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Andrea Leguizamón. “Hice música porque siento que soy alguien muy sensible”

Andrea Leguizamón, violinista, ex integrante del Dúo Coplanacu, y actual Concejal de Río Ceballos, brinda un recorrido por sus recuerdos y su presente.

Por Catalina Biasotto y Abril García Johnson

Instituto Educativo Nuevo Milenio


Desde muy chiquita le gustaba la música y su mamá le dio la posibilidad de estudiar violín en Córdoba, una ciudad que es un centro más urbano y más grande que Río Ceballos, su ciudad natal.  Eso le permitió vincularse con un montón de ámbitos artísticos que ya en aquel momento eran muy ricos en propuestas de música clásica, de concursos y una vida entre la música erudita y la popular muy rica. Entre otros espacios participó de “La orquesta de cámara infantil” y “La orquesta Sinfónica Juvenil” del Teatro del Libertador San Martín, ambas dirigidas por el maestro Carlos Giraudo.

El Milenio: ¿Cómo comenzó su vida en “El Dúo Coplanacu”?

Andrea Leguizamón: En el año 86 “El Dúo Coplanacu” empezó a cantar, ellos eran músicos que venían con una raíz folcklórica pero también insertados en ese nuevo mundo urbano de Córdoba muy enriquecido, diferente a la de Santiago del Estero. Eso fue lo que hizo que también ellos tuvieran mucho entusiasmo y se vincularan a estos ámbitos más diferentes, urbanos y más artísticos de esta ciudad más grande. En esos ámbitos, nos fuimos cruzando,  yo no creo en las casualidad pero sí creo que hay momentos en donde ese intercambio de situaciones, algunas cosas se dan, y puntualmente sucedió que yo estaba tocando en la orquesta sinfónica juvenil  y conozco a Julio Paz (uno de los integrantes del dúo), ellos ya habían tenido la experiencia con tres violinistas, buscaban quién tuviera ganas de tocar el violín y yo obvio que me moría de ganas, tenía 17 años de edad.

Nos invitaron a mí y a mi compañera de atril a ir a ensayar, pero yo me tenía que ir de viaje de estudio a Bariloche y les pedí que esperaran hasta que volviera. Así me fui a Bariloche y cuando llegué a los dos días estaba ensayando.



EM: ¿Cómo fue su experiencia con el grupo?

AL: Esos años fueron sumamente enriquecedores, no sólo para mi vida personal sino también para mi vida profesional dentro de la música; años en donde aprendí muchísimas cosas. Tener que empezar a viajar a todas las provincias y tocar por todos lados, fue maravilloso y me siento eternamente agradecida de haber tenido esa oportunidad en ese momento.

EM: ¿Y por qué decidió dejar la banda?

AL: Después fueron muchos años en donde la vida se va desarrollando en un montón de aspectos, desde los profesionales como en los personales y en algún momento, ya veníamos teniendo ganas con mi esposo de tener familia, entonces la decisión fue en el año 2004, después de hacer un viaje a España para tocar y grabar un disco maravilloso que se llamó “La Juntada” con Peteco Carabajal y con Rally Barrionuevo que después posibilitó una gira por muchas provincias, fue un trabajo grupal muy hermoso, profundo artísticamente.

Después de esa experiencia, yo quedé embarazada de mi hijo más grande, Dalmiro, y con el papá de Dalmiro tomamos la decisión de no someter a nuestros hijos a una vida de desorden, que implicaba andar viajando por todos lados, es inevitable que si vivís arriba de un colectivo sea mucho más complejo poder criar a un hijo en paz y en tranquilidad.

EM: ¿Qué es lo que más extraña?

AL: Lo tengo muy claro, extraño ahora que han pasado muchos años y he podido también tener esta experiencia de ser mamá, de disfrutarla y de haberla atravesado con todo mi ser a esa etapa, e insisto, hasta sentirme orgullosa de mis hijos que están ya iniciando un caminito. Extraño mucho el sentir que uno puede transformar un momento de la vida de otro a través de un hecho artístico, eso es maravilloso y también poder aportarle a alguien algo, no sé si transformar pero poder transmitirle a alguien la maravilla del arte.

Yo a veces he tocado para veinte mil personas en el festival de “Diamante” que se hace en Entre Ríos  y con el solo hecho de que haya un par, a los que les pasa algo bueno con lo que uno hace, con una melodía que tocaste durante diez segundos, alcanza y es hermoso y todo esto se logra porque hay un montón de energía, de amor y de dedicación puesto  antes en el estudio y en el desarrollo personal.

EM: ¿Cómo relaciona la música con su vida actual?

AL: Yo hice música porque me considero una persona esencialmente sensible, desde lo artístico; y ese ser sensible, me marca una manera de hacer las cosas. Y hoy en mi vida personal sigo en contacto con mis amigos músicos, me vinculo muchísimo. En los festivales, ya sea en Cosquín o en algún otro, siempre me cruzo a alguno, comparto un rato y toco o me invitar a tocar.

Tengo esos momentos, a pesar de que durante el año estoy desarrollándome en otro ámbito laboral que por momentos se hace duro, cuando carece de esa posibilidad de la sensibilidad, incluso cuando yo estaba en la Dirección de Cultura de Río Ceballos, era más fácil, porque se hacen más cosas. Ahora estoy en el ámbito legislativo y es mucho más duro, y la verdad es que extraño más, porque me falta esa manera sensible de hacer las cosas.

