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Julio Constantín: “Lo que viví en Belgrano es impagable»

Decir Julio Constantín es decir Belgrano, su trayectoria desde debajo de los tres palos hasta ser parte del cuerpo técnico más importante en la historia del “Pirata” así lo demuestran.

Decir Julio Constantín es decir Belgrano, su trayectoria desde debajo de los tres palos hasta ser parte del cuerpo técnico más importante en la historia del “Pirata” así lo demuestran. En esta nota El Milenio recorre el intenso periplo de un unquillense que cruzó el charco al viejo continente, y volvió persiguiendo una pasión: el fútbol.


Texto Ignacio Parisi

ignacioparisi@elmilenio.info

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UNQUILLO – Julio César Constantín comenzó su viaje a través del fútbol jugando en El Chaparral y La Candela, equipos de su Unquillo natal que lo vieron crecer y dar sus primeros pasos con la redonda. Por ese entonces Constantín aún no tenía demasiado claro si lo suyo era inflar las redes rivales, o proteger el arco propio. El fútbol luego clarificaría rápidamente ese dilema. En plena adolescencia un amigo llevó a Constantín a probarse al club que tiempo más tarde se convertiría en su casa, el Club Atlético Belgrano de Córdoba.

El joven arquero Constantín contaba apenas 19 años cuando su talento lo llevó a debutar como titular en la primera división. Aquel pibe de Unquillo salió al verde césped del “Gigante” de Alberdi con su inexperiencia a cuestas, a enfrentar una semifinal del torneo provincial ante Estudiantes de Río Cuarto. Belgrano venía de caer 5 a 1 en el partido de ida contra los riocuarteneses, sin embargo en el fútbol, ni el más sabio conoce todos los finales.

Muchos de los desconfiados hinchas que poblaron las tribunas celestes aquella noche de septiembre en el año 1981 recordarán ese partido por dos hechos clave. El primero en orden cronológico tiene que ver con la enorme remontada de Belgrano, logrando un triunfo inverosímil por 4 a 0  empatando una eliminatoria que parecía perdida. El segundo tiene que ver con una actuación inolvidable de Julio Constantín.

El desparpajo del joven unquillense le sacó el triunfo agónico a Estudiantes de Río Cuarto en el final del suplementario. Pero eso no sería todo, en la tanda de penales el arquero sin experiencia en primera lograría atajar cinco penales, desbaratando los intentos del equipo visitante y cerrando la historia pateando su propio penal para darle el pase a la final al “Pirata”, ante la atónita mirada de propios y extraños.



El Milenio: ¿Cómo siguió tu carrera después de ese noche histórica?

Julio Constantín: Después alterné titularidad y suplencia, me fui en una época a un equipo de San Juan, participé en un plantel de Belgrano que consiguió con un invicto de 40 partidos, e instalar a Belgrano definitivamente en el futbol nacional, aunque en ese conjunto yo era más suplente.  Después de ese equipo histórico, en el año 86 yo no estaba teniendo continuidad en Belgrano y decidí irme a jugar a España, tenía una posibilidad allá por medio de Sebastián Viverti, un técnico que tuvo Belgrano.  Las vueltas de la vida me llevaron por España, Francia, y terminé en Suiza. Mis abuelos eran suizos, eso me facilito un poco las cosas. Allí jugué en dos equipos, Chenois y Etoile Carouge. Estuve cinco años jugando en Suiza y fue una experiencia muy buena. Había en esa época muchos jugadores muy reconocidos que estaban en el final de su carrera pero todavía tenían vigencia, tipos como Karl Heinz Rummenigge. Allí me casé y nació uno de mis hijos, luego decidí volver a Argentina. Cuando volví dejé de jugar, me alejé del fútbol, durante casi diez años.


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EM: ¿Qué pasó después? ¿Qué te hizo volver?

