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“La música es sagrada”

El día que tocó un bombo por primera vez, André Maurel supo que dedicaría su vida a esos sonidos. Mientras participa en diferentes formaciones como baterista, el joven de 32 años prepara su primer disco solista y habla con El Milenio sobre el lugar que ocupa la música en su vida, el recorrido que lo llevó al presente y los avatares en el camino de la profesionalización.
  • Por Simón Mazzia y Justo Tissera (4to IENM).

Probablemente, André Maurel nació en el lugar indicado. Oriundo de Unquillo, este músico de 32 años forma parte de esa singular trama de creadores que distingue al “Pueblo de artistas” y que alimenta activamente a todo Sierras Chicas.

Con 32 años, arrancó en la música a los 16 y hoy se dedica profesionalmente a ella hace una década. Un bombo legüero fue el primer contacto con lo que sería su camino sonoro: la percusión. Baterista por excelencia, también acude a la guitarra o al piano a la hora de componer y hacer arreglos. Aunque aborda desde música latinoaermicana hasta flamenco, son el jazz, el folklore y el rock sus géneros predilectos.

El Milenio: ¿Cómo te iniciaste y formaste en la música?

André Maurel: El primer contacto se lo debo a mi tía, ella me mostró un bombo legüero y, en ese momento, me enamoré de la música. Viendo un video de Rata Blanca, me fascinó la batería y, a los 16 años, empecé a tomar clases en Villa Allende con un profe llamado Pablo Gómez.

A los 18, supe que la música era a lo que me quería dedicar. Estudié en La Escuelita (Escuela de Música Córdoba) con Germán Siman, un baterista muy conocido, pero también empecé con piano y audioperceptiva. Dos años después tomé clases con “Bebe” Caniza, que fue otro gran percusionista de Córdoba.

En definitiva, tuve periodos en los que estudié solo, y otros en los que me acompañaron grandes profesores, como Luis Barzola, Oscar Giunta y Pepi Taveira, por agregar algunos a los que ya mencioné. Eso está bueno porque los maestros te guían y con ellos quizás tenés una responsabilidad que estudiando solo es más difícil de alcanzar.


Aunque su instrumento predilecto es la batería, el joven también usa la guitarra para componer y hacer arreglos. Foto gentileza quien corresponda.

EM: ¿Contaste con el apoyo de tu familia a lo largo de tu carrera?

AM: Por suerte sí. Desde un principio mis viejos fueron muy abiertos con mis elecciones. Al poco tiempo de comenzar las clases, me compraron una batería, o sea que muy temprano tuve la posibilidad de acceder a un instrumento que es bastante costoso. Mi tía, la que me mostró el bombo, siempre me motivó.

En la familia no hay músicos, pero sí muchos melómanos. Eso también me impulsó, porque me hacían escuchar música nueva. Realmente es muy valioso haber tenido siempre ese apoyo.

EM: ¿Recordás cuáles fueron tus primeras presentaciones en público?

AM: Sí, fue con mi primera banda, “Aldebarán”, en el boliche El Tiempo, de Villa Allende. La verdad que fue una presentación bastante mala porque estaba nervioso y en el primer tema, se rompió el pedal del bombo. Por suerte lo pudimos solucionar y quedó hermoso.

También tocamos en Manuel Manuel, que en esa época era un antro chiquito en el centro de Río Ceballos. Luego empezaron a aparecer otras cosas, conocí músicos y formé proyectos musicales, al tiempo que empecé a moverme más en Córdoba.

EM: ¿Has viajado a otros países con la música?

AM: Sí, estuve en Ecuador, Perú y sobre todo en España. Viajar de la mano de la música es una experiencia increíble, porque todo el tiempo te abre puertas. Desde 2016 he estado yendo casi todos los años a las Islas Baleares (Mallorca, Cabrera, Menorca, Ibiza y Formentera) a hacer temporada. Tocamos en bares, hoteles, eventos, festivales y formamos parte de una jam session que se hizo tres años consecutivos y por donde pasaron músicos impresionantes de todo el mundo.

Eso es lo bueno de viajar, que conocés gente que nunca esperabas toparte y compartir con esas personas es tremendo. Aparte eran cuatro meses de tocar todos los días, entonces te llevás aprendizajes y un gran entrenamiento, porque es algo muy intenso. Me encantó porque no estaba acostumbrado y siempre quise dedicarme de lleno a tocar en vivo.

EM: ¿Componés canciones? ¿Has grabado algo?

AM: Sí, compongo temas, me gusta hacerlo. Por eso toco la guitarra y estudio otros instrumentos, para tener una mirada más abarcativa. También he grabado en distintos formatos, en bandas y dúos, sobre todo. Todavía no saqué ningún trabajo solista, pero estoy en eso.


EM: ¿Acompañás a algún cantante o formás parte de algún grupo de manera estable?

AM: Siempre tuve trabajo acompañando cantantes, eso me enseñó mucho. Ahora estoy tocando con un proyecto que es un sexteto: percusión, guitarra, bajo, clarinete, batería y voz. Se llama Brucay estamos en proceso de preproducción para grabar un disco.

Aparte toco en muchos proyectos como baterista, como los que se arman en Oniria (escuela/taller de música de Villa Allende donde doy clases) o las presentaciones de Alchaperío. Después tenemos un dúo con un guitarrista y estoy trabajando con un grupo que se llama Un par de leones haciendo producciones para su disco.

EM: ¿Podés vivir de la música?

AM: En este momento, sí. Cuando empecé a estudiar me di cuenta que quería ir por este lado. Al principio trabajaba en otras cosas como para mantenerme mientras seguía aprendiendo, hasta que un día, después de dedicarle tiempo, estudiar y tocar con muchas personas, me di cuenta que podía vivir de la música. Por suerte tengo trabajo, así que estoy muy contento con eso.

EM: ¿Cómo influye la música en tu vida?

AM: Influye de una manera total, es una pasión para mí, es lo quiero hacer todos los días y no me veo haciendo otra cosa. La música es un lenguaje muy copado e infinito con el que se pueden transmitir un montón de cosas y, a la vez, es un camino que no termina nunca, porque puede ir mutando. Para mí la música es sagrada.

EM: Por último, ¿cuáles son tus proyectos a futuro?

AM: El proyecto inmediato que tengo es la grabación de un disco solista con mis composiciones. Son ocho temas, cada uno grabado con una formación musical distinta: bajo, guitarra y batería; clarinete, guitarra y batería; batería, bombo y guitarra, etc. El disco tiene una parte jazzera y otra más latina o folklórica. Es casi todo música instrumental y algún que otro tema con lírica.