Entonces me pregunto mucho; creo que todos los días un poco: ¿cómo hacer para poder recuperar esos espacios? Ya sea con el violín o con la sensibilidad, como sea para ofrecer eso al arte-mundo, porque uno viene a hacer eso a la vida y si no lo podés hacer uno se siente mal y nada se hace plenamente, entonces no le sirve a nadie.

Este año me acaban de invitar a participar en un par de trabajos de músicos de Córdoba, entonces estoy todo el tiempo en contacto; pero tengo más ganas de ponerme en un proyecto; ya veremos.



EM: ¿Qué la llevó a tocar el violín?

AL: En realidad yo empecé tocando la flauta dulce en el grupo Alegría. Me incentivó una chica que se llama Cintia Nekola (hoy es una gran violinista y vive en Mendoza). De manera muy generosa ella me acercó a la música a través de la flauta y le ofreció a mi mamá -que como veía que me gustaba mucho la música y tenía buen oído- mostrarme el instrumento que ella manejaba que era el violín, así que conocí ese hermoso instrumento en su casa y me enseñó a tocarlo más o menos cuando tenía 8 o 9 años.

En ese tiempo el acceso a la formación musical y sobre todo a instrumentos de cuerda era muy difícil, recién empezaba a aparecer en Córdoba el “Método Suzuki” que era de un acceso mucho más fácil a la música y que le enseña a los nenes, a aprender, a través de juegos; pero había que irse a Córdoba y quedaba muy lejos. Entonces lo que pasó en ese momento fue que ella era muy joven, no era maestra y no podía enseñar, así que esperé unos años, más o menos a los 13 empecé a ir a Córdoba.

Y fue de esa manera, creo que me conecté hasta con el olor del instrumento y no podía creer cómo era ni cómo sonaba, fue una magia total.

EM: Sus hijos ¿Tocan algún instrumento musical?

AL: Sí, mis tres hijos tocan el violín y creo que también son muy sensibles a la música inevitablemente y resultó ser así porque su papá y yo somos músicos, entonces han tenido contacto con este arte desde que estaban en la panza; para nosotros la música está naturalizada todo el tiempo, acá hay muchos instrumentos y tampoco somos cerrados con nada, por lo tanto en esta casa se escucha cualquier música y de cualquier tipo, en todo caso analizamos un poco qué se escucha, qué se dice en las canciones, etc. y hasta eso es súper lindo.

Y sin duda la música y el arte son herramientas para la vida, te estructura la mente de una forma que genera muchos aportes, te ayuda a disfrutar y te ayuda a desarrollar la sensibilidad para un montón de cosas, te propone metas para poder hacer cosas y te ofrece desafíos como así también logros. Siempre digo que la música es maravillosa para los niños como los deportes.



EM: ¿Qué la llevó a incursionar en Política?

AL: A partir del momento de estar más tiempo en casa con mis hijos, por supuesto uno se cansa y le dan ganas de empezar a hacer algo, y se dieron también unos años en donde la política dejó de ser una palabra de “conflicto o prohibida” para pasar a ser algo de lo que se podía hablar más en ámbitos comunes, se abrieron espacios de deliberación política para los jóvenes ; eso a mí me atrajo mucho, a su vez  me empecé a capacitar en gestión cultural, porque era algo que también me interesaba mucho.

Me ofrecieron ocupar el cargo de la Dirección de Cultura de Río Ceballos y me pareció buenísimo; antes de eso había estado participando en la única orquesta social que había en Córdoba, estos son justamente espacios donde se aceptan no sólo los elegidos sino también para cualquiera, y son ámbitos entre Suzuki, que fue quien inventó ese método y el desarrollo de las orquestas sociales, que vienen desde hace unos treinta años aproximadamente de Venezuela y fueron desarrollándose por Latinoamérica a través de su creador que fue Antonio Abreu, y ellos dicen que el talento se educa, desafiaban todos los preceptos que había en aquel momento.

Entonces, en estas orquestas hay trabajo muy social justamente. Yo daba clases en una escuela que se llamaba “Arzobispo Castellano” que está frente a la villa La Lonja, en Córdoba, y tuve esa experiencia durante cuatro años, muy interesante. A partir de ahí me ofrecen el trabajo en la Dirección de Cultura y así se me abrió todo un universo de posibilidades, justamente desde la política, y creo que es maravillosa (más allá de que está llena de personas que a veces no la hacen tan maravillosa) y una herramienta que nos atraviesa en la vida cotidiana por todos lados.

Después está el partidismo con sus particularidades, pero con la política se hace cultura, deporte, salud, se hace todo y entender que ese intercambio de ideas, que tiene que ver con cruzar ideas diferentes para algo mejor, desde lo colectivo, es lo que a mí me llevó a participar en estas cosas.



EM: Para finalizar ¿Nos contaría alguna anécdota importante sobre su vida musical?

AL: Tengo varias, pero una es haber conocido a Mercedes Sosa en un estudio donde grabó ella una canción de Roberto Cantos, en un disco de los Copla. Haber estado con ella, charlado y habernos mirado y que ella me hable a mí, me cuente y me aliente a seguir y que me haya contado cosas de su vida, que las comparta con tremenda humildad, fue maravilloso. También haberla escuchado cantar al lado mío fue impresionante.

Lo mismo me pasó con “Don Sixto Palavecino”. Él fue un ícono, fue el violinista más reconocido en el país de la música popular folclórica. Tuve también la oportunidad de compartir con él la grabación de una canción, fue realmente maravilloso tenerlo cerca porque aprendí muchísimo.

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