Colaboradores: Jeremías Carra y Luciano Ibarra. 4°B IMVA. Milagros Ferreyra y Sofía Giarratana. 4°B IENM
Chachacha, cumbias, tangos, boleros, son algunos de los ritmos del universo musical de Lucrecia Ortiz; cantante, compositora y pianista desde la infancia y con más de veinte años en los escenarios de Sierras Chicas y el mundo.
El paso del tiempo y las preferencias musicales configuró en ella una amalgama de diferentes estilos, pues el arte y en especial la música es un continuo aprender y ésto se refleja en su primer disco con sello independiente, El Aguacero, editado y grabado en Córdoba.
Estudió de joven en la provincia de Buenos Aires, en la Escuela de Música Popular de Avellaneda, instituto de antaño que nuclea a grandes referentes de la especialidad a nivel nacional. Sin embargo, su amor por Córdoba fue más fuerte y en el 2013 viajó a Dubai con la idea de juntar dinero para regresar a Córdoba. Y así fue, luego de cruzar el océano y de seis meses de trabajo, regresó a su viejo amor, Sierras Chicas.
La música es una gran herramienta a la hora de viajar y Dubai no fue su único destino, también Holanda, Alemania y Brasil vieron el esplendor y la frescura de su música junto a Las Ninfas, reconocido grupo musical y enteramente femenino del corredor serrano.
Actualmente, Lucre Ortiz vive en Unquillo, ciudad que funciona de sede para distintas presentaciones en lugares como El Recodo del Sol o La Minerita. También su música, acompaña cotidianamente a los pequeños alumnos del jardín maternal Los Coquitos donde se desempeña como docente.

Tormenta de ritmos: El Aguacero, así se llama su primer disco independiente, producido y editado en la región. El disco reúne múltiples melodías de autoría propia y otras interpretaciones de clásicos tangueros como Nunca Tuvo Novio u otras melodías populares como Repartiendo Besos. El disco reúne boleros y cumbias populares y fue llevado adelante junto a Diego Tercel Semperena (percusión), Matías Pera Lallana (coros, accesorios y acordeón), Regina Grigioni (trombón) y Octavio Luque (bajo).
De padre guitarrero y de abuela pianista, Ortiz tiene en sus genes un amor incondicional hacia la música que ha rodeado su vida. “De chiquita me mandaron a piano y a los 15 años empecé a cantar. No sé si tomé la decisión o se fue dando”, relató en diálogo con El Milenio. Aproximadamente en el año 1996 se presentó en el Festival de Folklore Joven de Saldán y a partir de entonces no ha vuelto a bajar de los escenarios.
“Estudié mucho tiempo folclore y tango, pero después empecé en un grupo de música cubana que se llama “Dos Gardenias” y ahí fue donde empecé a apasionarme por la música latina. Y con este grupo comencé a componer, antes sólo interpretaba y se fue dando de a poco, estoy cómoda en ese género ahora”, expresó la compositora y agregó: “Toqué muchos años en una orquesta de tango, donde nos hacíamos llamar “Las del Abasto”, éramos dos mujeres y recorrimos todo el país. No he hecho concursos de música, pero sí conciertos en la nación. Estoy también en un grupo que se llama “Ninfas”, somos once mujeres que hacemos cumbia y salsa, y con ellas fuimos dos veces a Brasil”.
Durante sus años de estadía en Buenos Aires fue alumna de la reconocida pianista Lilian Saba, por su parte en Córdoba estudió con Luis Levin, “un groso” según Ortiz y en cuanto de cantar se trata, Beatriz Muñoz es su gran maestra e inspiradora. “La música no para nunca, así que hay que estar entrenando todo el tiempo”, sostuvo la artista.
Entre sus distintas bandas musicales como Las Ninfas y Dos Gardenias, e incluso en su propia formación, Lucre Ortiz Banda, donde dirige y compone cada canción, su sello personal de música siempre está presente. “Siempre canto al amor o el desamor, me gusta que la gente se divierta. Para lograr que el público baile uno tiene que poder transmitir alegría, hacer bailar a la gente es todo un desafío y hay que estar todo el tiempo arriba con el ánimo. Después tocar y que la gente baile es muy lindo y divertido”.

Además, la región serrana favoreció su estilo de vida: “Sierras Chicas es un lugar con muchos artistas, de todo tipo, eso es lo que me gusta de este lugar, estoy contenta de haber tomado esta decisión”, refirió Ortiz en relación a su elección de vida que la llevó a reunirse con innumerables artistas del corredor.
Por último, todo artista tiene una influencia en su vida, suelen ser maestros o amigos, pero siempre un camino a seguir. “Hay un personaje, que se llama Mariano Delgado, que es un guitarrista muy bueno, en este momento trabaja con Lito Vitale y Baglietto. Tuve la posibilidad de trabajar con él, acompañando a un folclorista que se llama Julio Lacarra y me ayudó mucho en ese momento. Por aquel entonces, era muy chica todavía y no sabía tocar tanto. En ese momento estaba estudiando, estaba en el querer ser, pero no ser, y Mariano me transmitió seguridad, nos juntábamos a ensayar seguido y me sirvió muchísimo”, recordó Ortiz sobre su influencia más importante.