Los niños, como cualquier persona, atraviesan por momentos de errores, fracasos y frustraciones… lo importante es que ellos están aprendiendo a vivir y pueden hacer de ellos un aprendizaje para la vida.
Por Natalia Boffelli (Lic. En Psicopedagogía, MP: 13-1567).
Los berrinches cuando no consiguen algo es una reacción muy típica, como lo es el enojo o la negación y es allí donde el adulto debe hacer de nexo para que los niños enfrenten con mayor naturalidad y progresivamente los fracasos.
Pero el adulto debe saber que la frustración ante no poder hacer o conseguir algo no los hace infelices y que la opción correcta no es solucionarles todo y ofrecerles todo; la persona feliz y la que aprende a ser feliz es aquella que logra asumir los fallos, las imposibilidades y darles solución. Aprender a tener estrategias y recursos emocionales para enfrentar las diferentes situaciones que la vida les presenta es parte muy importante para el equilibrio emocional posterior o adulto.
Otra cuestión también relacionada es que a medida que el niño se desarrolla debe aprender a esforzarse por las metas a alcanzar; en la vida no se consiguen las cosas, o deseos sin trabajar para ello y este factor es importante que los adultos lo tengamos en cuenta, otorgar o dar está bien pero con límites.
Todos aprendemos y disfrutamos de los éxitos, pero lo importante es afrontar los fracasos y encontrarles la salida o el lado positivo a lo que creemos o vemos como negativo. Aprender a sumar y no restar es la labor. Lo importante y esencial es un cambio de actitud guiada para aprender de los errores. Los niños naturalmente atraviesan por esto, ensayo-error es su actividad natural al aprender a caminar por ejemplo, prueba hasta que disfruta del logro y la cara de satisfacción frente al esfuerzo y logro es más sana y destellante.
Los padres y educadores no siempre estamos para alivianar las cosas o situaciones de los menores… en algún momento se enfrentan a peleas con amigos, a no poder hacer algo y ellos no deben morir en el intento, sino aprender a pensar cómo solucionar y lograr de otra manera lo que no pueden conseguir y saber también que en la vida no todo lo que se desea se obtiene, por tanto la frustración debe superarse, pensarse, solucionarse, en compañía o solos.
Lo ideal es que aprendan de las experiencias pues de esta manera van teniendo recursos que luego asocian y se transformas en nuevas posibilidades de solución. El adulto no siempre piensa como niño, no se posiciona desde su mirada y esto puede llevar a errores que difícilmente se puedan solucionar, ponerse a su altura, reconocer sus recursos, ayudarlos a pensar soluciones posibles es el desafío.
Acompañarlos a encontrar en el error lo positivo y disfrutar luego de los logros es escoltarlos. Incentivar a que lo intenten una y otra vez, a buscar nuevas formas, a hablar de sus problemas, a darles una palmada y continuar debe ser nuestra posición para que ellos trabajen por sus superaciones. Así conocerán sus capacidades y limitaciones y encontrarán la forma para salir adelante.
Muchas veces hay que llorar o desilusionarse… sus lágrimas hoy pueden ser logros después si les enseñamos a aprender de cada experiencia. Hacerles ver las posibilidades sin solucionarles todo. La sobreprotección es una solución del momento pero no a largo plazo, deben ellos salir adelante sin bastones y los éxitos serán más disfrutables si aprendieron a convivir y superar los fracasos y volver a intentar con perseverancia.
Recordar: Valorar lo positivo, aprender de los fracasos, fortalecer el esfuerzo, enfrentar las situaciones y perseverar es ayudarlos.