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Ansiedad, miedo y estrés en tiempos de pandemia

horizontal background woman in isolation at home for virus outbreak or hypochondria .

"La ansiedad, es una forma de responder ante algo que no conocemos", explica el psicólogo Diego Tachella. En medio de la incertidumbre mundial por el COVID-19, buscar respuestas urgentes no parece la mejor solución.

Investigación y Redacción:

Candelaria Martínez

6to Año, Instituto Milenio Villa Allende


La actual situación pandémica y el correspondiente periodo de aislamiento social obligatorio que muchas personas alrededor del mundo se vieron obligadas a implementar para evitar la propagación de la enfermedad COVID-19, ocasionó todo tipo de problemas y dudas con respecto al estilo de vida cotidiano y el futuro. Miedo a enfermarse, a perder el empleo, a cancelar todo tipo de planes como reuniones o viajes, acarrean una carga psicológica que como resultado, generan problemas de ansiedad, sueño y estrés.

Para indagar sobre estas dificultades, El Milenio se comunicó con el psicólogo y vecino de Mendiolaza, Diego Tachella (MP: 3257), con el objetivo de comprender la forma en que la gente se comporta dentro de los hogares y las problemáticas que esto conlleva.

El Milenio: Muchas personas confunden la ansiedad con el estrés, ¿Podrías explicar cuáles son sus diferencias?

Diego Tachella: Por lo general, la ansiedad está relacionada con una anticipación de algo que va a venir y esto nos genera una tensión. En cambio, el estrés tiene que ver con la preparación que tenemos para enfrentar estas situaciones. Si yo estoy sometido a presiones externas ambientales de la situación en la que me encuentro, ya sea laboral, escolar o incluso, una situación de catástrofe como inundaciones o de pandemia, siento cierto temor, ese es un estrés que podemos clasificar como adecuado. Cuando este estrés se queda permanente, puede generar un daño o malestar y se convierte en algo que ya es disfuncional.

Habitualmente, desarrollamos algún estilo de afrontamiento para las situaciones que nos generan estrés o ansiedad. Podemos poner como ejemplo que la ansiedad es algo más transitorio que desaparece cuando la situación se resuelve y que el estrés tiene que ver con situaciones más prolongadas y duraderas en el tiempo, en las cuales el organismo tiene que adaptarse. Para esto utilizamos las estrategias de afrontamiento. Algunos utilizan las estrategias más confrontativas, otros las evasivas y algunos simplemente se quedan callados.

EM: ¿Qué tipos de ansiedades existen?

DT: Hay una ansiedad funcional, saludable y adecuada acorde a la situación en la que nos encontramos. Si yo me estoy preparando para un examen, para un casamiento o se muere un familiar y tengo un duelo, es muy difícil que yo no tenga algún tipo de ansiedad frente a estas situaciones que son novedosas para mí y en las cuales yo quizás no me percibo con todos los recursos para enfrentarla porque me da cierto temor esta anticipación a un futuro. Es funcional y adecuada tenerla porque hace que yo me prepare para esa situación. Ahora, si esta ansiedad me paraliza, es una sensación desagradable, y demás, ahí si podemos hablar de una ansiedad disfuncional más que de una ansiedad negativa.

Incluso cuando esta ansiedad pasa ya a limites en los que la persona no los puede manejar por sí misma, se está hablando en los manuales de diagnósticos de psiquiatría y psicopatología, de trastornos de ansiedad. Es decir que frente a esta ansiedad la persona pierde la capacidad de regularse y de poder dar una respuesta adecuada a lo que está sucediendo, a causa de que la ansiedad lo ha superado.

La ansiedad puede ser funcional o disfuncional. Foto archivo.


EM: Por la situación en la que estamos viviendo, muchas personas sienten que están ansiosos constantemente y no saben por qué, ¿Es normal que durante la pandemia se vea más reflejada la ansiedad disfuncional?

DT: La ansiedad también es una forma de responder cuando nos encontramos ante algo que no conocemos, entonces esta situación de pandemia, que nos lleva a estar en aislamiento social y sobre todo encerrados en casa en la cuarentena, genera mucha incertidumbre porque no sabemos qué va a pasar, por lo que cada uno busca dar o encontrar respuestas en lo que puede. Por ejemplo, si alguien tiene una práctica religiosa o una fe, recurre a esto y sabe que confía en ella para buscar respuestas, se tranquiliza pensando que va a estar todo bien. Esto puede servir para tranquilizar la ansiedad pensando que todo se va a solucionar en algún momento.

