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Victoria Gauna: “Soñé mucho con representar a la Selección”

Victoria Gauna es una promesa del básquet argentino. A los 19 años, ya lleva varias medallas colgadas del cuello, pero lucha por seguir creciendo. Desde su Mendoza natal, continúa entrenando para cumplir sus sueños de jugar en el exterior e integrar el seleccionado mayor. En diálogo con El Milenio, repasó su trayectoria y reflexionó sobre el avance de las mujeres en el deporte.

La palabra amateur, de origen francés, proviene del latín “amator” que significa “el que ama”. Quien haya practicado algún arte, oficio o deporte no profesional o semiprofesional sabe acerca de la pasión que se necesita para trascender en dicha práctica. Un grupo selecto de héroes y heroínas, casi tocados por la varita mágica, pueden dar fe de lo que significa nacer en los pisos más astillados para treparse, con esfuerzo, a los pósteres de los campeones.

Victoria Gauna creció en una familia ligada al básquet y, aunque dio sus primeros pasos jugando al handball, desde temprano se inclinó por la naranja. “Empecé a los once o doce años en Andes Talleres Sport Club, probé y me encantó”, explica la deportista oriunda de Mendoza.

Gauna empezó jugando en Andes Talleres Sport Club (Mendoza) y el año pasado se cambió al Club Deportivo Berazategui (Buenos Aires). Foto gentileza FIBA.

Hoy, a sus 19 años, el “diario del lunes” demuestra que aquella decisión fue la correcta. Campeona nacional con su club, campeona argentina con la Selección de Mendoza y medalla de oro en los Juegos Sudamericanos de la Juventud Chile 2017 con la Selección Nacional, son sólo algunos de los logros que ha conquistado en su breve pero brillante trayectoria.

Sin embargo, “Vico”, como la llaman desde chica, demuestra no ser una persona conformista y sigue dando pasos hacia adelante, con firmeza. “El año pasado sentí que era necesario irme para crecer personalmente y tener más cerca los entrenamientos de la Selección”, explica al ser consultada por su salto al Club Deportivo Berazategui, en la Provincia de Buenos Aires.

Además de asegurar que el nivel es más alto con respecto al de su provincia natal, la motiva la gran competencia que encontró jugando en su nuevo club. “En Buenos Aires está lleno de equipos, hay muchas zonas y divisiones, lo que te permite cruzarte con muchas chicas y tener mayor roce. Por ejemplo, jugando en primera me enfrenté a jugadoras como Agostina Burani, que está en la Selección hace un montón de años, y ese tipo de rivales me hace mejorar”, afirma la joven.

Mudarse y adaptarse a un entorno completamente distinto suele ser un gran desafío, pero para Vico no representó mayores dificultades. “Al principio extrañé mucho a mi familia y me costó tener que hacer tantas cosas aparte de lo deportivo, pero justo se dio que un par de compañeras de la Selección se iban a Berazategui, así que se hizo mucho más llevadero, nunca lo sufrí”, reconoce la basquetbolista. “Me tuve que volver por la pandemia, si no, hubiese seguido todo el año en Berazategui”, concluye confirmando la experiencia positiva que significó el cambio de club.

En el equipo del Gran Buenos Aires también se dio el gusto de festejar. El cierre de la temporada 2019 la vio campeona de la Liga Nacional de Básquet junto a sus compañeras. Pero Vico no se deja llevar por los flashes del éxito y siempre recuerda lo que realmente le llena el alma. “Al jugar disfruto, me siento libre, me genera mucha satisfacción escuchar el sonido de la red cuando la pelota entra limpia, me da placer”, confiesa la joven promesa del deporte argentino, con el rostro iluminado.

La mendocina señala que puede jugar de pivot y de ala pivot, pero apunta a diversificar su juego porque quiere seguir mejorando para cumplir sus sueños de alcanzar la Selección mayor y de fichar para algún club extranjero. “Ahora me estoy entrenando para poder jugar de alera también. Cada posición tiene sus particularidades y quiero perfeccionarme para poder aportar más cosas a los clubes donde me toque estar. Cambiar de posición me abriría un montón de puertas en el exterior”, afirma.

Al consultarle sobre su manera de jugar, Victoria no duda en responder: “Me gusta penetrar, tirar, tengo buen físico, me siento versátil en ataque, aunque quiero entrenarme mejor para poder marcar a jugadoras más chicas que yo. Me falta velocidad y manejo de balón, no puedo jugar un pick and roll desde afuera, por ejemplo”.

