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“Recuerdos de un día en Unquillo”

Irma Cecira Alonzo tiene 86 años. Desde los 9 ayudó en el negocio familiar “Casa Tito”.

Irma Cecira Alonzo tiene 86 años. Desde los 9 ayudó en el negocio familiar “Casa Tito”.

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Por Pedro Carballo y Francisco Gómez Copede. 4°A IENM.

El Milenio: ¿Cómo surgió la idea de poner una juguetería en Unquillo?

Irma Alonzo: Bueno, surgió porque mi padre trabajaba con sus hermanos en albañilería, lo que era muy sacrificado; entonces mi mamá pensó que teníamos que seguir progresando y se le ocurrió poner un negocio que fuese muy importante y lo consiguió. Mi papá aceptó esa idea tan grandiosa que tuvo mi madre.

EM: ¿Qué se vendía en el comercio?

IA: El local ofrecía artículos de librería, juguetería, bazar; productos regionales que se vendían todos los veranos cuando los turistas llegaban. Me acuerdo que paraba el ómnibus de excursiones con la gente y los niños del colegio, los hacíamos entrar para que compraran sus recuerditos de la zona a los que mi madre, con su linda letra les ponía “recuerdos de un día en Unquillo”.

El negocio fue creciendo enseguida y se transformó en una librería muy importante; venían desde Río Ceballos y Villa Allende a comprarnos. Lo mismo pasó con la juguetería; teníamos juguetes muy lindos. Mi padre se encargaba de comprarlos en Córdoba en los mayoristas y terminó siendo una juguetería muy bien puesta.

Al principio empezamos con poco, porque no había dinero como para llenar todo un local. El negocio empezó a trabajar casi inmediatamente, lo habíamos adornado muy lindo y estaba muy bien atendido, porque los recibía mi madre, mi padre, mis abuelos y mis hermanos ¡éramos chicos todavía! Teníamos entre ocho y nueve años los dos.

EM: ¿Cómo era atender un local siendo tan chicos?

IA: Nos daba un poco de vergüenza, pero un día mi padre nos agarró y nos dijo: “Basta de vergüenza o no vergüenza, todos tienen que trabajar”.

Para las fechas importantes, la gente iba y compraba todo ahí, los primeros días de clase también se comercializaba mucho, traíamos los libros. Había que ayudar.

Y bueno, así fue progresando el negocio y gracias a eso pudimos estudiar tanto mi hermano como yo, los dos somos profesionales.

EM: ¿Por qué cerró Casa Tito el año pasado?

IA: El negocio siempre fue muy rentable pero lamentablemente cuando mi padre faltó empezó a decaer, porque mi madre ya no podía ir a hacer las compras, se fue achicando el local, pero aún así, duró bastantes años, duró cincuenta años.

Lo positivo fue que ese comercio nos hizo muy bien, porque trabajamos todos unidos y teníamos un buen pasar; lo disfrutábamos.

Hasta hace poquito lo teníamos abierto, pero mi madre ya no daba más pobrecita, no tenía quien lo mantuviera así que no nos quedó otra que cerrarlo. Nos quedó un recuerdo hermoso, que es lo que va a perdurar para siempre en nuestros corazones.