De todas maneras, el que sabe manejar mejor su respuesta hacia esta ansiedad, irá encontrando proyectos diarios, actividades para hacer que lo mantendrán ocupado, porque también el trabajo y la escuela son organizadores del tiempo. Entonces, si yo me tengo que levantar para ir a clases, volver, comer y sé que a la tarde tengo otras actividades, tengo el tiempo más ordenado. Hoy que no tenemos estos ordenadores del tiempo, es más fácil desorganizarnos y por eso no saber cómo enfrentar esta ansiedad. Al no saber cómo enfrentarla puede que quede en nosotros sin poder de alguna forma descargarla o canalizarla

EM: ¿Cómo afecta a las personas el estar constantemente viendo noticias relacionadas al coronavirus? 

DT: Si vemos demasiadas noticias, que nos están diciendo todo el tiempo la cantidad de muertos, lo terrible que esta, lo sin salida que es la situación, lo que va a pasar con la economía, etcétera, es normal que se presente una ansiedad acorde con lo que está sucediendo en este momento. Si esa ansiedad ya me supera y no puedo parar de pensar en lo que se viene, en lo mal que está la cosa y en lo mal que va a estar, esa ansiedad me va a terminar generando un malestar que puede requerir atención de un profesional.

«La ansiedad es una forma de responder cuando nos encontramos ante algo que no conocemos, ante la incertidumbre de la pandemia y sobre todo al encierro en casa, se genera incertidumbre porque no sabemos qué va a pasar»

, asegura el psicólogo Tachella.

EM: ¿Cómo podemos regular nuestra ansiedad?

DT: Una forma de aprender a regular esto es desconectando de los mensajes externos, ya sea noticieros o personas, para no sobrecargarnos con este panorama catastrófico que se viene. Otra forma es ordenarnos en el día, hacer actividad física para descargar energía, mantener relaciones con amigos online, para también poder contar como estamos y hablar de lo que nos pasa.

Por ejemplo los padres, en algún momento de la semana vamos a salir de la casa para hacer compras y a buscar cosas que nos hagan falta, en ese ir y venir, los adultos tenemos más tranquilidad de lo que hacemos y de que estamos tomando las precauciones necesarias, pero a veces al salir de casa, las personas que se quedan, que son muchas veces niño, se quedan esperando a que el adulto que salió vuelva y a veces esto les puede generar cierto temor. Entonces, está bueno ayudar a que ellos tampoco se carguen de ansiedad porque este nivel de ansiedad permanente, a lo largo del tiempo, va a terminar generando una situación de estrés prolongado que puede causar severas consecuencias para la salud general de las personas.

Por estas razones, es necesario hablar con los chicos, decirles que estamos tomando todas las medidas, que los chicos sepan que nos estamos cuidando y que los estamos cuidando, y que como adultos que salimos y volvemos también nos estamos cuidando. Entonces que ellos sepan que si vamos y venimos y tomamos todas las precauciones, el riesgo es mínimo. Así van a reducir el nivel de ansiedad que le va a ir generando estas salidas o estas situaciones

EM: ¿Es normal sentir miedo al contagio de la COVID-19? ¿Hasta qué punto es sano y hasta qué punto es perjudicial para la salud?

DT: Si, es normal tener miedo, además es adecuado porque estamos frente a una situación que requiere cierta alerta para cuidarnos a nosotros. Si yo dejo ese miedo de lado, voy a salir y me voy a arriesgar más de lo necesario en algunas situaciones y me arriesgo a un contagio.

Lo que no hay que dejar es que se convierta en un miedo paralizante, es decir, no dejar que llegue a un deterioro, a un malestar tan permanente que no me deje dormir ni continuar normalmente con mi vida, ni tener relaciones con mis personas allegadas, y sentirme permanentemente en una sensación de malestar. Es decir, que este miedo se vuelve disfuncional cuando ya empieza a tener más desventajas que beneficios para cada uno de nosotros.

La situación de aislamiento puede afectar al sueño de múltiples formas. Foto archivo.


EM: La cuarentena afecto mucho a los horarios de sueño de las personas, ¿Por qué se puede dar esta situación?

DT: Lo que ha pasado es que al perder la referencia temporal de los días organizados con el trabajo o escuela como organizadores de tiempo, empezamos a corrernos en los horarios, y al no tener la presión de levantarnos a una hora para hacer un montón de cosas y de volver a casa, podemos ir modificando esos horarios. Además, la ansiedad lleva a veces a que se produzca la dificultad de conciliar el sueño o de mantenerlo mientras dormimos.