A Vico se le inundan los ojos de pura pasión al hablar de básquet, brillo que se transforma en resplandor al mencionar al equipo nacional argentino. “Soñé mucho con representar a la selección. Cuando finalmente lo hice, el primer himno que me tocó cantar me emocionó totalmente. Estaba tan feliz que sentí que tenía que seguir esforzándome un montón para no quedarme sólo con esa primera vez”, recuerda emocionada.

“Antes de los partidos importantes trato que no me gane la ansiedad ni el nerviosismo, no tengo cábalas, pero sí rutinas que me ayudan. Me enfoco en las cosas que me hacen bien, tanto en el básquet como en la vida”.

El Milenio: ¿Qué jugadoras admirás y qué intentás imitar de ellas?

Victoria Gauna: Como jugadora referente tengo a Carolina Sánchez, que fue capitana de la Selección Argentina por diez años y con quien pude compartir equipo en Mendoza. Jugó en otros países, en un montón de ligas, la tuve como entrenadora y su juego me enseñó muchísimo, siempre intentaba imitarla cuando entrenábamos juntas.

EM: ¿Fue importante para vos tener referentes locales femeninas, al punto de haber compartido cancha con ellas?

VG: Sí, sobre todo porque no suelo mirar las ligas de Estados Unidos o Europa, solamente veo básquet de afuera si juega alguna de mis amigas. Sí le doy importancia a los mundiales y a ese tipo de torneos, pero para mí es muy valioso todo lo que tengo cerca. Otra referente que admiro muchísimo, aunque nuestros juegos son muy diferentes, es “Nacha” Pérez. También es de Mendoza y me inspiró mucho, porque se pudo recibir de nutricionista estando en la Selección y jugando en muchos lugares.


EM: En tu caso, ¿fuiste a Buenos Aires exclusivamente a jugar o estás estudiando también?

VG: Terminé la secundaria el año pasado y este año empecé el Ciclo Básico Común en la Universidad de Buenos Aires para estudiar la Tecnicatura en Anestesia. Me interesa un montón poder llevar el estudio a la par del básquet, porque la vida de deportista es bastante corta y a mí me gustaría poder formar una familia y tener otros aprendizajes que no tengan que ver con esta disciplina.

Me gusta la idea de estudiar algo mientras esté en Buenos Aires. Ahora tuve que dejar porque me volví a Mendoza, estoy trabajando para poder ayudar a mi familia en este momento difícil ya que no tengo ningún soporte económico de parte del básquet.

“El básquet femenino en Argentina está creciendo, aunque todavía faltan muchas cosas para que podamos vivir de este deporte. Los jugadores masculinos ganan el triple que nosotras, la igualdad no llegó todavía”.

EM: ¿Qué lugar ocupa el básquet femenino en el país?

VG: Pienso que el básquet femenino, puntualmente en Argentina, está creciendo, aunque todavía faltan un montón de cosas para llegar al profesionalismo o para que una jugadora pueda vivir del básquet, como le sucede a un hombre, porque la igualdad no está. En el básquet masculino ganan el triple que nosotras.

Son muy pocos los clubes que ponen plata en el básquet femenino, el año pasado éramos cinco equipos en la Liga Nacional. Quienes apoyan y quieren que crezca este deporte son siempre los mismos y no alcanza. Hay un montón de chicas que podrían jugar a un alto nivel, pero falta el espacio y no todas tienen la suerte de formar parte de uno de los equipos que compiten en la Liga. De todas formas, pienso que la situación está mejorando. Las ideas están, falta que se concreten.


EM: ¿Cómo ves este tema en los demás deportes argentinos?

VG: El panorama está cambiando, no sólo en el básquet. Las jugadoras de fútbol consiguieron cosas interesantes, también las de vóley y handball. Nosotras también vamos a ir alcanzando objetivos elementales (como una obra social), así como conseguimos una Liga Nacional Femenina.

Nos tienen que tener en cuenta porque nos esforzamos igual que los hombres, entrenamos lo mismo, salimos afuera a jugar, estudiamos, trabajamos. Nosotras pedimos igualdad. Se tiene que acabar ese pensamiento de que el hombre es superior y tiene mayores capacidades, todos y todas deberíamos recibir el mismo tratamiento y tener iguales oportunidades laborales.

Sobre todo, queremos dejar de vivir con el miedo a que nos hagan algo en cualquier momento. Pienso que todo está cambiando y que, en algún momento, la mujer lo va a conseguir. A medida que pase el tiempo vamos a ir empoderándonos más y vamos a alcanzar las conquistas que nos faltan, aunque todavía es necesario luchar un montón.

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