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El regreso vacío: la historia de un ex piloto de Malvinas

Daniel Gálvez, ex veterano, en una entrevista a El Milenio contó su experiencia como piloto y Teniente en aquel enfrentamiento de 1986. Recuerda como hace 40 años atrás, siendo un jóven de 25 años y reciente papá, se dirigió hacia las Islas Malvinas con un solo objetivo: defender su patria.
  • Colaboración: Valentina Solis y Carlos Romero.

La herida aún no se cierra y los compatriotas no se olvidan de aquel suceso que inició el 2 de abril de 1982, cuando las fuerzas militares argentinas desembarcaron en las islas Malvinas, con el objetivo de recuperarlas del dominio británico. 

Daniel Eduardo Gálvez, salteño pero actualmente vecino de Saldán, es ex combatiente de Malvinas. Hoy en día, con 65 años, recuerda aquellos días fatídicos que duró este conflicto bélico que marcó su vida en un antes y después.

Según comentó a El Milenio, con tan solo 25 años y a días de haber sido padre, el 13 de abril de 1982, Daniel embarcó hacia las Islas y volvió luego de tres difíciles meses.

Mi experiencia en Malvinas fue la mayor vocación que tiene un ciudadano, la máxima expresión de ciudadanía. Fui convencido de que realmente valía la pena pelear por mi país”, relató el ex piloto y Teniente, quien fue condecorado como “La Nación Argentina al Valor en Combate” por el Congreso Nacional.

Gálvez, actualmente con 65 años, es analista en sistemas.

El Milenio: ¿Cuál fue su trayectoria como piloto y hasta llegar al puesto de Teniente?

Daniel Gálvez: la vocación de piloto la tuve desde muy chico, jugaba con un avioncito que había hecho con cajas de madera, le ponía alas y así volaba. Inicié en la Escuela de Aviación y no había volado nunca, pero amaba, no tenía ninguna duda de que quería ser piloto y piloto de combate.

Me formé durante 4 años en el Centro Militar de formación de la Fuerza Aérea. Allí estudié ciencias exactas, matemática, física, entre otras materias. Luego hay un año que es la especialidad y se divide en 3 niveles: aire, para piloto; técnico, para ingenieros; cuerpo general, para radaristas, analíticos de sistemas. 

Entre los 6.000 que éramos, hicieron una selección y quedamos 120. Después el filtro se fue haciendo más chicos, por lo que no nos dieron segundas oportunidades.

Después que termine la escuela de caza me fui a Reynold, y en 1982 ascendí a Teniente, donde luego me tocó malvinas, que fue una gran experiencia.


EM: ¿Qué sensaciones y pensamientos te embargan al pensar en la guerra?

DG: La guerra es espantosa; es muerte, tristeza, pensá que ni siquiera  tenés tiempo para hacer el duelo. Dicen que la guerra es básicamente la extensión de la política por otros medios.

Cuando un país va a la guerra y manda a los jóvenes soldados es cuando manifiestan la tremenda inutilidad e imbecilidad que solo los políticos pueden manifestar. Quienes fracasaron en realidad son los políticos, son los responsables de que no se logre la paz antes por otros medios.

Nunca vi un político morir, ni a un diputado o senador ir a la guerra, al contrario. No hacen el menor esfuerzo. Es más, en esta crisis sanitaria, en esta pandemia, no quieren bajarse los sueldos, ¡imagínense ir a la guerra!

Entonces cuando volvés lo único que esperas –y lo digo en términos generales-, es un poco de empatía, porque hay muchísimas madres que entregaron a sus hijos, que los perdieron, esposas que perdieron a sus maridos y muchísimos hijos que perdieron a sus padres. Posterior a la guerra hubo muchísimos suicidios, no te queda nada de lo que fuiste antes, ya nada es normal. 

EM: ¿Al volver sentiste que hubo un reconocimiento por parte de la sociedad?

DG: ¿Qué reconocimiento nos dieron?, ninguno. ¿Cómo nos recibió la sociedad?, no nos recibió nadie.

No hubo recibimiento. Literalmente entramos por la parte de atrás y todo se acabó, nada más.

Imagínate ese soldadito de Chaco que vino a pelear contento por su país o lo llamaron a pelear, esa madre que perdió a su hijo y que nunca más lo vio. Hace 40 años simplemente nos metieron por la puerta de atrás.

Vos le preguntas a un soldado que estuvo  y te va a decir que fue a defender a su patria. ¿Qué a los 18 años no tenía capacidad, ni estaban preparados?, probablemente. Pero al país lo defendés de millones de formas a la edad que sea.

Pensar que ahora a un joven médico que le tocó pelear contra un enemigo invisible y del que se sabía tan poco, hoy lo escupen y hasta lo echan de su edificio.

Comparativamente lo que les está pasando es lo que pasó hace 40 años, evidentemente hay un problema en la sociedad que escapa a la guerra.

No somos una sociedad educada, no somos empáticos con el otro, somos una sociedad totalmente individualista. A mí me duele muchísimo ver este tipo de reacciones.

Hay una palabra que se llama vocación y un político no la tiene, tiene intereses de usufructuar, robar y pasarla bien. La sociedad no nos ayudó a suplir algunos problemas psicológicos. No hubo nada de parte de la sociedad y tampoco por parte del Estado, literalmente abandonaron a sus soldados.

EM: ¿Qué pensás que ahora se los reconozca como “Héroes de Malvinas”?

DG: La palabra héroe define a una persona que hace un acto mucho más allá de lo normal en pos y en favor de terceros, como un bombero o un policía, pero en la Argentina parece que eso solo aplica al jugador de fútbol que mete un par de goles y gana en dólares.

La guerra es siempre una situación traumática, de bueno no tiene nada, hay que evitarla.

Considero que fui e hice bien mi trabajo, pero no fue algo que me cambió la vida. Siempre dije que para mí, es importante que mi familia se sienta orgullosa y nada más. 

Nadie estaba preparado para morir, nadie lo quería. Toda mi vida me preparé para vivir y ser militar es ir todavía más allá, porque te obliga a pensar en cómo incrementar tus posibilidades de supervivencia.

Tengo 63 años, no soy ninguna criatura, normalmente nunca hablé de Malvinas, es más mi hijo se entera mucho más hoy por la radio y esas cosas de lo que yo contaba. Tenía una bronca grande por cómo se comportó mi sociedad en ese momento. Hoy por hoy agradezco que eso esté cambiando y exista un mayor reconocimiento.

Cuando los jóvenes preguntan sobre la guerra y que fue lo que realmente pasó, me llena el corazón. Es muy bueno que gente joven se interese y conozca que hubo un grupo de gente que entregó todo por la sociedad. Entregó a su familia y a sus cosas por nosotros, por ustedes y por la sociedad.

Actualmente hay una mayor difusión, no mayor reconocimiento pero si mayor interés. Hay relatos muy tristes de la guerra que por ahí la sociedad no tiene conocimiento, no sé si se valora más pero si se está reconociendo el trabajo.

Nosotros no declaramos la guerra, el pueblo nos mandó y luego el pueblo nos dió la espalda. Hoy sufre el país porque una bestia se robó todo pero se la agarran con el pueblo y no con los de arriba. 

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