- Por Victoria Passerini y Romina Convertí
- 6to Año, Instituto Milenio Villa Allende
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Desde que se fundó la primera facultad de ingeniería en Argentina, allá por 1866, tuvieron que pasar exactamente 52 años para ver a una mujer levantar el título. El 5 de diciembre de 1918 se recibía en la Universidad de Buenos Aires, Elisa Bachofen, diplomada de ingeniería civil, suceso considerado un hito en todo el país y América latina.

“No obstante, eso no significó que el estudio de ingeniería fuera abriéndose cada vez más a las mujeres, durante los años posteriores, la carrera continuó siendo dominada mayoritariamente por hombres”, sostuvo Adriana Cerato, titular de la cátedra de Planeamiento y Urbanismo y actual vicedecana de la Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de la Universidad Nacional de Córdoba.
Sus palabras estuvieron enmarcadas en la conferencia celebrada este martes 23 de junio para conmemorar el Día Internacional de la mujer en ingeniería por parte de la mencionada Facultad.
La misma fue desarrollada íntegramente vía online ante un nutrido grupo de presentes, donde, además de la participación de Cerato, contó con la coordinación y dirección de Carmen Rodríguez, doctora en Gestión de la Educación Superior, impulsora de la igualdad de género, y la primera mujer en convertirse vicerrectora de la Universidad de Guadalajara. También, estuvo presente Catalina Valoni, ingeniera civil, con un máster en ingeniera en la Universidad de Berkley, California.
Durante la conferencia, se tocaron diferentes temas en relación a la participación de la mujer, no solo en el ámbito universitario, sino también, en el profesional, donde se remarcó la necesidad de alentar a las jóvenes por estudiar este tipo de carreras. “Es necesario que las ingenieras visibilicen sus trabajos y esfuerzo entre las más jóvenes”, sostuvo al inicio del encuentro Cerato.

Bachofen, posteriormente se dedicó a la instalación de una fábrica de hilados y tejidos de algodón en Chaco, además de fundar la Unión Feminista Nacional en el mismo año que se graduó, 1918. FOTO/ Wikipedia
Aumento, pero no sostenido
Según las últimas estadísticas de la Secretaría de Políticas Universitarias de la Nación del año 2019, de 196.716 estudiantes de Ingeniería de todo el país, solo 45.555 son mujeres. Número que preocupa, si consideramos que tan solo el 20% de los estudiantes se reciben en tiempo y forma pasado los seis años que suele durar la carrera.
Afortunadamente, ese dato es un poco más adelantador en Córdoba donde, según los datos que maneja la UNC, el porcentaje de mujeres egresadas de ingeniería es alrededor de un 78% y 80%, y sigue aumentando.
En este sentido, la decana de la facultad destacó que no solo es necesario mantener este ritmo, sino también, es importante incrementarlo en los próximos años. Por eso, sostuvo que se debe implementar un plan troncal que cubra todos los aspectos de la educación de las mujeres, incluido la educación primaria y secundaria.
Consideró que debería existir un escenario pre-universitario (primario y secundario); donde lo importante sea “visibilizar que se puede estudiar esto, mostrando que hacen las estudiantes de ingeniería”, además de un escenario “secundario que ocurre dentro de la carrera, una vez que tomaron la decisión hay que darles apoyo tanto a profesores como estudiantes. En resumen, debemos ayudarlas para que pueda llegar a ser una profesional”, sostuvo Cerato.
Por su parte, Carmen Rodríguez continuó la exposición realizando un breve recorrido de la historia de la educación argentina y como poco a poco fue abriéndose la oportunidad de la mujer de demostrar sus capacidades académicas e intelectuales.
Destacó el rol de Manuel Belgrano, como uno de los primeros próceres en hablar sobre la “imperiosa necesidad” de abrir la educación pública, laica y gratuita a las mujeres. “En ese tiempo se consideraba que el rol de la mujer era únicamente acrecentar la prole”, sostuvo la profesional.
No obstante, consideró que fueron en los últimos años, donde se comenzó a revertir fuertemente la presencia de mujeres en las aulas de la facultad, como parte de un cambio en el paradigma cultural de la sociedad.
“El trabajo de la mujer ingeniera, es muchas veces más difícil que el del hombre”, sostuvo.
“Matilda y las mujeres en Ingeniería”

En el año 2019 se lanzó el libro “Matilda y las mujeres en Ingeniería en América Latina”, una publicación producida por el Consejo Federal de Decanos de Ingeniería de la República Argentina (CONFEDI) y el Consorcio Latinoamericano y del Caribe de Instituciones de Ingeniería (LACCEI) cuyo objetivo es visibilizar el rol de la mujer en la ingeniería y motivar a las jóvenes latinoamericanas para que puedan ver a esta carrera como una opción para su propio proyecto de vida.
“Queremos hacer valer la vocación por encima de los temores, y bregar por oportunidades idénticas dentro del ámbito laboral. Las competencias y el buen desempeño son cuestiones de vocación, esfuerzo y talento, y no de si sos hombre o mujer”, explicó la presidenta de la Comisión de mujeres Liliana Rathmann, en su momento.
“El Efecto Matilda evidencia los casos en los que las mujeres científicas reciben menos premios, crédito y reconocimiento que los hombres, aun realizando el mismo trabajo e incluso habiendo hecho el trabajo. Este efecto invisibiliza a la mujer en sus méritos, en favor de los hombres”, expresó el ex titular y recopilador del libro, Roberto Giordano Lerena.
Por su parte, Pablo Recabarren, actual presidente de CONFEDI, rescató que “afortunadamente se están produciendo cambios culturales, actitudinales y tecnológicos que crean condiciones cada vez más propicias para la creciente presencia de las mujeres en la ingeniería”. Además, remarcó que “en el ámbito de la educación en ingeniería hay decenas de vice decanas y secretarias académicas que no tienen visibilidad pero que son quienes sostienen sus facultades”.