El Birque es un estudio de animación ubicado en Unquillo que nuclea a varios representantes de esta rama del cine en la zona. En marzo, se encargaron de la producción de “Caníbal”, el primer video solista de Ileana Cabra, cantante de Calle 13, filmado en el conocido Castillo Monserrat. Juan Manuel Costa, su director, cuenta de qué se trata la animación y cómo fue la experiencia de trabajar con Ile.
Por Lucía Argüello | luciaarguello@elmilenio.info
“Animación” es una palabra que proviene del latín “anima” que significa “alma”. Por eso “animar” quiere decir justamente “dar alma” o “dar vida”. Aunque dicho así suene a brujería, lo cierto es que la animación es una de las ramas del arte cinematográfico que más ha crecido en las últimas décadas, demostrando que ofrece posibilidades creativas infinitas, tanto dentro como fuera de su veta más “comercial”. Tal vez para muchos este no sea un dato novedoso, pero lo que seguramente pocos saben es que las Sierras Chicas ocupan un lugar clave en la expansión de la animación a nivel provincial y nacional.
“En Córdoba no hay muchos animadores, pero la mitad o más, están acá”. Son palabras de Juan Manuel Costa, cabeza de El Birque, un estudio de animación independiente ubicado en Unquillo que produce piezas animadas de alta calidad en diversos formatos, desde publicidades y videoclips hasta cortos y series.
En los últimos tiempos, El Birque ha saltado a la fama gracias a la realización de “Doña Ubenza”, el videoclip multipremiado del tema interpretado por la coplista salteña Mariana Carrizo que fue considerado entre los diez mejores del 2015, y más recientemente, por “Caníbal” el impactante primer video de Ileana Cabra (Ile), cantante de la banda puertorriqueña Calle 13, con el cual debutó en su carrera como solista.
Con sus 36 años, Juan Manuel Costa comenta que ha vivido la mitad de su vida en Salta y la otra mitad en Córdoba (aunque su tonada originaria no se deja vencer, arrastrando alguna que otra erre) y que nunca sospechó que terminaría dedicándose a la animación.
¿Siempre supiste que querías estudiar cine?
No, es un poco misterioso eso, porque a mí no me interesaba el cine particularmente, ni la televisión. Es más, veía poca tele cuando era chico. El asunto es que estaba terminando la secundaria en Salta y como que había que definir algo. Empecé a ver carreras y me atrajo cine por el tipo de materias que tenía: fotografía, sonido, montaje, guion. Sonaba muy interesante. Me vine a estudiar a Córdoba en 1998 y me encantó la dinámica, la gente, el trabajo en grupo, todo. Me fui enganchando con el cine a lo largo de la carrera. Digamos que tuve la suerte de elegir algo que funcionó para mí, aunque tenía las mismas posibilidades de que no funcionara.
¿Cómo descubriste que lo que te interesaba era la animación?
Ese es otro misterio. En la carrera de cine, recién en cuarto año hay una materia que es animación. Hasta antes de esa materia yo prácticamente no sabía que existía la animación como tal, o no me interesaba. Yo iba más por el camino de dirección de fotografía de hecho. Entonces cursé animación con la profesora Carmen Garzón. Era una materia cortita, un pantallazo nomás, pero la profe supo transmitir de tal manera su pasión por la animación que me re enganchó.
Descubrí todo un mundo. Yo tenía esa idea de la animación eran cosas para niños pero en realidad tiene un montón de posibilidades, si ya en el cine se conjugan muchas artes, en la animación eso se explota mucho más. Para el trabajo final de esa materia con dos compañeros hicimos un corto que se llamó El Birque. Y ahí fue. El momento. El punto donde me di cuenta que tenía que seguir haciendo esto.
¿Qué fue lo que más te atrajo de la animación?
