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Pedagogías alternativas: aprender sintiendo, pensando y haciendo

En las últimas dos décadas, Sierras Chicas viene asistiendo al nacimiento de espacios educativos que rompen con el molde tradicional y ofrecen formas distintas de enseñar y aprender. El Milenio dialogó con la escuela Dandelión de Saldán y el espacio educativo Brote, en Río Ceballos, para conocer más sobre estas propuestas basadas en diferentes visiones pedagógicas.

Aulas construidas con adobe, espacios rodeados de vegetación, juguetes de madera y rondas de canciones son algunos elementos que se pueden encontrar en estas experiencias educativas que escapan a lo convencional. Tomando el aporte de diversas corrientes, el objetivo principal es observar y acompañar a las niñeces de manera integral, respetando sus particularidades, tiempos e intereses. 

Además de Dandelión y Brote, a lo largo de todo el corredor existen otras experiencias de educación alternativa: El Árbol en Agua de Oro, Escuela La Serrana e Instituto San Nicolás en Río Ceballos, Comunidad Educativa Siete Colores en Unquillo, Nido de Luz y Aromito en Mendiolaza, Artemisia Montessori y Espacio Educativo Terapéutico Rafael Arcángel en Villa Allende. 

Dentro de las corrientes en las que se basan estos espacios, una de las más conocidas es la pedagogía Waldorf, creada en Alemania a principios del siglo XIX por Rudolf Steiner. Tal es el caso de la Escuela Dandelión en Saldán, una asociación civil sin fines de lucro que lleva más de 15 años trabajando en comunidad junto con las infancias y sus familias. 

Aunque comenzó sólo con el “nido” (como llaman al jardín) y un primer grado de primaria, no tardó en crecer hasta abrir su nivel secundario. “Éramos entre seis y siete familias que veníamos buscando una escuela primaria diferente, con pedagogía Waldorf, algo que en la zona no existía. Así que nos organizamos para que eso suceda y sucedió”, recuerda con orgullo Esteban Próspero, uno de los padres fundadores. 

Actualmente la comunidad está compuesta por 200 niños, niñas y adolescentes junto a sus familias. Como explica la pedagoga Helle Heckman, elegir una iniciativa Waldorf significa un cambio importante, porque no se trata sólo de una pedagogía, sino que es un estilo de vida. Y en eso es ineludible el acompañamiento e involucramiento de todo el entorno. “La acción y el compromiso con la comunidad es fundamental, es más que llevar a los niños a la escuela”, asegura Esteban.


Un camino de autoconocimiento

Uno de los pilares fundamentales de esta propuesta educativa es la antroposofía, una corriente filosófica creada por el mismo Rudolf Steiner, que propone transitar un camino de autoconocimiento que permita a las personas acercarse a su dimensión espiritual. 

“Esta profundidad, sumada a la minuciosa observación de cada niño en todas sus particularidades, crea hermosos lazos entre el maestro y cada uno de sus alumnos. Este vínculo espiritual es uno de los beneficios más palpables de la pedagogía”, explica Érica Schwint, maestra de Dandelión especializada en educación primaria y Waldorf. 

En cuanto al sistema curricular, Schwint aclara que es “por épocas”, es decir, no se enseñan todas las materias a la vez si no que se profundiza una por una durante un promedio de cuatro semanas. Lo que permite, según la entrevistada, desplegar el aprendizaje como un proceso único y desarrollar el conocimiento de una manera más sólida, creativa y respetuosa.

“Los niños se involucran con su propio proceso, se relacionan con el mundo a través de las puertas que el maestro abre artísticamente, con gran asombro. Los alumnos aprenden sintiendo, haciendo, pensando”, reflexiona la especialista y vecina de Villa Allende.

Así, junto con la música, la alimentación cuidada y la respiración, otra característica de estas experiencias educativas es la importancia del juego libre, ya que, como explica Schwint, “mediante el juego los y las niñas/os se vinculan con su capacidad de imitación. Recrean escenas y situaciones de su entorno y pueden aprender a través de ellas”. 


Escuchar el proceso

En la otra punta de Sierras Chicas, sobre estos mismos pilares que ofrece la antroposofía y los aportes de la pedagogía activa, nace Brote, un espacio educativo ubicado en barrio Ñu Porá de Río Ceballos, al cual asisten niños y niñas de entre 3 y 7 años.

Gestado tras la pandemia, Brote lleva un año desarrollándose en plena Reserva Hídrica Natural Municipal Los Manantiales, lo que implica actuar en red con brigadistas, guardaparques y el centro vecinal del barrio. Su propuesta toma como punto de partida el trabajo con los cuatro elementos.

“Creemos que podemos aprender lecto escritura y realizar operaciones matemáticas desde un lugar que contemple el movimiento que acompaña los ciclos de la vida. Por lo que es necesario escuchar respetuosamente el tiempo de cada niñe (sic), que no siempre coincide con esta cuestión de ubicarles en grados”, explica Anabel Javiel Molina, licenciada en Psicopedagogía y una de las fundadoras del espacio.


Para Anabel, algo que aporta la pedagogía activa es la posibilidad de disponer “rincones” de interés para que las infancias puedan explorar con diversos materiales y propuestas, en contacto siempre con la naturaleza.

En este punto, la escucha honesta y el lugar para que las preguntas surjan adquieren peso sobre lo que establece una currícula o programa oficial, como también sostiene la pedagogía liberadora de Paulo Freire, propiciando un “espacio constante a la supervisión reflexiva”.

“Aprendimos que el no seguir un modelo es estar atentos a escuchar el proceso de lo que acontece en cada instancia. Si algo nos fuera entregado como verdad acabada o estructura rígida, esto iría en contra de contemplar la dinámica de la vida y sus procesos de aprendizaje”, reflexiona Molina.

“Este no es un lugar aislado que se ocupa de ‘educar’, sino que juntes (sic) dialogamos y vamos construyendo formas que sean honestas con el proceso de vida de cada ser humano”, añadió otra de las guías de Brote.

Aunque para muchos suene revolucionario, cada vez son más las familias que deciden salir del sistema educativo tradicional. Y es que, como dice Esteban desde Dandelión: “No sólo queremos una buena educación para nuestros hijos. De alguna manera, soñamos con cambiar el mundo”.