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La biblioteca del pueblo cumplió 35 años

El Complejo Cultural Ancón pertenece a la cooperativa telefónica de Salsipuedes, cuya biblioteca acaba de celebrar su 35 aniversario. Desde sus inicios como sitio para brindar apoyo escolar, su propuesta se ha ido ampliando hasta convertirse en uno de los espacios más relevantes para la cultura de su localidad.
  • Por Mabel Tula. periodico@elmilenio.info
  • Colaboración: Matteo Barale, Kiara Cassina y Luciano Parodi (4to IENM). Benjamín Silva (4to IMVA).

Todo surgió en 1987 cuando las esposas de los consejeros de la administración de la Cooperativa Telefónica Salsipuedes Ltda., decidieron apoyar a la fundación y crear una biblioteca. Al principio funcionó en un pequeño espacio de la terminal de ómnibus, donde empezaron a recibir donaciones de libros y a brindar apoyo escolar. Después se trasladaron al primer piso de la sede en calle Chacabuco y finalmente, en 2004, a su ubicación actual sobre avenida Belgrano. 

Allí se transformaron en el “Complejo Cultural Ancón”. Hoy en día, disponen de dos aulas donde tienen lugar muchas propuestas, como talleres, presentaciones de libros, obras de teatro y ferias. La biblioteca, por su parte, reúne más de 15 mil libros en su colección. También se ofrecen cursos online con certificación oficial de la academia Identidad Argentina, además de contar con un punto Bancor y seis bibliotecas “al paso” en barrios alejados del centro.

Rosana Urcia, coordinadora del complejo hace 14 años, y Yanina Mongolini, encargada de eventos y actividades, rememoran historias y anécdotas sobre estas tres décadas y media de recorrido. 

El Milenio: ¿A qué se debe el nombre Ancón?

Yanina Mongolini: Surgió de un concurso que se hizo en las escuelas de Salsipuedes en 2004, cuando nos mudamos al actual edificio. “Ancón” es un tipo de curvatura del río y el nuestro tiene esa curvatura en una parte de su recorrido por la ciudad, así que esa fue la propuesta que ganó.

EM: ¿Cómo se sostiene económicamente el complejo?

YM: En este momento tenemos 580 socios que aportan voluntariamente en su factura telefónica para el sostenimiento del complejo, la cooperativa tiene un poquito más de 3000 asociados. También hay personas que no forman parte de la entidad, pero realizan aportes a la biblioteca de manera independiente. Para todos disponemos de Wifi, computadoras, libros y tienen acceso al salón para algunas actividades como dar cursos o charlas.  

RU: De todas formas, la cooperativa es la que absorbe los gastos. Solo con las donaciones de los socios sería imposible sostenernos, ya que tenemos que abonar tres sueldos, mantenimiento y servicios. Hay varios subsidios del estado provincial y nacional, pero somos de gestión privada, por lo que se complica acceder a ellos. 

En Salsipuedes no hay una biblioteca pública, la biblioteca del pueblo es la nuestra y el presupuesto para cultura es bastante acotado. Los volúmenes que tenemos son donaciones y hemos comprado algunos también, a demanda de nuestros socios. Todo ha sido con un esfuerzo tremendo, pidiendo donaciones a quien se nos cruce, desde el banco Credicoop hasta Mercado Libre.


EM: ¿Qué tipos de textos tienen en la biblioteca?

YM: Tenemos libros de ciencia ficción, novelas históricas, románticas, historia, biografías, libros escolares, infantiles, para adolescentes, de política, turismo, todos los rubros que puedas imaginar, incluso hay libros en otros idiomas. 

RU: Hay ejemplares muy valiosos, hasta tenemos uno firmado por Gabriel García Márquez… ¡A ese no lo queremos ni mirar! Es nuestra joya. 

EM: ¿Cómo describirían al público de la biblioteca?

RU: Vienen distintas personas, tanto gente mayor a la que le gustó leer toda la vida, como jóvenes que tienen esa onda más descontracturada. Esa es la impronta que le queremos dar al espacio, nada específico ni acartonado.

YM: Si bien las necesidades y formas de leer han cambiado, la biblioteca se usa mucho. Los chicos se devoran algunas sagas. También leen por el celu. Lo importante es que, aunque cambió el soporte, se sigue leyendo un montón.

También tenemos un punto Bancor, entonces es bastante movidito el lugar, la gente va y viene, consulta, les sacamos las facturas, todo lo que tenga que ver con la calidad humana que es muy necesaria en estos momentos.


EM: ¿Qué nuevos desafíos se proponen hoy en día?

RU: Queremos brindar a las Sierras Chicas alguna oferta educativa. Más allá de que tenemos talleres y la Universidad Popular también dicta algunos cursos, la biblioteca es grande, podría albergar más, tenemos dos aulas acondicionadas y hasta hay un proyector.

Necesitamos autogestionarnos, por eso también tenemos el punto Bancor, que en un principio generaba dinero y ahora no tanto, pero que ni pensamos en sacarlo porque es muy útil para la comunidad. También generamos campañas para llevar comida a merenderos y nos encantaría tener un vivero de nativas.

YM: Ahora estamos creando una Feria de Economía Circular, tenemos varias aristas. También brindamos servicios al adulto mayor, recientemente vino un señor pidiéndonos que le recuperemos el Facebook y le pedí ayuda a estudiantes que hacen pasantía con nosotros, porque es parte de la biblioteca. Tenemos un curso de herramientas digitales y se llena. Es bastante global lo que brindamos, no es sólo una biblioteca.

EM: ¿Cuáles fueron los eventos más convocantes del complejo que recuerdan?

RU: Convocaron mucha gente los cinco curas que escribieron un libro cuando dejaron los hábitos, el padre Mariani. Un día se me dio por hacer un té con desfile, trabajamos muchísimo y salió muy lindo, me acuerdo que se llenó y hubo gente que no pudo ingresar. 

También hicimos un festival de títeres con bufones y la maratón de tapitas del Hospital Infantil, para la que organizamos una jornada de actividades con los chicos. Estuvieron Viviana Rivero y Esteban Dómina también. Este año Graciela Ramos presentó su último libro “Las tejedoras de ilusiones”, en el marco del cumpleaños de la biblioteca.

RU: Vale destacar que ya ganamos dos convocatorias nacionales del programa Puntos de Cultura.  Gracias a eso tenemos seis “Bibliotecas al paso”, se trata de espacios distribuidos en barrios de difícil acceso al centro, para que la gente pueda obtener su libro y disponer de Wifi gratis.