JC: Bueno en un momento decidí volver a Suiza porque acá las cosas estaban complicadas, era la época de la crisis del 2001. Allá seguí con la parte técnica, volví a Ginebra donde viví siempre en Suiza, y tenía un amigo allá, Oscar Antonio Gissi de gran trayectoria en el fútbol. Empecé a trabajar con él y a involucrarme de nuevo, hice los cursos de entrenador, que en Europa son muy complejos y por etapas que te van autorizando a dirigir a diferentes niveles. Yo pasé a ser ayudante de Gissi en el equipo de primera y además dirigía la reserva que allá en Europa es un equipo que compite en una categoría menor, que en ese momento era la cuarta división del fútbol suizo. El equipo llevaba 15 años en esa categoría y pude dirigirlo, salir campeón y ascenderlo. Ese fue un logro que me motivó, porque no tenía tan claro si iba a ser definitivamente técnico.


“Yo estuve cinco años con Zielinski, 224 partidos en la primera de Belgrano”


EM: ¿Cómo fue la decisión de venir a Argentina de nuevo, ya como técnico?

JC: En el 2006 decidí volverme, ya me había picado el bicho de dirigir. Tuve la posibilidad de venir a trabajar acá a Talleres, pero no me convenció mucho porque estoy muy identificado con Belgrano. Era un trabajo muy bueno pero mis raíces de Belgrano no me permitieron hacerlo. Me quedé un año sin trabajar por eso. Volví con toda mi familia y me quedé sin trabajo porque yo me manejo mucho por los sentimientos. Entonces esperé sin saber que iba a pasar y en 2008 me llaman de Belgrano para hacerme cargo de la cuarta división del club, que en ese momento tenía en el plantel al “Mudo” Vázquez. Empecé a dirigir ese equipo, nos iba muy bien, pero interrumpí el proceso a mitad de campeonato para acompañar a mi hijo que en ese momento se iba a jugar al fútbol a Suiza. Pude dirigir la mitad del torneo a esa cuarta división de Belgrano que fue el primer equipo de inferiores de Córdoba en campeonar en un torneo de AFA. Yo vuelvo a Argentina, y comienzo de nuevo a entrenar la cuarta división. Al tiempo se da un cambio de técnico en primera, “Chiche” Sosa se hace cargo del primer equipo, y me llama a mí para que lo acompañe como ayudante de campo entrenando al plantel de primera. A fin de año “Chiche” Sosa deja su puesto como entrenador, y llaman al “Ruso” Zielinski.  Le piden que me quede con el como ayudante porque yo ya conocía el club, sus juveniles. Yo no lo conocía al “Ruso”, y nos llevamos bárbaro de entrada. Comienza una relación muy buena y pasa todo lo que paso en esos cinco años y medio en los que estuvo. Nosotros pensábamos en acomodar el equipo para el año siguiente y se terminó dando aquella promoción con River, y una historia increíble.


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EM: ¿Cómo se vivieron esos partidos tan determinantes?

JC: En el partido en Alberdi contra River me di cuenta que la situación era muy difícil para ellos, tenían muchos chicos, y demasiada presión. Haber jugado en Alberdi fue clave. Para ellos jugar en una cancha de dimensiones chicas, con tanta gente cerca fue fuerte. Tenían una carga muy grande. Nosotros no queríamos ser ningún partener, fuimos superiores y hasta podríamos haber ganado más fácil si no hubiese ocurrido aquel incidente de la gente entrando a la cancha.  No hubo ningún peligro de descuento por parte de ellos, y si no lo paraban ahí al partido podríamos haber ganado por más goles porque River estaba knock out. Después viajamos a Buenos Aires en colectivo. Fuimos a jugar el partido más importante de la historia de Belgrano en colectivo porque no se podía viajar en avión a raíz de un inconveniente climático. Una vez que llegamos comenzó la parte más rara, que mostró en cierta forma las miserias de Argentina. Empezamos a recibir amenazas de todos lados, los jugadores no podían salir del hotel. La noche previa al partido, alguien que se alojó en el hotel tiró una bomba de humo a las 3 de la madrugada. Empezaron a sonar las alarmas de incendio, había gente grande. Tuvimos que bajar las escaleras gateando y los jugadores en su mayoría se pasaron la noche en el hall del hotel, no durmieron más.


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EM: ¿Esas cosas terminan fortaleciendo al grupo?