Cuando soñamos, los contenidos del sueño, no solo la función de descanso, a veces tienen que ver con que estamos procesando situaciones que nos están afectando y por ahí los contenidos como las pesadillas tienen que ver con formas de procesar esta experiencia que estamos teniendo, y esa pesadilla nos despierte y el temor y la ansiedad hacen que sea más difícil dormir. Si estoy nervioso o tenso por alguna situación en particular que me va a pasar mañana, me va a costar conciliar el sueño y más en esta situación de pandemia donde todo el tiempo hay situaciones amenazantes.

Incluso hay mucha gente que por el hecho de llegar a la noche y pasársela viendo un maratón de series, se pasan de vueltas y al otro día les cuesta levantarse, y como ya no tiene una obligación de horarios se levantan más tarde, comen más tarde..  Así terminamos viviendo como en un tiempo sin los referentes temporales y eso lleva a que nos desorganicemos un poco, lo cual no es en sí malo sino que esta bueno pensar que en algún momento esto se termina y hay que volver a la vida y volver a organizarse.

Son como muchos los factores novedosos y que nos llevan a un gran desgaste de energía no solo física sino también emocional, y quizá esto también pueda influir en algunas personas dándole hipersomnia y a otras insomnio.

EM: ¿Cómo influye la tecnología en nuestro patrón de sueño?

DT: Hay que tener en cuenta que nosotros hemos perdido ciertos hábitos para irnos a dormir desde la irrupción en nuestras vidas de los teléfonos celulares, de los televisores, de Netflix, etc. Y encima las redes sociales también tienen una cosa muy adictiva que hacen que sigamos viendo y participando y demás, eso también hace que nos activemos.

EM: Este cambio de horarios del sueño y demás, ¿tiene algún efecto dentro de lo que es el estado de ánimo de las personas?

DT: Si, si alguien durmió poco o mal, se despierta de mal humor y afecta a su estado de ánimo, y ese estado de ánimo en una situación de aislamiento en un hogar donde son cuatro o cinco personas que están en contacto permanente entre todos ellos, lleva a mayor irritación, frustración e irritabilidad, lo cual también aumenta el nivel de estrés dentro de la casa, las ansiedades y todo esto hace que tengamos mayores dificultades para el sueño, entonces alguien que duerme poco o que duerme mal, es probable que este con otro humor o con otra energía al levantarse, y si esto se prolonga en el tiempo puede afectar ya de manera más permanente el estado de animo de la persona.

EM: ¿Es normal sentir que mientras más tarde te levantas, menos ganas tienes de hacer cosas o actividades?

DT: Eso tiene que ver con que estamos acostumbrados a un ritmo en el cual el día y la noche para nosotros también tienen un sentido. Somos fotosensibles, es decir hay momentos en que la luz del día nos hace falta, por eso a veces en los países que no hay sol por mucho tiempo, hay más casos de trastornos afectivos ocasionales con estados depresivos.

El no estar en contacto con la luz del sol hace que procesemos ciertas vitaminas de otra forma y que tengamos menos energía. También, que si este estado de levantarme tarde y de pensar que ya paso el día, hace que de alguna forma u otra sienta que el día está perdido, que tiene que ver también con una presión de producir, de hacer y de generar cosas todos los días, que a veces necesitamos darnos permiso para que por un tiempo podamos estar así siempre y cuando después lo podamos revertir.

EM: ¿Qué recomendaciones o consejos podrías dar para contraer el sueño en un horario prudente?

DT: Lo primero para contraer el sueño en un horario prudente, es determinar qué es un horario prudente. Si habitualmente nos dormíamos a las once de la noche porque nos despertábamos a las seis o siete de la mañana, si no nos vamos a levantar tan temprano, podemos extender los horarios para que no se convierta en una exigencia de cumplir el horario para dormir.


Recomendaciones para mejorar nuestro sueño:

  • No acostarse en seguida después de comer
  • Comer con tranquilidad
  • Apagar la tele
  • No pensar en las noticias
  • No estar conectado con el celular
  • Despejar los espacios para dormir, que sean solo para dormir
  • Establecer un horario máximo
  • Hacer actividad física
  • Comer bien

En síntesis, son las mismas consideraciones para tener una vida normal. Hay que tener en cuenta que necesitamos ser más flexibles. Si tengo alguna idea en el momento de dormir, lo que tenemos que hacer es anotarla y analizar si eso que estamos pensando podemos hacerlo en ese momento o no, por ejemplo a las dos de la mañana se me ocurre cortar el pasto, tendría que ponerme a pensar si puedo o no hacerlo en ese momento. Si no puedo, lo anoto y anoto también cuando lo voy a hacer, es decir mañana a tal hora, y de esta manera se forma una agenda y una organización que te permite acordarte de todo lo que tienes que hacer.

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