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Informe Especial: Inclusión pendiente

Nuevamente, las ciudades de Sierras Chicas dejan bastante que desear en materia de inclusión. Veredas rotas, obstáculos por todas partes, desniveles traicioneros, escasa señalización y poca conciencia de la gente son algunos de los inconvenientes que enfrentan diariamente las personas con discapacidad visual, según esta segunda parte del relevamiento en la vía pública serrana realizado por El Milenio.

Nuevamente, las ciudades de Sierras Chicas dejan bastante que desear en materia de inclusión. Veredas rotas, obstáculos por todas partes, desniveles traicioneros, escasa señalización y poca conciencia de la gente son algunos de los inconvenientes que enfrentan diariamente las personas con discapacidad visual, según esta segunda parte del relevamiento en la vía pública serrana realizado por El Milenio.

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Por Lucía Argüello | luciaarguello@elmilenio.info 

La inaccesibilidad de las ciudades serranas no sólo la sufren las personas con discapacidad motriz o movilidad reducida, sino también aquellos que poseen ceguera o incluso, baja visión, un problema que no es ajeno a la región y que consiste en una disminución considerable de la capacidad visual, con lo cual estas personas pueden ver, pero muy poco, y no pueden valerse de anteojos, medicamentos o cirugías para alcanzar una vista normal.

En Río Ceballos, una indagación realizada hace 20 años demostró que es la ciudad con más proporción de discapacidad visual en el país, fundamentalmente debido a una enfermedad hereditaria llamada retinitis o retinosis pigmentaria que se presenta en la zona con una frecuencia muy superior a la media, según manifestó Mirtha Colla, presidente de Todo por Vos, una asociación civil especializada en la lucha contra esta problemática en la región.

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Las veredas rotas o plagadas de obstáculos, los pozos, los desniveles, las escaleras no señalizadas y/o sin barandas, los puentes y pasarelas de rejilla metálica, donde es tan fácil enganchar un bastón, y el desconocimiento de las personas en general sobre un trastorno como la baja visión, son algunos de los principales problemas que enfrentan diariamente los personas con discapacidad visual en todas las ciudades del corredor serrano.

“Estamos en una comunidad donde hay muchísima baja visión y ceguera, pero no la vemos. En nuestra zona se añade la dificultad de la topografía, el terreno es muy complicado y la mayoría de las calles no están asfaltadas, que eso siempre te da un poco más de seguridad para transitar aunque sea por el costado, porque las veredas están destruidas”, explicó Colla, quien vive estos inconvenientes cotidianamente, ya que tiene baja visión desde hace cinco años.

“La ciudad está llena de obstáculos. El poso que ayer no estaba, las veredas rotas, los comercios con sus carteles, toldos, mesas, sillas, sombrillas, todo afuera, cosas que no solo invaden el suelo sino también el espacio aéreo. Yo que tengo baja visión, depende de cómo me dé el sol, si enfoco donde voy pisando, no veo lo que hay alrededor. Uno aprende a tener memoria de los lugares por donde transita, pero al momento que te cambian algo es todo un tema”, señaló la vecina de Río Ceballos.

En algunas ciudades se han hecho intentos de integración. En Mendiolaza hay un semáforo con pulsador para los usuarios sobre la ruta, en la zona del polideportivo, y en Río Ceballos, un tramo importante de vereda céntrica posee el sendero para bastón, una canaleta blanca con líneas verticales y otros diseños que sirven de indicador para las personas ciegas o con baja visión que utilizan el bastón blanco o verde, aunque muchas veces el desconocimiento de la comunidad conspira contra estas iniciativas.

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“Si yo tuviera que ir con el bastón por esa senda me engancho las sillas, los carteles colgados, las mesas. Yo creo que la gente ni sabe qué significa. Falta una tarea de concientización porque al final está, y no debe ser barato, pero no cumple su  función”, comentó Colla.

Asimismo, hay otras cuestiones simples que no se tienen en cuenta, como colocar barandas en las escaleras o pintar una franja amarilla al costado de las mismas para que las personas con baja visión distingan dónde empieza y dónde termina el escalón. “Pasa que cuando es todo del mismo material muchas veces no advertís que hay un desnivel, y al revés, cuando cambia el material, a tus ojos hay un cambio de nivel aunque no lo haya, por eso es importante el borde amarillo en las escaleras”, explicó Colla.