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El arte, una búsqueda permanente

A sus 79 años, el pintor Alberto Martínez Pueyrredón sigue contribuyendo al acervo cultural de Sierras Chicas a través de la creación y la docencia. Desde su atelier en Unquillo, repasa algunos aspectos claves de su carrera y reflexiona sobre el lugar del arte en la sociedad actual y, sobre todo, en las escuelas. “El objetivo final de la obra es enriquecer el alma”, afirma.

Colaboración:

  • José Ignacio Allub e Ignacio Gala.
  • Instituto Milenio Villa Allende.
  • Gonzalo Dacunte y Theo Güemes.
  • Instituto Educativo Nuevo Milenio. 

El arte atesora un valor simbólico imposible de cuantificar. El artista, para explotar su creatividad y perfeccionar sus técnicas, necesita dedicarle muchas horas. Esto a veces genera una profunda dicotomía en sociedades que giran en torno al utilitarismo. ¿Es el arte un trabajo? ¿Debe ser remunerada una práctica que se ocupa de generar belleza, de aportar sensibilidad estética a la humanidad?

Los modos de producción industriales parecen ir en un camino paralelo al de la elaboración artística, empujando a los autores a soñar con mecenazgos para darle vida a sus obras. “La pintura no da dinero, yo sé que vendiendo choripán haría mucha más plata, pero poder plasmar algo que aflora de tu interior de forma espontánea es invaluable”, dice Alberto Martínez Pueyrredón dejando clara su postura sobre el tema.

El arte nos interpela como seres humanos, nos conmueve, nos corre de lugar, nos impresiona. “No alcanza con los quehaceres mecánicos. El albañil, cuando levanta una pared, no hace arte, está repitiendo un accionar para hacer un muro. Las bellas artes buscan algo más que un bien utilitario como puede ser una pared, una silla o un cacharro. La función, la intención, el objetivo final de la obra es enriquecer el alma”, explica el pintor.

A sus 79 años, las manos y la mente del artista sierrachiquense no se detienen. “El arte va con la vida, es algo que no se termina nunca, y yo quiero seguir aprendiendo”, reflexionaba en una entrevista anterior con El Milenio y, hoy en día, se mantiene fiel a esas palabras.

Los estudios realizados con el maestro Enrique Mónaco y su paso por la Escuela Superior de Bellas Artes fueron el puntapié de una larga carrera. Foto gentileza.

El Milenio: ¿Quiénes fueron los que más lo apoyaron en su carrera artística?

Alberto Martínez Pueyrredón: Pienso en dos personas. Primero, en una señora del colegio secundario Deán Funes llamada Alicia que cuando tenía 14 años me dijo: “Usted debiera dedicarse a la pintura” y, sumamente generosa, me prestó una valija llena de óleos para que empezara a hacerlo.

La segunda persona fue Enrique Mónaco, un gran pintor muy allegado a Spilimbergo al cual recurrí y me admitió en su taller. Más que darme clases de pintura, él me dirigía en mis tareas. Ellos me ayudaron mucho, pero también tengo otros referentes que admiro como Carlos Victorica que, aunque no lo conozco personalmente, fui incorporando su maravillosa forma de trabajar.

EM: Más allá de estas personas que lo inspiraron, ¿cuál fue su principal motivación para ser artista?

AMP: Es un proceso complejo que empezó cuando era adolescente y me preguntaba a qué quería dedicar mi vida. Se pueden elegir muchas cosas y por distintas razones, podés ser bombero porque te gusta el uniforme, yo quería ser piloto, por ejemplo. Pero la vida no se dio por ese lado y me fui inclinando por el camino de la pintura, primero dibujando de manera natural y luego encausándome en distintos ámbitos. Empecé estudiando Arquitectura y me di cuenta que no cubría mis expectativas, porque mi vocación estaba en otro lado. Estas son algunas de las razones que me llevaron a indagar e inclinarme por la cuestión estética, aprender a expresarme y saborear lo apasionante que es esta actividad.

“A la formación artística nunca se la vio con buenos ojos y es un error, porque todo lo que aporte a la cultura general amplía el conocimiento. Desgraciadamente hay una carencia en este sentido y la hubo siempre”

EM: ¿Cuál fue el trabajo que más satisfacciones le dio en su carrera?

AMP: Tengo varias muestras que me han gustado mucho, pienso que el artista es el que más goza de su obra. Hay un trabajo que tiene más de 260 centímetros de largo, es grande, compuesto por tres módulos visualmente unidos. Se llama Quiero (el quiero del Truco) y es un hombre con el brazo levantado gritando “¡quiero!” en una pulpería con una serie de elementos muy lindos, muy gráficos. Es un recuerdo de la infancia y lo quiero mucho.

EM: ¿Hay algún movimiento artístico con el que se sienta más identificado?

AMP: A mí me gusta de todo y de lo que me agrada, voy absorbiendo cosas. Pienso que cuanto más uno ahonde, no sólo en el arte sino en la vida en general, más se puede perfeccionar. Lo que yo hago no sé si puedo etiquetarlo de alguna manera, bajo algún “ismo”, voy saltando de una cosa a la otra, indagando. Me siento en una búsqueda permanente, no tengo una adhesión en particular a determinada escuela, me gusta lo bueno y lo serio. Actualmente en el arte, en la pintura especialmente, hay mucho “macaneo” y con eso sí que no estoy de acuerdo.

EM: ¿Cuál sería la impronta propia de Martínez Pueyrredón?

AMP: No lo sé, honestamente no he descubierto una impronta específica en mi obra. Me gusta mucho el dibujo y simplemente me inclino porque la obra tenga equilibrio, orden, expresión y mucho movimiento. Confieso que soy un obsesivo con el tema del movimiento, lo que no quita que a veces componga algo más estático, pero siempre busco cierta vibración.


Su primera exposición la realizó en 1964 en el salón de Radio Nacional Córdoba y desde entonces ha participado en numerosas muestras individuales y colectivas. Fotos gentileza.

EM: ¿Qué tan importante piensa que es la asignatura de Artes Visuales o Plástica en los colegios?

AMP: Es muy importante y en las escuelas tenemos un problema, no actual, sino de siempre. A la formación artística nunca se la vio con buenos ojos y es un error, porque todo lo que aporte a la cultura general amplía el conocimiento. Desgraciadamente hay una ausencia en este sentido y la hubo siempre, debemos conocer sobre música, pintura, teatro, ópera y todas las ramas del arte para ampliar nuestra preparación cultural, que es sumamente importante.

EM: En su función docente, ¿observa que los estudiantes vienen con una preparación importante o muy básica?

AMP: Algunos sí y otros no. Mucha gente no tiene preparación y depende de cuestiones personales, no sólo de la escuela. Si un chico se dedica solamente a estar con el celular y no lee nada, entonces a la larga va a sentir una pobreza en ese sentido. Hay baches culturales muy fuertes y mejorar en ese aspecto creo que implicaría alcanzar mejorías en el arte también.

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