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Julio Paz: “El folclore da la posibilidad de que todos se junten en pos de algo positivo”

El integrante del Dúo Coplanacu y vecino de Unquillo compartió su experiencia como artista en el actual contexto de virtualidad, donde conciertos vía streaming se volvieron la norma; “se pierde la gran sensibilidad y vinculación humana que existe con el público”, además destacó la gran virtud que tiene el folclore “de juntar a todos, hasta de distintas edades”.
  • Valentina Solis y Fabricio Marques, IENM; Marcos SoirefmanJoaquín Cortés Funes y Tomás Sgariglia, IMVA.

La actual situación pandémica vino a cambiar muchas reglas de juego; clases virtuales, carnets sanitarios para viajar, eventos deportivos sin público en las tribunas y por supuesto; conciertos y transmisiones vía streaming de cantantes y bandas musicales.

Si bien, la virtualidad trajo muchas ventajas a la industria musical como continuar con los conciertos vía Instagram o Tik Tok, el costo fue sacrificar otra parte vital del espectáculo; la interacción con el público y el calor humano que se trasmite en cada encuentro.

Por ese motivo, El Milenio se comunicó con el consagrado cantante Julio Paz, integrante del Dúo Coplanacu para que nos relate sobre los nuevos desafíos que significó para él trabajar en plena pandemia. Además, de relatarnos su opinión de los nuevos géneros musicales que atraen a los más jóvenes como el Trap y demás corrientes modernas.

El folclore en la época del streaming

«Para nosotros el público es algo sagrado. Cantar en vivo es el lugar donde vos estas viendo la cara, sintiendo la cercanía con todos tus sentidos, hasta te diría que con la piel, es un todo», destacó Julio Paz. FOTO gentileza a quién corresponda.

El Milenio (EM): ¡Hola Julio! ¿Cómo estás?

Julio Paz (JP): ¡De diez, más IVA! (Risas). Me siento bendecido porque estoy en un lugar casi en el campo, en mi casa con mis hijos, sanos y comiendo mucho.

EM: Para comenzar ¿Qué significa para el artista el público? ¿cambió el feedback o el recibimiento en el formato virtual ?

JP: Para nosotros el público es algo sagrado. Cantar en vivo es el lugar donde vos estas viendo la cara, sintiendo la cercanía con todos tus sentidos, hasta te diría que con la piel, es un todo.

Cuando vos estás cantando en vivo y decís una frase recibís la mirada de alguien del público. Te estoy hablando de uno de estos festivales en los que se está cincuenta metros. Es absolutamente distinto cantar para un público presente que desde un Zoom o un streaming que hagas en tu casa donde solo está el camarógrafo que mueve el pie y a lo mucho se siente la fricción del pie y que sirvió el agua del mate y lo estás viendo ahí al costado. Es absolutamente distinto, otra cosa.

Para mi (con la virtualidad) se pierde la gran sensibilidad y vinculación humana que existe con el público. Espero que no nos tengamos que acostumbrar a eso y que sea una pesadilla nomas y que en un momento digamos; «che mira esto que nos tocó vivir», creo que el hombre a logrado salir de trechos mas difíciles y creo que esto es una primera prueba de un drama global. 

«Se pierde la gran sensibilidad y vinculación humana que existe con el público» sostuvo el cantante.

EM: ¿Qué significa para el folclore el contacto con el público? ¿Qué es lo que significa que no se realicen los festivales tradicionales de folclore, lo que es juntarse, cantar, bailar, todo eso?

JP: Muchas cosas porque generalmente, en cada lugar que se hace un festival folclórico -más allá de Jesús María y Cosquín que son festivales grandes-, en cada lugar donde se hace un festival aparece la posibilidad de encontrarse con la idiosincrasia de cada pueblo.

Como pasa en todos los lugares, muchas veces los pueblos están divididos por grietas políticas y sociales; pero con el folclore, se da la posibilidad de que todos se junten en pos de algo positivo

El folclore tiene la virtud de juntar a todos inclusive hasta edades, porque va toda la familia, entonces es muy distinto, por ejemplo un festival de Trap o un festival de Rock que esta mas destinado, digamos a los jóvenes. En cambio el folclore los junta generacionalmente a todos.

Se da mucho en el norte por ejemplo: hay lugares como Catamarca, Santiago del Estero en donde los chicos de entre 15 años y 25 años son los que mas están en los festivales de folclore; hacen pogo con una chacarera, eso resulta increíble cuando uno lo cuenta, pero se divierten muchísimo porque es una música casi cotidiana, se escucha todo el día.

