De julio a octubre el riesgo de incendios se incrementa y las Sierras Chicas deben estar particularmente atentas. Los bomberos voluntarios se mantienen siempre listos mientras hacen hincapié en las tareas de prevención y capacitación. Los fondos del Plan Provincial de Manejo del Fuego a duras penas alcanzan para mantener el funcionamiento de los cuarteles.

Por Lucía Argüello
Como se sabe, invierno es la temporada alta en materia de riesgo contra incendios. Las lluvias son pocas, los vientos son fuertes, los pastos se secan por las heladas y hay gran cantidad de hojas y ramas diseminadas por doquier. A esto se suma que este año hay mayor vegetación debido a las lluvias de verano y por ende la cantidad de material combustible también ha aumentado.
“Las lluvias han hecho que la vegetación sea muy abundante, pero lo peor es la nieve”, señaló el Jefe de Bomberos Voluntarios de Río Ceballos, Luis Bonfirraro, “porque apenas se derrite, el pasto parece pólvora”.
A su vez, dentro de la provincia, Sierras Chicas es una de las zonas más críticas debido a su geografía y a la cantidad de masa forestal existente, que muchas veces se encuentra a escasos metros de las casas. Hoy en día, el riesgo de incendio oscila entre el “alto” y el “muy alto”. Aún está latente el recuerdo del 2013, cuando los fatídicos incendios forestales devoraron más de 50 mil hectáreas en la zona serrana.
En lo que va del 2015 aún no se han tenido grandes sobresaltos. Según informó el Jefe de Bomberos Voluntarios de Unquillo, Alberto Cano, en dicha localidad sólo se produjeron tres incendios importantes, aunque no de gran magnitud, uno en El Bosquecito, otro cerca de la calle Caseros y otro por la zona del barrio San José.
Sin embargo, aclaró que la época más peligrosa siempre empieza en agosto-setiembre por los vientos. Mientras tanto, en Río Ceballos y Salsipuedes los bomberos comentaron que en su jurisdicción no hubo incendios hasta el momento, salvo “alguna que otra quema de basura”.
Asimismo, en las tres localidades coinciden en señalar que este es justamente el problema, porque el principal factor de los incendios no es tanto el clima, como el hombre. “Los incendios no se producen solos. El 99% son provocados por el hombre, algunos por negligencia, pero lamentablemente la mayoría son puramente intencionales”, afirmó Bonfirraro.
Prevenir para no lamentar.
Como destaca el Jefe de Bomberos de Salsipuedes, Carlos Giovaninni, “la prevención es la base de todo”. Actualmente en Salsipuedes las campañas se concentran en los barrios periféricos, los cuales están en una zona de interfase, es decir, que hay viviendas diseminadas en el monte. “A esas casas llegamos y repartimos folletos para prevenir”, explicó Giovaninni y añadió que también hacen mucho hincapié en la capacitación del personal.
“Nosotros realizamos diariamente recorridos por las zonas de mayor riesgo, controlando y repartiendo folletos con las medidas de prevención; sobre todo lo que es Cabana, el área del Pan de Azúcar y la zona de San José, donde los pastizales están muy cerca de las casas y hay riesgo de que se produzca un incendio de interfase”, aportó a su vez Alberto Cano desde Unquillo.
Mientras tanto en Río Ceballos no sólo se alistan para prevenir los incendios, sino también las inundaciones. “Lo que pasó el 15 de febrero para nuestro cuartel, y para casi todos, fue una experiencia nueva porque nunca habíamos tenido una inundación. Ahora nos estamos preparando por si vuelve a suceder, porque según los meteorólogos va a haber lluvias importantes de setiembre en adelante”, señaló Bonfirraro, y agregó que incluso están evaluando presupuestos para comprar unos kayaks. “Muchos bomberos de otras zonas vinieron con kayacs y trabajaron muy bien, yo creía que no servían para nada pero resultaron ser muy útiles”, señaló entre la seriedad y el humor.
La plata que nunca sobra.
Desde hace diez años existe en la provincia el llamado “impuesto al fuego”; $5,25 que cada usuario abona con la factura de energía eléctrica para reunir los 58 millones de pesos que sustentan el Plan Provincial de Manejo del Fuego. Este dinero se destina principalmente a los gastos comunes de los cuarteles (en zona de riesgo, como las Sierras Chicas, esto es un poco más de 9 mil pesos por mes) y a las becas de los bomberos voluntarios. Pero de entre los 25 a 30 efectivos que hay en cada localidad, sólo 5 reciben los 4200 pesos de esta beca.
A su vez, los bomberos voluntarios acceden a un subsidio anual de la Nación y pequeños apoyos de las municipalidades. Sin embargo, en Sierras Chicas la mayoría de los jefes de cuartel coincide en señalar que el dinero es poco para los gastos que tiene semejante institución.
“Tenemos 2 mil pesos de Telecom, más otros 2 mil de claro, ahí ya van 4 mil. Sumale el gasoil de los vehículos, la nafta de las motobombas y los seguros, que no son poca cosa. Además a la guardia le pagamos el almuerzo y la cena, que son entre 700 y 800 pesos por semana, ahí ya tenemos 3 mil más. Y se nos está viniendo abajo el edificio que ya tiene más de 40 años”, señaló Bonfirraro; mientras Cano agregó que vestir a un bombero para que combata incendios cuesta entre 20 y 25 mil pesos.
En las tres localidades, los bomberos se ven obligados a realizar otras actividades para encontrar financiación. La venta de locro, empanadas y pollo es la más conocida, pero también reconocen el importante apoyo de los socios, que no obstante sólo suelen ser entre 400 y 500 personas a pesar de que las poblaciones serranas superan los 20 mil habitantes en casi todos los casos.