este sea el mejor lugar de Villa Allende para que los chicos vengan a jugar al fútbol, aunque sea gratis. Queremos que esos pibes que no pueden pagar la cuota de un club tengan algo de calidad realmente. Por eso ponemos lo mejor de nosotros.

EM: ¿Y cómo se financian?
VADI: Al principio hicimos una venta de pollos y recibimos algunas donaciones. Muchas personas confiaron en nosotros cuando todavía no teníamos ni una pelota. Ahora ya estamos terminando los trámites para constituirnos como asociación civil porque queremos hacer esto lo más transparente posible. Ya estamos en condiciones legales para firmar contratos y demás, de hecho, con la parroquia tenemos un comodato, sin costo, renovable cada tres años.
Mientras tanto, hoy en día nos sostenemos con el aporte de todos nosotros, que somos socios y pagamos una cuota social mensual. Estamos sumando socios adherentes, pero todavía nos falta el número de CUIT. Hasta ahora hemos podido bancar este proyecto nosotros mismos, con nuestra pequeña cuota y la ayuda de comerciantes, amigos y vecinos. Todo el que cree en nosotros, deposita algo: dinero, una idea, algún elemento de trabajo. Eso va tejiendo caminos y te va facilitando todo.
No queremos cobrar ni vamos a hacerlo. Por ahí vienen padres con posibilidad de pagar una escuela o club, pero que quieren que su hijo venga acá, no por una cuestión de plata, sino porque quieren que compartan y vean otra realidad. Tuvimos la disyuntiva de aceptar o no a chicos en esas condiciones, pero tampoco queremos que esto se convierta en un gueto para niños de bajos recursos, la idea no es estigmatizarlos, sino que haya una integración. Aun así, tampoco queremos cobrar un bono colaborativo a esos padres que podrían pagarlo porque no queremos que se genere una diferencia entre los que pagan y los que no. Por eso, a todos aquello que ofrecen colaboración les pedimos que lo hagan a través de ayuda, cortando el pasto, comprando criollos para la merienda, etc.

EM: ¿Qué es lo más gratificante de este proyecto?
VADI: Para nosotros es un cable a tierra, nos despejamos. Te sentís bien pensando que le estás haciendo bien a otro. La verdad que venir todos los sábados y ver cien chicos corriendo atrás de una pelota, jugando, riéndose, fuera del celular, de la esquina y de las malas compañías, y compartiendo con otros chicos, nos llena de satisfacción. Queremos recuperar la infancia.
Aparte el grupo que hemos armado es maravilloso, muchos nos conocíamos de vista nomás y hoy nos tratamos como si fuéramos amigos hace veinte años. Hay mucha energía acá, todos los miércoles y sábados vamos llegando y nos ponemos a trabajar a full, cada uno en su pequeña tarea, como hormigas. Tenemos muchísimos proyectos y estamos todos muy comprometidos, con la camiseta bien puesta.
“Nuestro deseo es recuperar la infancia”
EM: Como eran los antiguos clubes de barrio…
VADI: Exactamente, de hecho, aquí había una canchita de la Iglesia hace unos cuantos años. Era famosa, todos venían a jugar acá. Hoy casi no quedan potreros en Villa Allende y para nosotros es lindo recuperar este lugar para nuestra ciudad. Aparte que es un lujo tener este predio, en pleno centro, cercado, con todos los servicios y comodidades.
La verdad hay que destacar la posición que tomó el padre Andrés, que siempre estuvo a nuestra disposición para lo que necesitásemos sin ningún deseo de interferir o de acaparar protagonismo. Incluso nos cedió el uso del Salón Parroquial dos días a la semana, o sea que no estamos limitados al espacio exterior.
EM: ¿Cómo se imaginan esto de acá a algunos años?
VADI: Nosotros hemos planteado esto para que dure, por eso lo hemos hecho lo más profesional y legal que se puede. La idea siempre fue despersonalizar, que esto tenga una entidad propia más allá de las personas que en ese momento están al frente, porque acá la mayoría vamos de 35 o 40 para arriba y no sabemos cuánto vamos a estar. Por eso para nosotros es tan importante incorporar la juventud, necesitamos ese motorcito que nos peche para adelante y que el día de mañana herede y continúe este trabajo. Y la verdad que ver cómo los jóvenes responden y se prenden a una idea como esta, dedicando su tiempo y su trabajo sin ninguna retribución económica, realmente nos llena de orgullo.