Así le preguntó Marta Iriarte al Gobernador De la Sota en una carta que ella misma decidió alcanzarle al mandatario. A más de un mes del asesinato de su hijo Benjamín, y tras lograr detener a la patota que lo asesinó, la mujer sigue en la búsqueda de respuestas.

Por Redacción El Milenio
Por más que los asesinos de su hijo, Benjamín Romero (21) estén tras las rejas, Marta Iriarte no dejará de pedir justicia por todas las víctimas de la creciente ola de inseguridad que se vive en la región. Es por esto, que la mamá escribió una carta que le fue entregada al Gobernador José Manuel de la Sota el martes al mediodía.
La mujer se acercó al Centro Cívico de la ciudad de Córdoba acompañada de sus familiares. Una vez allí, dejó el mensaje en la mesa de entrada ya que no pudo ser atendida por el mandatario, así le indicaron a El Milenio fuentes policiales del lugar.
Si bien Marta convocó a “todas las personas que sufrieron pérdidas como éstas y de la inseguridad”, fueron pocas los que se sumaron, por lo que la movilización culminó muy rápido.
Por otro lado, este medio pudo acceder a la carta que dice lo siguiente:
“Hola Doctor De la Sota.
Soy la mamá de Benjamín Romero, me dirijo a usted con el respeto que me han enseñado. No sabe el dolor que siento por la pérdida de mi hijo Benjamín, sé que Dios no me quitó a mi hijo, me lo quitó esta gente que nos despoja de todo nuestro sacrificio. Mi corazón no odia a nadie, y a Benjamín lo crié de la misma manera. No sabe el dolor y la angustia que siento de haber perdido a mi hijo de una manera tan violenta. No sabe usted lo que se siente saber que mi hijo estuvo tirado agonizando y que nadie diga si en algún momento me llamó o pidió por mí.
Si al menos hubieran tenido valor humano y lo hubieran levantado, ya que todavía estaba vivo y se movía y pedía ayuda. Tardaron 40 minutos en buscarlo, mi hijo sufrió el abandono de la Policía como también de la ambulancia y al llegar al hospital estaba prácticamente muerto.
Cuando el médico me hizo pasar a verlo, abracé a mi hijo y el médico me decía que no me escuchaba, pero yo abracé a Benjamín y le pedí que viviera por mí, que sin él no podía vivir, lo acariciaba y le decía que lo amaba, y yo sé que en algún momento me escuchó.
Cuando me dijeron el día domingo, aproximadamente a las 10 de la mañana, que mi hijo estaba muerto creo que una parte de mi vida se fue con él. Ahora no siento ninguna emoción más que esperar a que entre por esa puerta y me diga ‘Hola ma’.
Yo me pregunto, ¿tan poco vale la vida de una persona? Yo pienso que estas personas no salen a robar; salen a matar gente inocente”.