- Por Gastón Mignone.
El pasado martes 25 de octubre, estudiantes de 4to y 5to Año del Instituto Milenio Villa Allende junto a sus directivos y profesores, visitaron la Escuela Intercultural Bilingüe Nro 941. Comunidad Mbya Guaraní Jasy Porã de Puerto Iguazú (Misiones).
En ese contexto, estudiantes de ambas instituciones educativas, aprovecharon el tiempo para intercambiar regalos, palabras y reflexiones sobre las distintas realidades de cada uno de los presentes.
En esa soleada mañana de primavera, se produjo el encuentro de Gastón Mignone del 5to B del IMVA y de Luis, un pequeño niño de la Comunidad Mbya Guaraní Jasy Porã.
“Me impactó la otra realidad que encontré”, comentó Gastón a El Milenio cuando rememoró aquel encuentro.
Lo que aprendí en el viaje
“Esa mañana bajamos del colectivo y conocimos a varios niños de una pequeña comunidad local. Ahí conocí a Luis, un pequeño niño que parecía ser feliz con muy pocas cosas.

Me acuerdo que ese día, me había comprado una gorra. Bastante cara, pero de muy buena calidad. No obstante, no dudé un segundo en regalársela a mi nuevo amiguito.
Más que un regalo, fue un intercambio debido a que devolvió una pequeña coronita de pasto y una gran sonrisa.
Después, fue saltando a mostrarle su nueva prenda al resto de sus amigos. Recuerdo como salió saltando, lleno de orgullo. Fue impagable ver como disfrutaba correr por el lugar junto con sus amigos.
Ese día, Luis me enseñó que se puede ser feliz con muy pocas cosas.
El saber que tu familia y tus amigos tienen buena salud ya de por sí es un regalo maravilloso que te llena de paz. Esa sencillez es algo que quiero –y deseo- poder aplicar el resto de mi vida.
Quizás sea la vida moderna la que te va diciendo que necesitás muchas cosas para ser feliz, pero esa tarde, mi nuevo pequeño amigo me demostró que no es verdad.
Luis, querido amigo, te prometí que iba a volver y espero que ese encuentro se de más pronto que tarde”.

Siete Veces Gracias
Luis, te quería agradecer 7 veces
Gracias por hacerme dar cuenta que lo sencillo garpa muchísimo más que todo.
Gracias por haberme mostrado otra realidad a la mía.
Gracias por ayudarme a desconectarme de todo un ratito con dulzura.
Gracias por tu disposición y respeto. Gracias por abrirte y hablar conmigo.
Gracias por haberme enseñado que se puede ser feliz con tan poco y gracias por mostrarme que tener sanos a tus seres queridos vale más que nada.
Sin dudas haber conocido a Luis fue lo mejor de este viaje, quizás sea muy exagerado de mi parte haberme emocionado al ver otra realidad distinta y chocar con eso pero somos seres humanos.
Todos tenemos nuestra propia manera de asimilar las cosas y esa fue la mía, fue algo muy dentro de mí que salió y haber visto esos chicos tan felices, compartiendo con nosotros e incluyéndonos en todo realmente fue una caricia al alma.
Te prometí volver y lo voy a hacer, tarde o temprano quiero volver a verte.
¡Gracias por tu hospitalidad, cariño y tanta dulzura, Luis!