Claudio Solana tiene 83 años. Fue Periodista, Docente y Locutor. Vive en Cigarrales C hace 55 años.
Por Agostina Favaro. 4°B IENM.
El Milenio: ¿Usted es de Córdoba?
Claudio Solana: Sí, soy de la provincia de Córdoba, nací en Villa de Soto, departamento Cruz del Eje. He estado en varias poblaciones de la provincia y de Santa Fe, pero toda mi actividad se desarrolló en Córdoba. Me casé y vine a vivir a Unquillo hace aproximadamente 55 años.
EM: ¿Por qué eligió Unquillo para vivir?
CS: Unquillo tiene una particularidad, siempre ha sido un lugar intermedio para estar tranquilo, incluso ha sido una población receptora de artistas que precisamente eligieron Unquillo por la tranquilidad y la paz.
EM: ¿Cuál es su profesión?
CS: Tengo tres profesiones: soy periodista, locutor y docente. En lo que más he trabajado ha sido como periodista y locutor en distintos medios de la ciudad de Córdoba. Estuve en LV2, LV3, en Radio Nacional, en Canal Doce y en una agencia de publicidad durante un par de años.
Empecé siendo docente en la Escuela de Ciencias de la Información donde me gradué como Licenciado. Después estuve en la Universidad Católica de Córdoba, en la Universidad Siglo 21, en la Universidad Católica de Santiago del Estero y en el Colegio Universitario de Periodismo, donde dediqué el mayor tiempo de mi carrera docente, estuve 40 años.
EM: ¿Por qué trabajó en Córdoba Capital y no en Unquillo?
CS: Yo vine del interior de Córdoba a buscar trabajo y conseguí en Capital. Vivía en el sureste de Córdoba, en una población casi limítrofe con Santa Fe, General Roca. Como no tenía posibilidades de trabajar ahí, me vine para Córdoba. Empecé a trabajar como parte del elenco estable de radioteatro, en una emisora llamada LV3.
En el año 1958 concursé un cargo de periodista y locutor en LV2 y tuve la suerte de quedarme ahí hasta 1976. Paralelamente me desempeñé como redactor en un semanario de Alta Gracia, colaboraba con “Diario del Mundo” de Buenos Aires y también trabajé desde 1966 hasta 1976 en Radio Nacional. Mientras tanto iba haciendo docencia. En 1972 ingresé a la escuela de Ciencias de la Información y en 1974 fui designado docente.
EM: ¿Cómo fue trabajar en el gobierno de facto?
CS: Yo trabajaba en una radio que era del Estado, al ser los militares los gobernantes daban directivas claras y precisas que se tenían que cumplir, todas por escrito, incluso había control en cuanto a la redacción. No había posibilidades de expresarse libremente.
EM: Siendo periodista, ¿cuál fue su mayor hazaña?
CS: En el periodismo ocurren muchas cosas; por ahí uno piensa que hay grandes hazañas, pero la mayor cobertura que he hecho fue la visita de Fidel Castro a Santiago de Chile y la elección de Salvador Allende como presidente de Chile. Estuve una semana trabajando allí.
He sido cronista de la casa de gobierno durante cuatro años, seis en la Legislatura Provincial y en el Departamento de Policía de la provincia de Córdoba, dos años en la Presidencia de la Nación y veinte en la Fuerza aérea; todo como cronista acreditado. También fui cronista presidencial en el período de Lanusse; hice la cobertura de las visitas que tuvo en Paraguay y en Jujuy con el entonces presidente de Bolivia.
En Canal Doce tuve una experiencia interesante, fui libretista de un programa que se llamaba Página Doce, en el año 1964; tuve que actuar de mendigo en la ciudad de Córdoba, el propósito era saber cómo vivía un indigente en una jornada, mientras se me filmaba con cámaras ocultas. Ese trabajo fue uno de los que más sobresalió.
EM: ¿Qué diferencias puede notar entre el periodismo de hoy y el de antes?
CS: Hay bastante diferencia. En la época que yo empiezo a trabajar, en Córdoba ni siquiera había teletipo en las emisoras de radio; recién en 1959 ingresaron.
Ahora hay mayor multiplicidad de medios de comunicación, internet ha acelerado muchísimo todo, ha posibilitado que en cuestión de segundos una noticia dé la vuelta al mundo, cosa que antes no era fácil de lograr.
Lógicamente los individuos que trabajan en el periodismo tienen que vivir prácticamente al segundo. Hay mucha cantidad de información que antes no había posibilidad de obtenerla. La globalización no es solamente económica, sino en todos los aspectos, incluso en el conocimiento escolar, es decir, cuando yo iba a la escuela teníamos una cierta cantidad de información, comparada con la información que hoy se recibe, yo recibí un 10 %. ¡Muy poco! El mundo se ha acelerado en materia de comunicación.
EM: Con todo lo que estudió y trabajó, ¿fue feliz?
CS: Muy feliz. Realicé muchos libros pero publiqué tres, que son el resultado de todo lo que hice, esto te da una idea de qué es lo que yo amo. Prácticamente vivía de lo que hacía. Descubrí un mundo, la comunicación no es sólo ser parte de ella como comunicador sino descubrir la necesidad que uno tiene, no solamente de comunicar sino de expresarlo, de estar con el otro, incluso de sentir con el otro. Esa es la diferencia que yo encuentro entre el periodismo, la locución y la docencia.
En el periodismo y la locución vos te comunicás con la sociedad pero el que está del otro lado del parlante y de la pantalla te ve a ti o te escucha, no tiene un contacto, en cambio el docente que está parado frente a sus alumnos conoce sus reacciones inmediatas ante la información. Ese tipo de comunicación es quizás lo más valedero, porque la comunicación del ser humano no es solamente la voz, sino que el resto está en todo su cuerpo ya que se habla con todo el cuerpo. Son 639 músculos los que integran el cuerpo humano, todos ellos intervienen en la comunicación, en la cara tenemos 29 músculos y 17 en la lengua. Nosotros somos la comunicación.