Cuando vos estudiás cine, muchas veces las condiciones de producción determinan el resultado. No es lo mismo un corto con súper presupuesto que uno sin presupuesto, realmente se nota muchísimo la diferencia, y yo veía que en la animación eso no pasaba, o no pasaba tanto. Incluso El Birque, que lo hicimos sin nada de plata y sin nada de experiencia, anduvo en festivales y muestras con cortos que se habían hecho con mucho más recursos. En la animación se pueden decir muchas cosas con poco, tiene mucha libertad. No hay excusas para producir, no podés decir “¡Ay si tuviese más plata!”. Prácticamente depende de uno nomás, es cuestión de ingenio y tiempo. Eso me pareció una gran ventaja.
¿Qué lugar dirías que ocupa la animación dentro del cine en general?
Nosotros decimos que es la hermanita menor. Walt Disney ha hecho bastante desastre en ese sentido. Como que se cree que la animación es sólo para niños y que la animación son los dibujitos animados, o ahora, que la animación es el 3D. Y cuesta mucho salir de ese molde, incluso hoy en día que hay muchas más posibilidades de ver “otra animación”. Es una rama increíble dentro del cine pero está medio subestimada y la verdad no sé por qué, porque para mí tiene un capital artístico que es incluso superior al del cine no animado, la libertad es mucho más grande. Hasta ese “para niños” es un poco discriminador a veces. Yo creo que hay que hacer animaciones y listo, si les gusta a los chicos bien y si les gusta a los grandes también.
En su blog mencionan esto de “dar ánima”… ¿De dónde viene esa idea?
“Animar” viene de “ánima” que significa “dar alma a las cosas”, y esa es justamente la diferencia entre el cine de acción real, donde vos filmás algo que pasa realmente, y el cine animado, donde el movimiento no existe sino que está generado por diversas técnicas. En el cine de acción real vos dirigís y hay un actor que pone lo suyo también. En cambio en la animación no se trata solo de dirigir, vos tenés que hacer actuar al personaje. Por eso decimos que damos alma, damos vida. Es un lindo concepto y aparte es real. Con la animación podés tomar objetos inanimados y no solo darles vida, sino también personalidad, carácter, sentimientos, emociones, etc.
Unquillo, pueblo de animadores
Tras la espontánea revelación que le ofreció esa materia perdida en el cuarto año de su carrera, Juan Manuel Costa se embarcó en nuevos proyectos a los cuales cada vez se iba sumando más gente. “La Ollera” es el título del corto animado que realizó para su tesis y tras lo cual su camino profesional terminó de definirse. Hace cinco años decidió mudarse a Unquillo junto a su mujer (“Éramos dos y ahora somos cuatro, nos multiplicamos”, bromea en relación al nacimiento de sus dos hijos, los primeros espectadores y críticos de todas sus producciones), donde fundó El Birque, un estudio de animación con sello local.
¿Cuántas personas trabajan en El Birque?
En realidad es un estudio que soy yo (y que hasta hace poco, también era mi casa), pero donde trabajamos un montón de personas: animadores, dibujantes, artistas plásticos, diseñadores, artesanos, músicos, guionistas, productores, etc. Nunca estoy solo pero el número varía porque en cada proyecto se arma un equipo nuevo. El video clip de Doña Ubenza lo hicimos entre dos personas y en el de Ile éramos 30. Ahora estamos trabajando en una serie para Pakapaka y somos alrededor de 11.
Lo curioso es que la mayoría vivimos en la zona. Siempre digo que vamos a hacer un polo de animación en Sierras Chicas. No hay mucha gente que haga animación en Córdoba y casi todos estamos acá.
¿Te parece que vivir en Sierras Chicas le da un tono particular a tu trabajo?
Yo creo que sí, no sé si es visible pero creo que se transmite que realmente lo disfrutamos mucho, no es como otros trabajos, casi que ni lo padecemos. Así como es una elección vivir de la animación, también es una elección no vivir en Córdoba. Son todas decisiones que hacen a un todo que no es solamente el trabajo, sino toda una forma de vivir, y no solamente mía, sino de muchos de los que trabajamos en El Birque, es algo que nos une y está latente en los trabajos que hacemos. Siempre fue un desafío vivir de la animación y nosotros hace bastante que estamos haciendo cosas continuamente. Me parece que tiene que ver con esto de que es algo que elegimos y que nos encanta.
