Participaron: Malena Olazábal y Martina Perotti (4to IENM). Bruno Riso (4to IMVA).
Para comprender la propuesta de La Momentum, primero resulta necesario adentrarse en los pormenores del método contact improvisación (CI). Con este objetivo, El Milenio compartió una charla con Luca Pacella, bailarín y referente de la técnica en Córdoba, y Chris Lanceley, otro practicante de la región.
Ambos vecinos de Sierras Chicas forman parte del grupo organizador de este evento que tendrá lugar del 2 al 5 de noviembre en La Quebrada y que promete reunir a interesados en esta disciplina de todas partes del país.
Vale señalar que La Momentum se adapta a las preferencias de los asistentes. Se puede optar por participar de todas las jornadas o elegir solo algunas, con o sin comida incluida. Incluso, se puede pasar la noche en el lugar o solo ser parte de las jams. Todas las opciones figuran en el formulario de inscripción en @lamomentum.ci (Instagram).

Revolución como origen
El contact improvisación, desde sus inicios, se ha caracterizado por su apertura y accesibilidad. Luca Pacella, italiano radicado en Unquillo y un explorador de esta técnica hace muchos años, afirma que el contact siempre ha acogido a aquellos que no tienen experiencia en bailar y que simplemente desean adentrarse en el mundo del movimiento.
El contexto cultural e histórico en el que emergió como movimiento fue el de los años 70, un período marcado por la contracultura en Estados Unidos. Nació con el deseo de liberarse de las estructuras rígidas impuestas por la danza clásica y moderna. “Ante una danza que se centraba en la forma, la coreografía y el espectáculo, los bailarines se preguntaron qué sucedería si simplemente se dejasen caer y rodaran por el suelo“, historizó Pacella.
Esta búsqueda dio lugar a investigaciones sobre el movimiento en sí. Steve Paxton, norteamericano considerado pionero y padre del CI, comenzó a enfocarse en qué pasaba en la relación del propio cuerpo con el suelo y con otras personas.
Desde entonces, este método se ha centrado en la exploración de lo que ocurre justamente en el lugar y el momento del contacto y cómo se adapta el movimiento conjunto en la improvisación. El contact se pregunta qué sucede al dejar fluir el movimiento, haciendo a un lado las estructuras en pos de la búsqueda de una eficiencia mecánica orgánica.

Para espíritus inquietos
La Momentum surgió a partir de un grupo de practicantes de la disciplina, la mayoría de Sierras Chicas, que tenían ganas de generar un encuentro de contact en la provincia, como algunos que supieron existir antes de la pandemia.
“Esta cita de contact improvisación tiene un formato muy simple que es jam todo el día, los cuatro días. La idea es compartir danza y convivencia, para lo que hay cabañas, carpas y un salón muy grande”, contaron los organizadores.
El encuentro se realizará en el camping de la UOM (Av. San Martín 8715) y es abierto a toda la comunidad. Tanto Pacella como Lanceley enfatizaron que no se necesita experiencia previa y que se puede participar de cualquier manera, bailando, observando o simplemente jugando. En este sentido vale destacar que tanto el contact en general como La Momentum en particular no son instancias de exhibición, sino espacios de exploración e investigación corporal.

Hablar con el cuerpo
Practicante de contact hace tres años, Chris Lanceley apunta que esta forma de danza se despega del contemporáneo y otros géneros que comparten mecánicas de movimiento similares, gracias a su enfoque específico en el vínculo entre bailarines.
“El CI trabaja con lo que sucede en el contacto con otra persona, entendiéndolo no solo como tacto superficial, sino como un compartir información que surge de la comunicación física. Hay una entrega mutua de peso, empujes y tracciones; se exploran las fuerzas. Se busca que el eje que nos permite estar en equilibrio sea compartido y también puesto en desequilibrio por esas otras personas que intervienen en la danza”, detalló.
En definitiva, para Chris, “es una investigación de la física detrás del movimiento, del contacto y de lo que sucede al escuchar lo que la misma danza va proponiendo”. Esto inevitablemente lleva a una mayor conciencia corporal. De hecho, para el joven de Río Ceballos, la práctica del contact le ha permitido observar la propia relación con su cuerpo, trabajar el pudor y reconocer cómo está parado en la tierra. Para él fue desafiante aprender a manejar la frustración de las primeras veces y ser consciente de sus limitaciones. “En mí modificó incluso mi forma de caminar”, reveló.
De acuerdo a Pacella, la práctica del CI trabaja habilidades como la agilidad, los reflejos y la escucha corporal. El entrenamiento progresivo ayuda a desarrollar un trabajo físico consciente que involucra el entendimiento y exploración de la anatomía, la mecánica del cuerpo y cómo son las activaciones de las cadenas musculares que permiten los movimientos.

¿Música sí o no?
Durante los primeros diez años de su desarrollo, el contact prescindió de la música. Siguiendo el relato de Luca, esta ausencia buscó, por un lado, eliminar la figura del coreógrafo (y las jerarquías asociadas).
Por otro, con la creación del formato jams, se eliminó la idea de mostrar y componer formalmente para un público, lo cual significó la liberación de la danza de su subordinación a la forma, dando paso a un espacio de práctica e improvisación pura y sin necesidad de narrativa.
El término “Jam” proviene del mundo de la música, específicamente de los encuentros de jazz en los que los músicos se reúnen para improvisar. Este concepto de la jam como espacio de creación conjunta y espontánea se trasladó al ámbito de la danza.
Con su formato de jams durante cuatro días, La Momentum garantiza una inmersión total en el CI y la experimentación. Su apertura a todo nivel invita a quien lo sienta a unirse a esta propuesta corporal diferente que suma cada vez más adeptos.