JC: Si, fue un caos, y sentimos que nos terminó fortaleciendo. Decíamos ‘Ahora sí que no van a poder’. Me acuerdo anécdotas puntuales, ir a la cancha fue terrible, nos tiraban piedras de todos lados. La cancha llena y un clima hostil pero nosotros teníamos jugadores como Ribair Rodriguez, un tipo de una personalidad impresionante, que salía a hacer el reconocimiento de cancha con su termo abajo del brazo, con 60.000 personas insultándolo y él inmutable. Yo ahí me di cuenta que les iba a ser muy difícil darnos vuelta el resultado. En ese partido faltando veinte minutos River va en búsqueda del gol y le cobran un penal a favor. En relación a eso justo se da la historia de que esa mañana yo desayuno con Olave y en la charla de desayuno imaginábamos que iban a cobrar un penal para River, por el contexto. Mariano Pavone el pateador de ellos venía ejecutando todos los penales a la izquierda del arquero. Entonces la idea cuando hablábamos era que se tire para ese lado, pero Olave cuenta que en el último momento antes de que patee Pavone algo o alguien adentro suyo le dijo ‘cambiá de palo’. El cambió de palo y lo atajó. Los arqueros tenemos algo instintivo, quizás a último momento tomamos una decisión que no teníamos prevista. Si él se tiraba a donde habíamos estudiado y planeado que se tire River se ponía 2 a 1, y si eso sucedía en los últimos veinte minutos de alguna forma se iban a llevar el partido.

EM: ¿Qué significado tiene para vos ese partido?

JC: Para mí como partido de fútbol argentino a nivel clubes fue el más importante de la historia, por la repercusión. A los clubes de Córdoba les falta un título nacional, pero nunca hubo un partido en el futbol argentino más determinante que ese. Lo vamos a valorar en el tiempo, River puede ganar mil títulos pero si hubiese un partido que los hinchas pudiesen cambiar sería ese. Fue una experiencia inolvidable, y ahí nace todo lo que terminó siendo en este último tiempo Belgrano. El equipo se fortaleció mucho, Belgrano tiene un plantel de hombres con referentes que fueron importantísimos. Yo estuve esos cinco años con Zielinski, más los partidos con “Chiche” Sosa, 224 partidos en la primera de Belgrano.

EM: ¿Cuál fue la clave para ese equipo de Belgrano?

JC: La clave está en algo que hablábamos con Zielinski, él encontró referentes identificados con el club, y con hambre de ganar.


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EM: ¿Cómo considerás tu forma de parar un equipo en cancha en estas épocas de encasillamientos para los técnicos y los equipos, en las que o sos ofensivo o sos defensivo?

JC: Yo tengo una forma de pensar, en el futbol nada es definitivo. Escucho frases como ‘yo me muero con la mía’, y yo no me muero con la mía, trato de adaptarme a los jugadores que tengo. Hoy está la discusión de salir jugando o buscar la dividida. Yo creo que ambas opciones son válidas, pero pienso que en el futbol hay que adaptarse a lo que tenés, salvo que puedas pedir a los jugadores que quieras y hacer un equipo a tu medida.

Hay que analizar también el tema de la posesión de pelota, tenés que ver qué te da esa posesión. Dejando de lado al Barcelona, hay equipos que tienen todo el partido la posesión de la pelota pero no llegan ni una vez al arco.  Recuerdo un partido con Belgrano, jugando contra el Newells de ‘Tata’ Martino, ellos tuvieron el 80 por ciento de la posesión, y nosotros les robamos dos pelotas y les hicimos dos goles. Ellos tuvieron la pelota pero no lograban hacernos daño, no le llegaba la pelota a Olave.