“El Birque” fue el título de tu primer corto, ¿cómo se convirtió en el nombre del estudio?
“Birque” quiere decir “tinaja” en quechua. En ese corto hay un hombre que hace una tinaja y se queda adentro. Es raro y tiene algunas cosas medio oscuras, pero también habla de la entrega del artista a la obra y es un poco lo que hacemos nosotros en el estudio.
Vimos que trabajan mucho con stop motion, ¿en qué consiste esa técnica?
Lo que distingue al stop motion es que vos generás la ilusión de movimiento en objetos inanimados sacándoles secuencias de fotos. Ponés el objeto, le sacás una foto, lo movés un poquito, le sacás otra foto y así sucesivamente. Hay que sacar 12 fotos para hacer un segundo. En un día hacés entre 4 y 10 segundos, en el mejor de los casos.
Es muy lento pero es muy lindo de hacer, porque estás como en un mini mundo, con las maquetas, los muñequitos, las luces, te sentís como un gigante ahí, como un juego. Y mientras tanto escuchás música, tomás mates. Es un trabajo lento, pero muy disfrutable.
¿Siempre trabajan con esa técnica?
No siempre. La serie que estamos haciendo para Pakapaka por ejemplo son 13 capítulos de 15 minutos. Eso en stop motion serían como 3 años. No es viable para la tele. Así que usamos una técnica rara en la que hacemos las maquetas, sacamos la foto, pero después animamos todo por computadora.
A principios de este año realizaron el primer video solista de Ile, la cantante de Calle 13, que incluso se filmó acá en Unquillo, en el Castillo Monserrat ¿no? ¿Qué técnica usaron ahí?
Sí, lo filmamos en el Castillo, en las caballerizas de hecho. Usamos una técnica que se llama pixelation, que es como stop motion, pero con personas. Tiene partes de acción real filmadas y otras partes animadas, como las frutas, o cuando ella se ralla los dedos, etc. Es como una mezcla de técnicas y fue un desafío para nosotros y para Ile también, porque ella quería animación pero no muñecos, entonces tuvimos que buscar la forma. Para algunas escenas tuvo que estar como 4 horas acostada, aparte hacía bastante calor.
¿Qué te llevás de este último trabajo?
La verdad que fue todo un desafío en muchos sentidos. Era una producción internacional, ellos iban a venir unos días nomás y había que hacer todo muy rápido, sobre el tema del canibalismo, que es algo raro y había que abordarlo de una forma particular, no era todo animado tampoco. Había varios factores nuevos. Además Ile es la primera que encara su carrera solista cuando Calle 13 entra en stand by, y era el primer video, de su primer tema, de su primer disco. Era todo primero y había mucha expectativa por parte de ella y de todos sus seguidores.
Había mucha presión pero bueno, finalmente todo fluyó bien y la pasamos genial. Ile e Ismael (Cancel, baterista de Calle 13) son artistas increíbles, muy grosos pero súper humildes y respetuosos, y a la vez bastante exigentes. Nos gustó mucho trabajar con ellos, nos hicimos medio amigos se podría decir. Fue una experiencia buenísima, una gran aventura para nosotros.
¿Cómo te ves en el futuro? ¿Cuál es tu sueño?
Para mí estaría buenísimo sostener el estudio como un lugar de producción de Sierras Chicas, que movamos gente que vive por acá y que es súper talentosa, que puedan seguir trabajando y haciendo esto sin tener que dedicarse a otra cosa. Que podamos vivir de lo que nos gusta. Después tenemos un montón de proyectos obviamente, queremos hacer un largometraje, encarar técnicas nuevas, incluso yo tengo la idea de armar una escuela de animación, de perfeccionamiento, para elevar el nivel y promover la animación en esta región.