Comunicadora Social y Fotógrafa, Cecilia Casenave ha recorrido numerosas muestras y concursos con sus fotografías, a la vez sorprendentes y fascinantes. En entrevista con El Milenio, habló sobre qué la llevó a volcarse por esta rama tan particular del arte, la relación con el nuevo mundo de lo digital y cuál es el lugar que la fotografía ocupa en su vida.
- “La devolución del público siempre es importante, pero creo que uno básicamente hace esto motivado por una necesidad interna de “esto lo quiero decir”, y poder concretarlo, materializarlo es, en sí, una gran satisfacción”, reflexionó Casenave.
Por Lucía Argüello luciaarguello@elmilenio.info
Colaboración: Valentina Glasman y Lucía Hernández (4to IENM), Sofía Kozak y Abril Aresca (4to IMVA)
Cecilia Casenave es Comunicadora Social, pero para ella, las palabras no son suficiente. Y, como dice el dicho, una imagen vale por mil de ellas. Por eso se volcó hacia la fotografía, esa que algunos rotulan como trabajo u hobbie y otros (cada vez más) como arte, esa que hoy parece al alcance de todos o sólo de algunos, según cómo se la mire. Lo cierto es que las fotografías de Casenave van más allá del mero registro y llevan el sello de lo único, emocionante e inimitable que sólo los artistas son capaces de conferir a sus obras.
Nacida en Córdoba en 1979 y actual vecina de Mendiolaza, Casenave ha participado (y sido premiada) en varios concursos nacionales e internacionales y ha realizado numerosas muestras, tanto individuales como colectivas, dentro y fuera del país. La última de ellas fue “Parcelas”, expuesta en el Museo Genaro Pérez durante mayo de este año, una serie de fotografías que retratan el misterioso y velado mundo de la noche, donde la luz se esconde pero no desaparece.
El Milenio: ¿Qué la llevó a convertirse en fotógrafa?
Cecilia Casenave: Yo empecé primero la carrera de Comunicación Social pero sentía que con la escritura no me alcanzaba para expresar lo que quería y encontré en la variante visual algo que me atrajo poderosamente, por lo que paralelamente empecé a estudiar Fotografía en la Escuela de Artes Lino Enea Spilimbergo. Después de terminar las dos carreras, comencé a trabajar en el ámbito periodístico, pero finalmente me incliné por la fotografía.
EM: Y como fotógrafa, ¿te considerás comunicadora o artista?
CC: Voy y vengo. Trabajo de manera independiente, ahora estoy haciendo foto-reportajes para una revista y también hago mucho registro de obra artística (de escultores, artistas plásticos, etc.), que es un trabajo bastante técnico. Pero también me he ido hacia lo artístico propio haciendo exposiciones, participando en concursos y demás.
EM: ¿Qué lugar ocupa la fotografía en tu vida?
CC: La fotografía para mí está todo el tiempo y en todo lugar, es algo que no podría disociar de mi cotidianeidad. Llevo a la cámara a todos lados, ya sea para trabajar, para hacer algo artístico o simplemente para registrar la vida misma. Todos en mi entorno me tienen como “la fotógrafa”. Me gusta sentir que las otras personas necesitan eso de mí. Es el lugar que elijo.
EM: ¿Dirías que hay temáticas recurrentes en tus fotos?
CC: Lo que más me atrae es el ámbito de lo nocturno y lo que se puede encontrar allí. Es un universo bastante mágico, donde vas descubriendo cosas que no se pueden percibir de manera tan clara o directa, sino sólo cuando uno ingresa en ese espacio y permanece un tiempo allí.
Yo creo que hay una belleza en la oscuridad que está como tapada u oculta y está bueno ingresar ahí y vivirla para descubrirla y luego llevarla a otro ámbito y mostrarla. Cuando uno está en la oscuridad no percibe la luz pero la cámara permite, con el tiempo, que toda esa luz que en apariencia no está, quede registrada. Ahí aparece la magia, la cámara muestra lo que los ojos no ven.
EM: En tus fotografías hay mucha presencia de la naturaleza, ¿tiene que ver con el hecho de vivir en Sierras Chicas?
CC: Yo creo que la elección del lugar donde uno vive tiene que ver con lo que uno quiere y necesita cotidianamente. No es que, por vivir en un entorno natural, empiezo a hacer fotos de la naturaleza, sino que, como la naturaleza es algo que me atrae, necesito vivir en un lugar así para poder estar a gusto y tranquila.
EM: ¿Qué importancia tiene la edición digital en tus producciones?
CC: En las primeras series, que son fotografías más de toma directa, no hay mucha incidencia. Después quise salir de la fotografía más clásica o tradicional e ir a lo más puro, la luz y la sombra, que de eso se trata mi última muestra. Ahí lo que hice fue abstraer algunos objetos de mis fotografías y convertirlos en sombras, para lo cual sí tuve que hacer mucho trabajo de edición.
EM: ¿Cómo ves la relación entre las exposiciones físicas y el ámbito virtual?
CC: Creo que los dos son necesarios. Está bueno que el espectador se encuentre con la obra frente a frente y pueda vivenciarla, sobre todo en muestras como “Parcelas”, donde había toda una intervención del espacio. A su vez, el mundo virtual es sumamente rico y te permite llegar a un número infinito de personas.
EM: Hoy con el avance de la tecnología casi todos tenemos una cámara y nos sentimos un poco fotógrafos, ¿afecta esto a la percepción de la obra artística fotográfica?
CC: Yo creo que hay un poco más de exigencia por esto de que todos somos productores de fotografías, y a la vez, al estar inmersos en un mar de imágenes que nos invaden todo el tiempo, el desafío está en despegarse o sorprender dentro de este universo tan visual.