- Colaboración: Santino Vargas y Francisco Carrasco (IMVA); Malén Paiva, Santiago Gomez (IENM).
Poné Primera surgió desde las bases de un proyecto iniciado 5 años atrás llamado Flora, el cual era una escuela de manejo ubicada en Córdoba Capital, donde un grupo de mujeres enseñaban a conducir.
Con la idea de tener una perspectiva feminista, este conjunto de instructoras brindan sus clases a hombres, mujeres y disidentes.
“Para el Día de la Mujer, La Voz del Interior nos hizo una nota y estalló. Empezó a haber mucha demanda de trabajo y no dábamos abasto las tres acompañantes que ya estábamos, así que incorporamos tres personas más”, comentó a El Milenio Magdalena Monayar, la actual integrante de Poné Primera.
La también vecina de Mendiolaza se dedicó a cubrir las clases en el corredor de Sierras Chicas, pero la pandemia impidió su labor. “Para julio de 2020, me empezó a llamar mucha gente que necesitaba aprender a manejar porque el transporte público no funcionaba y las personas esenciales necesitaban ir a trabajar”.
Ante este pedido de la comunidad, Magdalena les comentó lo ocurrido a sus compañeras. “En esos momentos existía la fobia al contagio, por lo que me dijeron que podía trabajar pero que no bajo el nombre de Flora”, y agregó, “entonces fue como me independicé, creé el perfil ´Poné Primera´en Instagram y comencé con la misma línea de trabajo”.
Con el tiempo, las personas se comenzaron a interesar en este proyecto, creció la demanda y, de esta manera, se integraron Analía Páez y Patricia López.
Páez es Coach Ontológica y se dedica a la Amaxofobia, es decir, el miedo a manejar.
SUPERANDO LOS MIEDOS
Según datos del Centro de Experimentación y Seguridad Vial (CESVI), el 2% de los conductores pueden sufrir el problema de amaxofobia o miedo a conducir. Además, este estudio sugiere que el 40% de las personas que se inician en la conducción pueden abandonar repentinamente por una mala experiencia.
“En caso de que en una clase la alumna se ponga nerviosa, es importante parar, charlar sobre eso que le preocupa, recordarle que si está manejando es porque tomó esa decisión y eso es un gran paso”, comentó Monayar.
De esta manera, “entre las tres hacemos reuniones mensuales y vamos intercambiando experiencias. Lo que más notamos es el miedo a los otros vehículos o a perder el control del auto propio y atropellar a alguien”.
“Nosotras les decimos a nuestras alumnas que no les podemos prometer que nunca van a tener un accidente, los accidentes existen y van a existir siempre. Nadie sale con la intención de chocar, nunca son intencionales, pero si se pueden prevenir con conciencia y prudencia”, sentenció la instructora.