Para ir resumiendo; es muy importante en la parte social un festival, por eso es que muchas veces los políticos picaros usan los festivales para hacer política y ahí medio que me jode, pero bueno esa es la importancia que tiene socialmente este tipo de eventos.

EM: ¿Cómo afectó la pandemia a nivel artístico?

JP: Bueno a nivel artístico el arte está, con pandemia o sin pandemia uno lo tiene, lo ejerce y lo siente, lo que pasa es que manifestarte artísticamente creo que nos ha afectado muchísimo.

Personalmente me cuesta mucho agarrar una guitarra, un bombo y ponerme a cantar porque la parte artística la tengo adentro y creo que por ser grande no me afecta tanto.

Muchas veces no me da ganas porque siento que estoy como atrapado, limitado o encarcelado y el arte no puede estar ni encarcelado ni limitado. Estamos hablando de algo que pasó muchas veces con la censura y la represión en el pasado, porque a veces con el folclore, se dicen cosas que algunos no les gusta pero al fin de cuentas, es el reflejo del sentir de la gente.

Te diría que esta (por la pandemia) es una forma nueva de estar limitado y no me gusta, me afecta y veo como afecta a todos y ni decirte en la parte laboral; los músicos también comemos, también nos gusta ponernos una ropita nueva y también nos gusta salir como todos.

Hay mucha gente, como en otros rubros, que la están pasando muy mal, yo soy un bendecido que puedo estar diciendo que estoy bien, no la estoy pasando muuuy bien pero estoy bien.

EM: ¿Cómo fue celebrar 35 años de trayectoria y encima que se dé en plena pandemia?

JP: Abrimos un vinito con Roberto (Cantos) y dijimos; «Feliz aniversario cumpa» y nos dimos un abrazo enorme. (Risas)

El festejo verdadero quedó pendiente, pero como se sea, lo vamos a festejar en algún momento. ¡Aunque pasen tres años!

No queremos hacer un festejo virtual. No lo vamos a hacer porque no da para dejar, digamos, virtualmente lo nuestro. Con Roberto hemos tenido una militancia, por decirlo de la forma, en lo que es cantar para las personas.

En algunos festivales no nos querían contratar porque pedíamos que la gente esté cerca, que no haya esas plateas VIP que son para el intendente, la señora del intendente que no les interesa un carajo el folclore, ni la música y la lleva medio de prepo. La gente nuestra es la gente popular, la que está lejos bailando y mandando saludos y pidiendo más temas a gritos. Entonces no, no podemos festejar nosotros por alguna plataforma virtual. Preferimos dejarlo ahí y que en algún momento lo podamos festejar como corresponde.

EM: Ahora que este último tiempo hubo menos restricciones, ¿tuvieron la posibilidad de participar en algún evento?

JP: No, lo íbamos a hacer ahora este mes pero se cayó todo de nuevo. Está grave la situación y no nos parece hacerlo en un lugar cerrado. Sería poner en riesgo muchas cosas, ¿no?

Entonces preferimos tener paciencia y ver como sigue todo esto. Pensamos que vamos a tener que esperar un poquito y cuando se acomode un poco todo veremos como cómo salimos a cantar.

Hicimos un par de streaming y no, no nos gustó nada, no es para nosotros.

EM: ¿Cómo analizas el contexto actual para los que quieren iniciarse en la música? ¿Crees que es posible aprovechar que la gente tiene más tiempo para relajarse y quedarse en sus casas?

JP: Creo que el momento actual para iniciarse en la música tiene muchas aristas; una es que el estar solo y relajado es para privilegiados, creo que hay tiempo para lograr hacer música pero es un pésimo momento para difundir tu trabajo, poder cantar y hacer shows. 

Mi hijo por ejemplo, es cantante de Trap y la verdad que le resulta pesado, no hay lugares, compone algo y luego lo cuelga en las redes y en tres días se acabó todo.

Creo que no es buen momento con todo lo que está sucediendo. De todas formas yo creo que los jóvenes nos sorprenden muchas veces, tengo mucha confianza en ustedes, porque la gente grande viene cometiendo muchos errores y fracasando , pero ustedes deberán corregir muchas macanas nuestras, entre estas cosas deberán aprender a convivir con el arte de otra forma. 

EM¿ Cómo cambió este año tu lado artístico como pintor? ¿Pudiste dedicar más tiempo a esta actividad?

JP: ¡Este año no agarré ni un lápiz! El otro día mi compañero (Roberto Cantos) también me preguntó si no había pintado nada y le respondí que no. Me distraje con otras cosas.