Acá en el fútbol argentino vos tenés que entrar como un bombero y trabajar con lo que tenés. Los extremos son complicados, en el fútbol si querés implantar una idea de juego tenés que hacerlo paulatinamente. Yo cuando se fue Zielinski decidí dar un paso al costado lógico después de cinco años y medio en la primera y retomé la dirección de la cuarta de Belgrano. La división venía última en el campeonato, aunque recién era la quinta fecha cuando agarré yo.  Es un plantel muy grande, con muchos chicos, y con expectativa de jugar en reserva. Lo que hice fue tratar de rescatar a jugadores que eran los número 33 del equipo, y logramos terminar quintos en el campeonato.  Entonces, el mérito que me puedo atribuir fue haber leído la necesidad que teníamos de hacer participar a todos los chicos. Es importante que todos los jugadores de un plantel se sientan partícipes, porque en un momento determinado el equipo va a necesitar a esos jugadores. Hay que hacer sentir importantes a los que no juegan, tener al suplente preparado para jugar y más motivado que el titular.

EM: ¿Cómo se logra eso?

JC: No es fácil, hay que estar encima y el jugador tiene que darse cuenta de que no lo estás verseando. El único código que existe en el fútbol para mi es poner al mejor equipo que tengo en cancha. Si el jugador se da cuenta de que vos lo haces de buena forma aunque te equivoques él te va a apoyar. Como técnico tenés que ser un poco psicólogo, un poco padre. Pero formar buenos grupos te da un plus. Hoy hasta te metés a internet y podés copiar modelos de ejercicios técnicos y hasta capaz pensás que te salen mejor que a Pep Guardiola, pero ser técnico es otra cosa, el plus está en manejar un grupo, esa es la fuerza de un técnico.


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EM: En cuanto al esquema, ¿Cuál es el que más te gusta?

JC: El 4-4-2, decía Zielinski es el sistema de los pobres, el más lógico. A mí me gusta, siempre y cuando los de afuera se conviertan en delanteros cuando atacás, y uno de los dos mediocampistas centrales llegue a posición ofensiva. Los dos de arriba pueden ser de área ambos, o jugar con uno por dentro y otro por fuera. Ahora se está usando mucho el sistema 4-2-3-1, yo lo use en inferiores. Son formas, yo trato de ser equilibrado y adaptarme a los jugadores. También intento darles algunas libertades para que resuelvan ellos, para que lean el partido.

El fútbol muchas veces es un juego de rebotes, cuando vos tenés una posición demasiado defensiva todos los rebotes los va a ganar el rival. A veces defendés bien pero te desgastás porque vos rechazás y la agarra el contrario todo el tiempo.

Con Zielinski buscábamos nuestro ideal, que era jugar de tres cuartos de cancha tres cuartos de cancha. Desde esa posición un equipo es corto y tiene mejores posibilidades de tomar las segundas pelotas. De todos modos en el fútbol no hay fórmulas, podes ser súper defensivo y ganar, y podés ser súper ofensivo y ganar también.

EM: ¿Qué diferencias hay entre el arquero argentino y el europeo?

JC: Bueno, yo empecé a entrenar como arquero cuando me fui a Europa, en esa época acá ni había entrenamiento de arqueros. Ahí aprendés muchas cosas, a mí me enseñaron a posicionarme y a tirarme cortando la trayectoria de la pelota.

El arquero europeo es más trabajado, más formado, se basa en la lógica. Aun así los arqueros de acá te resuelven problemas que los arqueros europeos no pueden resolver. Técnicamente en Europa están mejor preparados, pero cuando ocurre algo imprevisto el arquero argentino saca ventajas.

EM: ¿Qué es el fútbol para vos?

JC: El fútbol es una parte importante de mi vida, y soy un agradecido a eso. En los mejores momentos de Belgrano me tocó estar, y eso me llena de orgullo, me hace sentir que fui parte. Belgrano tiene eso, es un club que te identifica mucho, es muy pueblo, es muy Alberdi, son las raíces humildes, el hecho de lucharla siempre, y eso me identifica, la idiosincrasia de Belgrano. Yo en un momento estaba cómodo en Suiza, entrenando, y seguramente hubiese estado muy tranquilo allá. Pero volví aún sin trabajo y lo que viví acá en Belgrano es impagable. Yo creo que la vida es eso, tomar decisiones, tomar riesgos, ir por más. Me considero una persona feliz de lo que hice, estoy acá donde quiero estar, en Unquillo, en el equipo que quiero, y en los momentos importantes.


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