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El ADN de la universidad del cuarteto: Trulalá

Diego Cánovas, hijo del creador de la emblemática banda cordobesa y actual propietario de ella, charló con El Milenio en un viaje por las casi cuatro décadas de trayectoria del ícono cuartetero que ha hecho bailar a generaciones, manteniendo viva la herencia musical de su fundador.
  • Participaron: Paulina Toloza y Renata Martínez (4to IMVA). Valentina Cortez y Geraldina Cánovas (4to IENM).

Hasta hace poco, Diego vivía en Mendiolaza, por eso en el corredor serrano no solo quedan fanáticos de Trula, sino también descendientes del gran Manolito Cánovas. Hoy su hijo mayor es el motor detrás de la máquina cuartetera de Trulalá. Como manager y dueño del grupo, devela los pormenores de una historia rica en éxitos y dedicación que sigue siendo fuente de alegría y entretenimiento para sus fanáticos.

Preguntarle a Diego Cánovas por su relación con Trulalá es abrir la puerta de un mundo de emociones y legado musical. Su rol se centra en el manejo de la logística, las fechas, las contrataciones y la administración general, haciendo posible eso de que la fiesta “nunca se detenga”, como explicó a El Milenio.

“Hay que entender que una banda es una empresa como cualquier otra que genera divertimento, podría decirse que es un servicio de alegría. Detrás de lo que se ve en el escenario hay mucho trabajo”, afirmó Cánovas y agregó: “Trulalá es una empresa de 30 empleados, entre asistentes, músicos, gente encargada de distintas áreas y demás. Y para mí administrarla representa una dedicación diaria desde que falleció mi padre”

.De hecho, se podría decir que es una empresa familiar en la que, además de Diego, también participa su hermano Mauricio, quien toca la timbaleta arriba del escenario y abajo se encarga de decisiones artísticas y musicales. “Se ocupa de qué tema se elige, qué se graba. Mi hermana y mi vieja, como dueña también, tienen sus participaciones. Ahora Valentín, mi sobrino, se incorporó a los músicos de la banda”, detalló el manager.


Forjando el camino

La historia de Trulalá se entrelaza con la visión creativa de Manolo Cánovas. Para Diego, “Manolito fue uno de los pioneros en la historia del cuarteto, el creador de un estilo que es Trulalá”. Estilo que la banda ha sabido evolucionar llevando la fiesta a lo largo y ancho del país durante 39 años, manteniendo viva la herencia de su fundador.

“Manolo marcó una historia junto con otros grandes del cuarteto de la época. Hay muchos talentos que salieron de Trulalá, tanto cantantes como músicos. Al margen de ser mi padre, para mí Manolito Cánovas fue un grande. El ambiente del cuarteto lo recuerda mucho, es como La Mona Jiménez en cierto punto, son dos referentes muy grandes”, expresó su sucesor.

A pesar de sus 20 años de historia con la banda, para Diego, su padre se fue antes de verla en su pico de esplendor. “Su objetivo era llevar a Trulalá a donde la llevó, pero siempre quería más… Trula ha tenido el reconocimiento que merece y hay un respeto muy grande, incluso por parte de pares. También mi padre, fue reconocido como un gran creador y él lo sabía”, reflexionó el hijo de Manolo.

La partida del pionero del cuarteto en 2001 supuso una reestructuración total para la familia Trula, que tuvo que evolucionar para mantener vivo el espíritu de la banda. Sin embargo, conserva la misión que le dio su creador: divertir a la gente. “Mi viejo decía que el público lo era todo”, recordó Diego.


Semilla y fusión

El legado de Don Cánovas es la esencia misma de Trulalá, ya que no solo fue el fundador de la banda, sino también un gran detector de talentos, que moldeó generaciones de músicos. Nombres como Jean Carlos, la Pepa Brizuela de La Barra y la trilogía de Cristian Amato, Claudio Toledo y Alejandro Severio son algunos de los artistas que prueban que la banda ha sido un semillero.

“Por eso a Trulalá le dicen la universidad del cuarteto”, sintetiza Diego, destacando el papel formativo que ha desempeñado la banda en la escena musical. Y amplía: “Hoy, como siempre, no se busca que el cantante sea la estrella. Esto es algo grupal, aunque después alguna figura se termine destacando y se vaya, siempre es Trula”.

La capacidad para reinventarse y adoptar nuevos elementos ha sido un factor clave en la vigencia de la agrupación. Los covers y las colaboraciones con otros artistas son algunos de estos recursos. “Estamos atentos a lo que la gente quiere, que se diviertan. Hoy en día hay que saber buscar la fiesta”, reconoció Cánovas y lamentó la escasez de autores que también impera en el género. 


Éxito infinito

Con más de 83 discos en su repertorio, incluidos 20 de oro, cinco de platino y hasta un quíntuple platino, el éxito y la permanencia de Trula en la escena es incuestionable. “Hemos tenido shows en el Grand Rex y en el Luna Park, llenamos la Plaza de la Música cientos de veces, bailes de 10 mil personas cada fin de semana, temas que ya son clásicos que traspasan generaciones. Realmente son cosas extraordinarias”, reconoció Diego.

A pesar de los cambios en la industria, el baile como evento musical y encuentro es eterno. Cánovas subraya esa conexión: “Hoy por más que no se vendan discos, los bailes siguen siendo el fuerte, la gente quiere divertirse, tiene problemas y quiere salir a despejarse. Por eso nosotros laburamos en todo el país. Nuestra agenda es de punta a punta, Trula es nacional”.

En cuanto al público, el representante contó que en Catamarca y La Rioja son tan trulaleros como los cordobeses. “El público de todos lados se va renovando, hoy tenés los nietos de los que seguían a mi papá. Pero en un aniversario te van todos, es algo muy familiar. También al tener cantantes jóvenes, tenemos público juvenil que nos sigue por los temas modernos, los temas que reversionamos”, explicó el manager.

Hoy por hoy, el camino de Trula parece no tener fin y todo demuestra que la familia Cánovas va a seguir creando, innovando y llevando la misma esencia a nuevas generaciones.