Colaboración: Graciana Galli.
6to Año, Instituto Milenio Villa Allende.
Es posible que debido al estrés generado por una pandemia que vino a cambiar las reglas de juego sobre lo que considerábamos nuestra rutina de todos los días y principalmente sobre la forma con la que nos solíamos relacionar con las personas de nuestro entorno, comencemos a sentirnos irritados, molestos y cansados durante gran parte del día.
El pensamiento inmediato que se tiene al reflexionar sobre estos cambios repentinos de humor, es que lo mejor que podemos hacer es reprimirlos en nuestro interior e impedir que terminen afectando nuestras relaciones personales. No obstante, ciertas ramas de la psicología opinan que deberíamos hacer todo lo contrario; exteriorizar esos sentimientos que oprimen nuestro corazón y exteriorizarlos para tratar de encontrarles una mejor solución.
Para mediados del siglo XX, los estudios sobre psicología daban un profundo avance con las ideas de Sigmund Freud y su teoría del psicoanálisis. A partir de ese momento, se comienza hablar del subconsciente, es decir todo un mundo dentro de nuestra mente donde quedan almacenadas todas nuestras experiencias de vida, sensaciones y pensamientos que terminan formando nuestra personalidad.
Ese mundo del subconsciente, es tan basto que no somos capaces de comprender su total magnitud y como termina afectándonos en el día a día.
Años después, aparecería Carl Jung, alumno de Freud que vendría a completar las ideas de su maestro con la idea del arquetipo de la sombra o también conocido como “nuestro lado oscuro”.
En líneas generales, Jung proponía que los seres humanos tenemos una “mascara”, es decir un conjunto de aspectos de nuestra personalidad que elegimos mostrar al mundo y una “sombra”, compuesta por todas aquellas facetas de nuestra personalidad que decidimos ocultar ya sea por considerarlas vergonzosas, extrañas, polémicas o simplemente “raras”.
La delgada línea que separa la “mascara” de la “sombra” muchas veces se termina desdibujando por un sinfín de factores, pero muchas veces se debe al simple estrés de mantenerlas separadas o negar la existencia de nuestra propia sombra, donde “el qué dirán”, tiende a afectarnos más de lo que debería.
La obra literaria “El Dr. Jekyll y el Sr. Hyde” de 1886 tocaba este tema de una forma fácil de entender; el protagonista era un amable y retraído doctor que crea una pócima especial que le permitía convertirse en “el Sr. Hyde”, un sujeto que desconocía las normal sociales básicas y se guiaba por su simple instinto.
“El uso de una sustancia el personaje principal libera sus aspectos de las sombre en la figura de otra persona, uno es un médico adaptado a una sociedad vitoriana y el otro es un hombre bestial que libera sus más bajos instintos por la noche”, explicó el psicólogo y vecino de Mendiolaza, Diego Tachella, quién charló con El Milenio sobre esta teoría sobre nuestra propia personalidad.
“Lo que niegas te somete; lo que aceptas te transforma”, decía Jung sobre esta pelea que enfrentamos entre lo que queremos ser y lo que somos realmente.

El Milenio: ¿Quién era Carl Jung y en qué se diferencia su pensamiento del de Sigmund Freud?
Diego Tachella: Carl Gustav Jung (1875 – 1961) era un psiquiatra y psicoanalista suizo, que fue discípulo de Sigmund Freud y luego colega, con el que intercambiaron en varios encuentros y por carta algunas ideas. El mismo Freud lo reconoce en algún momento como uno de sus herederos intelectuales, aunque luego se distanciarían en 1913. Su relación pasó por momentos de mucha intensidad y cercanía (Como el viaje a la Universidad de Clark en Estados Unidos en 1909 en que prácticamente convivieron durante 7 semanas).
Jung propone la existencia de un inconsciente colectivo, que sería anterior al inconsciente personal e individual que propone Freud. Jung profundiza en estudios de mitología y postula que la simbología de los sueños puede tener una interpretación más universal, con un sentido profundo que surge del inconsciente colectivo. Por otra parte, discrepaba de que la energía libidinal fuera exclusivamente de origen sexual, como si planteaba Freud en sus inicios.
EM: ¿Qué es “la sombra” o el “lado oculto” de nuestra psique?
DT: Para Jung la sombra es lo que no está en la conciencia, es el aspecto inconsciente de nuestra personalidad con las cualidades, rasgos y atributos que no nos reconocemos. Un ejemplo de la literatura clásica es “El extraño caso del doctor Jekyll y el señor Hyde”, donde por el uso de una sustancia el personaje principal libera sus aspectos de las sombre en la figura de otra persona, uno es un médico adaptado a una sociedad vitoriana y el otro es un hombre bestial que libera sus más bajos instintos por la noche.
La sombra como concepto o noción al trabajar en psicoterapia es tomado por varios modelos terapéuticos, y el objetivo sería integra los aspectos que se encuentran fuera de la conciencia, aceptarlos para tener una personalidad más completa y plástica.
Ejemplo, si considero que la mezquindad es algo que no debería tener, no debería ser mezquino o egoísta, me voy a esforzar por ser generoso todo el tiempo y con todas las personas, en categorías que se convierten en absolutas, y dejo de ver que muchos aspectos de nuestra personalidad se alinean en polos opuestos y mantenemos el equilibrio en un ir y venir por el continuo que los conecta.
El opuesto que encuentro es la generosidad, el desprendimiento, y el rechazo por el egoísmo me lleva a ser generoso con los otros al punto de volverme mezquino conmigo mismo, si doy tanto me quedo sin para mí.
EM: ¿Cómo influye nuestra educación en la creación de ese “lado oscuro”?