Pintar y cantar son sagrados, me gusta tanto pintar como cantar solo que una es pública y la otra no. He hecho alguna muestra pequeña o muestras colectivas pero es más personal, me resulta un canal de expresión y satisfacción. Te lleva por canales de emoción y la situación me afectó que no quise pintar. 

EM: ¿Ahora, teniendo en cuenta que al no tener shows y no tener que disponer mucho tiempo para las obligaciones, en qué actividades te gusta aprovechar esos espacios?

JP: La pandemia me permitió recibirme de panadero, cocinero. En casa hemos aprendido todos a cocinar. Mi mujer es chef así que nos ayuda a hacer comidas. Luego hacer arreglos de la casa, mantener la huerta y arreglar nuestra casa de verano donde hemos pasado toda la temporada anterior.

Si puedo decir algo lindo y positivo es haber pasado mucho tiempo con mis hijos, Jano, Julia y Camilo. Mi vida anteriormente era salir los jueves y volver el lunes. Esto(estar en casa), me permitió ejercer la paciencia, la solidaridad, el cariño en la familia. 

EM: ¿Cómo te llevas con el mundo del Trap?

JP: Yo me he criado en otro paisaje, con otro nivel de poesía. La música ocupaba otro tipo de espacio. Si no lo hubiera tenido a mi hijo que me metió el trap a martillazos por la cabeza, jamás lo hubiese escuchado.

Debo reconocer que es un género de los jóvenes y la poesía que tiene o el mensaje es un lenguaje que le toca asumir a ellos. Yo no voy a pretender que canten una zamba de Manuel J. Castilla, muchos de los chicos que vienen del trap salieron de ámbitos de la vida muy duros, para mi surge como una poesía de rebelión.

Las letras son duras y potentes porque dejan ver lo que se está viviendo en la juventud y no hace falta venir de una villa para cantar este género. Surge de la situación social, no conseguir manifestarse, la pérdida de la individualidad, no poder ser reconocido. El ser humano necesita ser reconocido y visualizado. Hoy pones un tema de trap y aparecen diez millones de posibilidades.

No encuentro manera de vincularlo con lo que yo canto, son formas distintas, ni malas ni buenas. El trap le canta a la sociedad las cosas duras de la vida. 

EM: ¿Cómo separar lo artístico de lo profesional y lograr disfrutar lo que uno hace?

JP: Eso pasa cuando amas lo que haces y entiendes que se puede separar las cosas. Para eso existe un manager, un representante para que no te tengas que estar vinculado directamente con la parte funcional (contrataciones, guita, etc.). Que no tengas que ir y hablar con un organizador que son unas águilas o halcones y decirles “contrátame a mí porque soy genial”, ¡quedaría fierísimo! (Risas).

Tiene que ir una persona que se dedica a eso y sabe cómo hacerlo. Nosotros lógicamente no estamos separados de todo eso pero te diría que convivimos con los festivales y con la parte práctica tratando de mantener el arte intacto.

EM: ¿Te acordás cuál fue el último concierto presencial?

JP: ¡Por supuesto que sí! Fue en Santiago del Estero, en un festival que se llama Festival de la Salamanca donde asistieron más de 16 mil personas, todas saltando con las chacareras y cantando, fue como una despedida. ¡Me da miedo que sea una despedida! (Risas).

En aquella oportunidad nos fuimos a tomar algo con los músicos y después nos fuimos a dormir agotados. Fue hora y media de ir cantar palo y palo con la gente al mango, terminas agotado sobre todo con un público tan intenso como es el de Santiago. Fue inolvidable.

En aquel momento nosotros calculábamos que, horrorosamente, podríamos estar cuatro o cinco meses sin trabajar y resultó que hoy está el doble de peor. Creo que está en manos de los chicos la solución de todo esto que no se dejan contaminar con esos pensamientos funestos de que la pandemia salió para exterminar a la gente y demás.

Pienso que la humanidad tiene resto para vivir el doble, en armonía, hay comida suficiente para todos si se administra, pero está en manos de los chicos lograr un cambio a futuro.

Decían que de la pandemia iban a salir cosas buenas, pero de la gente grande está saliendo lo peor por eso tengo mucha esperanza en los jóvenes. Tengo hijos chicos y de casi 21 años, tengo muchas esperanzas de que ustedes se preparen y vean cómo van a resolver este merengue que le estamos dejando.

Y finalmente les dejo un consejo, aunque les parezca hippie; hay que plantar árboles, donde se pueda ¡hay que hacerlo!

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