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Lejos de la premisa de solo ser la “policía ambiental”, Nicolás Márquez, guardaparque de la Reserva Los Manantiales, y Andrés Berizzo, coordinador de la reserva rioceballense, buscan concientizar acerca de la vitalidad de los recursos naturales que protegen.

Lejos de la premisa de solo ser la “policía ambiental”, Nicolás Márquez, guardaparque de la Reserva Los Manantiales, y Andrés Berizzo, coordinador de la reserva rioceballense, buscan concientizar acerca de la vitalidad de los recursos naturales que protegen.


Por Ignacio Parisi | ignacioparisi@elmilenio.info 


[dropcap]O[/dropcap]cho barrios de Río Ceballos se incrustan en mayor o menor medida en una de las piezas fundamentales del ecosistema de Sierras Chicas. Se trata de la Reserva Hídrica Natural Municipal Los Manantiales, un pedazo de bosque nativo que cumple una función mucho más relevante de la que aparenta. Al respecto, el coordinador de la reserva, Andrés Berizzo, explica: “La reserva tiene un valor estratégico fundamental, ya que es la pieza que une el rompecabezas constituído por el bosque sur y el bosque norte, es decir la reserva de La Quebrada y la reserva Los Quebrachitos. Si ese espacio boscoso que representa Los Manantiales estuviera totalmente urbanizado se generaría un hueco determinante en esta cadena”.

Contrariamente a lo observable a simple vista, el trabajo del guardaparque Nicolás Márquez, sumado al de todo el equipo que trabaja en Los Manantiales, busca mejorar la vida de la reserva desde un aspecto social/urbano en función del cuidado de la naturaleza. En ese aspecto, Berizzo destaca que desde su labor apuntan a que Los Manantiales sea “un espacio de mejores prácticas”, y que estas se traduzcan y se extiendan a toda la comunidad de Río Ceballos.

Entre los proyectos puestos en marcha el último año aparece el relevamiento poblacional, a través de un censo en el que se registraron más de 300 habitantes de la reserva, repartidos en 127 familias. En relación a ello, el guardaparque Nicolás Márquez sostiene: “Ese proyecto está emparentado con la prevención de incendios. El censo buscó dar cuenta de las viviendas, los habitantes y la distribución geográfica. En el caso de un incendio, nosotros tenemos que saber dónde está la gente, para darles auxilio y los servicios de emergencia. La ficha de relevamiento incorporaba no solo el número de integrantes por familia o lote relevado, sino las condiciones de salud de cada persona. Dentro de la reserva hay gente con enfermedades crónicas, discapacitados y con capacidades reducidas. Es clave llevar un registro de las personas más vulnerables”.

“El cuidado es un trabajo de hormiga, todos los días hay que sumar un granito, hacerle comprender a la gente que función cumple ese lote dentro de un sistema natural”, remarcó Nicolás Márquez.

El Milenio: ¿Existe algún proyecto en relación al control de las especies exóticas?

Andres Berizzo: Dentro del proyecto de restauración del bosque nativo, figura como eje el control de las especies exóticas. Al respecto de ello, se evaluaron dos proyectos, y uno de ellos fue elegido por la celeridad y la aplicación concreta que tiene en el territorio. Ese proyecto tendrá su continuación este año, y tiene un gran valor en el sentido educativo, en función del cuidado de las especies nativas, así como también del aprovechamiento correcto de las especies exóticas. Estas especies tienen una utilidad, lo que hay que tener en cuenta es cómo controlar los aspectos negativos que puedan presentar tanto para nuestras cuencas o el aspecto paisajístico como para nuestra fauna. El siempre verde expulsa fauna por ejemplo. Tiene que ver con su comportamiento en relación al suelo y al clima. No es solo esta especie, sino que hay otras como el olmo, la mora, la lista es larga.

EM: ¿Cómo es el día a día en el trabajo como guardaparque?

Nicolás Márquez: El cotidiano tiene mucho que ver con hacer un control y fiscalización constante a través de recorridos por la reserva, fundamentalmente los barrios. Por lo general uno dialoga mucho con los vecinos, los turistas. Viene gente a caminar por ejemplo y muchos de ellos no saben que es una reserva, de modo que hay que aconsejarlos, explicarles qué pueden hacer y qué no. En definitiva es un trabajo de educación y de entendimiento acerca de los cuidados necesarios.

EM: ¿Qué análisis hacen del cuidado (o no) de la reserva, que sostienen tanto la gente que vive allí, como aquellos que la visitan? ¿Cuáles son las infracciones más frecuentes?

NM: En relación a las infracciones, la gente que vive dentro de la reserva a veces construye o interviene sobre la cobertura vegetal de un lote, sin pedir ningún tipo de autorización. Suele pasar que las personas piensen que son los dueños absolutos de la tierra y que por ende pueden hacer con ella lo que quieran. Sin embargo no es así, cada uno debe regirse dentro de Los Manantiales por la Ordenanza 2094. Es decir, los vecinos son dueños de su lote, pero no son dueños del recurso natural que lo atraviesa.

El cuidado es un trabajo de hormiga, todos los días hay que sumar un granito, hacerle comprender a la gente que función cumple ese lote dentro de un sistema natural. El común de la gente mira y piensa ‘ah esos son yuyos’, pero cada detalle aporta en una reserva que tiene como objetivo la captación de agua. Todas las nacientes de agua proceden de aquí.

EM ¿Qué especies de flora se encuentran dentro de la reserva?

AB: El valor fundamental de la reserva es ser un exponente del bosque chaqueño serrano. Las especies que se pueden encontrar son hierbas, arbustos, enredaderas, epífitas y árboles, todos característicos de esta zona de las sierras.

EM: En cuanto a la fauna, ¿Qué animales predominan?

AB: Ante todo podemos encontrar corzuelas, pecaríes, zorros, eventualmente podemos detectar algún puma. En torno a la avifauna tenemos cerca de doscientas especies de aves, algunas a salvo y otra con un altísimo riesgo de extinción. Esto tiene que ver con varios factores, como la pérdida de su hábitat, a partir del deterioro del bosque, o también los tramperos. Lo que tenemos nosotros es una cadena de áreas protegidas que trabajan de manera conjunta y apuntan a garantizar la viabilidad genética de la flora y fauna, que haya cruza entre los distintos ejemplares.

EM: ¿Hay algún modo de regular concretamente, cuáles territorios se pueden vender y cuáles no?

AB: Por empezar la mayor parte del territorio de la reserva es privado. Muy poco de lo que vemos en el mapa pertenece a la municipalidad. En base a lo que es el parcelario constituido, la idea es no llevar los servicios a ciertas áreas, para evitar de este modo la presión inmobiliaria. Lo que sí se está analizando desde el municipio la posibilidad de desdibujar parcelas pequeñas y convertirlas en lotes mayores, respetando la propiedad privada, pero intentando reducir la cantidad de construcciones que se puedan generar en el territorio de la reserva. Todo dentro de la normativa, y de ejes como las distribuciones parcelarias.


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