DT: Yo no llamaría lado oscuro, si bien es la representación que vemos en las obras literarias y de cine, ya que suele sumarse una connotación negativa a los ya rechazados aspectos.
Star Wars (por citar un ejemplo clásico) tiene una trama en al que los personajes deben evitar caer en el lado oscuro o de volver al lado luminoso o de la fuerza.
El guionista y director de las primeras películas de la saga, George Lucas, reconoce haber tomado mucho de Joseph Campbell que a su vez toma mucho de Jung al analizar el mito del héroe y los diferentes arquetipos que componen el inconsciente colectivo del que se nutren en las diferentes culturas.
Qué es lo que se expulsa del yo, del sí mismo o del ego para que quede en la sombra, puede variar de una cultura a otra, de una familia a otra, por lo que la educación y la interacción con personas significativas va catalogando lo que se permite y lo que no en cada caso. Muchas veces hay características que son consideradas negativas de manera más universal y suelen encontrarse en la sombra.
Lo mismo con características con una valoración social y familiar (del entorno en el que crece y se desarrolla un apersona) más positiva y por lo tanto aceptada, que van a conformar el lado más iluminado y consciente.
EM: ¿Es posible que una persona sea capaz de conocer y aceptar que tiene un lado oscuro?
DT: Sí, claro, en un proceso terapéutico se va a trabajar siempre para reconocerse los aspectos rechazados como propios, aceptarlos y aprender un uso adecuado de los mismos. Para eso se emplean diferentes estrategias y técnicas terapéuticas que van a variar según e enfoque teórico de quien sea el o la terapeuta.
En el día a día suelen aparecernos los aspectos rechazados en forma de sueños, de Jung trabajó mucho interpretando y analizando sus propios suelos y los de sus pacientes.
También en forma de aspectos o características que admiramos o rechazamos en otros de una manera desproporcionada, si admiramos de una manera sumamente exagerada a alguien, y hacemos una lista de las características que admiramos y vemos cuáles de estas tenemos y cuáles no, seguramente entre las que no nos reconocemos tener se vislumbra la sombra. O si sentimos un desprecio desmedido por una característica de una persona o grupo de personas (suele ocurrir mucho en los intercambios en redes sociales, por ejemplo), digamos que la vagancia, la estupidez, la superficialidad o alguna otra que se les ocurra, entonces, si no me reconozco como poseedor de ninguna de ellas, seguramente son características que tengo en mi sombra.
Muchas veces se establece un conflicto intrapsíquico entre dos características o cualidades que se polarizan en las dos puntas de un continuo (generoso – mezquino) y trato de ponerme de un extremo y eliminar al otro, por lo general preferiríamos ser generosos (para el ejemplo lo tomaremos así) que egoístas o mezquinos, y rechazamos esta cualidad y desconocemos que puede resultar funcional en cierto momento emplearlos, como por ejemplo para cuidarnos de personas que son materialistas y solo se interesan en lo nuestro y no en nosotros, para poder ahorrar y planificar a futuro tener reservas, y así podemos resignificar de manera consciente qué es lo que nos lleva de manera forzosa a ser generosos todo el tiempo y con todo el mundo, recuperando la funcionalidad de ambos extremos del continuo y permitiéndonos oscilar según las circunstancias.
EM: ¿Es conveniente mantener oculto ese aspecto de nuestra personalidad para vivir mejor en sociedad o es mejor enfrentarla?
DT: El objetivo de muchos procesos terapéuticos es integrar esos aspectos para poder tener una mayor plasticidad y repertorio de respuestas posibles ante las situaciones. Por lo que no sería una recomendación que daría a alguien que no explore su sombra cada tanto para poder resolver esos conflictos que mencionaba, intrapsíquicos o interpersonales también.
Claro que requiere un acompañamiento por parte de profesionales cuando se trata de una afección de la salud.
EM: ¿Cree que el estrés generado por la pandemia pudo potenciar ese lado oscuro de nuestra personalidad?
DT: No tengo datos fehacientes para poder afirmar o negar lo que me preguntas, pero si pensamos desde lo que venimos desarrollando de la sombra, sabemos que enviamos a la sombra lo que no nos reconocemos, lo que consideramos que no es aceptable por el entorno (en especial familiar durante los primeros años) lo rechazamos.
A veces al punto de no aceptarnos de ese modo y negar esa cualidad en nosotros y verla solo fuera y como algo desagradable y peligroso. Durante la pandemia, como sociedad, hemos usado mucho del mecanismo de la negación del riesgo de contagio y la proyección de la responsabilidad individual en el gobierno o en las autoridades, seguramente se ha potenciado lo que ya estaba en la sombra, tensionando las relaciones con otros y con nosotros mismos.
El estrés es parte de la realidad en que nos encontramos hoy, con una incertidumbre mayor que la habitual (no sabemos cuándo termina, quién está contagiado y si podremos sobrevivir o ser asintomáticos en muchos casos) el nivel de estrés aumenta, y ante situaciones en las que nos encontramos desequilibrados y sin recursos tendemos a recurrir a soluciones muy primarias en nuestra vida, que resultan en mecanismos que volvemos a emplear y que por lo general buscaban que nos sintamos aceptados y queridos por nuestro entorno. Ente ellos están los de proyectar lo que nos decían que no seamos y cumplir los mandatos familiares.
Mi orientación no es junguiana, o analítica (son los nombres que suelen usarse para identificar a quienes trabajan desde ésta mirada en psicoterapia), trabajo desde el enfoque Gestalt, que toma los conceptos de sombra y conciencia para referirnos a la personalidad y trabajar los conflictos del modo que te mencionaba.