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Un proyecto de triple impacto

Un grupo de profesionales y vecinos se reunió para poner en marcha un modelo productivo sustentable para el tratamiento de los residuos verdes. Así, con el apoyo del gobierno municipal, nació Proyecto Hormiga, una cooperativa cuyo trabajo produce un beneficio a nivel social, económico y ecológico.

Colaboración: Pablo Brueyne. Antonella Monguzzi y Candelaria Bailone (4to IENM). Felicitas Crerar y Candela Delgado (4to IMVA).


El problema de la basura es una constante en la región de Sierras Chicas. Durante los últimos años se han buscado diversas soluciones, como la promoción del compostaje domiciliario y la gestión de la poda a nivel local. En este último punto se basa Proyecto Hormiga, una cooperativa de Unquillo dedicada al tratamiento y reutilización de residuos verdes.

El plan comenzó hace cinco meses y hoy ya son diez las personas que llevan adelante esta tarea que busca tener un impacto positivo para la economía, la comunidad y el ecosistema, como explicó Facundo Monguzzi, estudiante de Agronomía y uno de los integrantes del proyecto.

Mi intención era tener una fuente de trabajo con mis colegas que, a futuro, nos garantizara un ingreso económico y también nos permitiera contribuir desde lo ambiental y lo social”, contó el joven. “Hoy somos una empresa social y uno de nuestros objetivos es mejorar la educación de la sociedad con respecto al tratamiento de la basura”, continuó.

En Sierras Chicas, las ciudades producen entre 10 y 20 camiones de poda por día. Esos residuos se acumulan en gran volumen y terminan ocasionando diversos problemas. Actualmente, Unquillo es la única ciudad de la región que cuenta con un sistema para la reutilización de estos materiales.

Nuestra meta hoy en día es tratar de disminuir la generación de basura y aprovechar un recurso que no ponemos en valor, pero del cual tampoco nos hacemos cargo. Una vez que está afuera de mi casa, listo, es problema de otro. Es importante ver todo lo que se puede hacer con eso y cuánta fuente de trabajo genera”, apuntó Monguzzi.

El proceso

Una de las mayores dificultades con las que se encontró la cooperativa a la hora de iniciar su labor, fue que los vecinos mezclaban ramas, hojas, pasto e incluso otros tipos de residuos no orgánicos a la hora de eliminar sus deshechos, lo cual generaba una demora importante en el trabajo. Para contrarrestar el inconveniente, se hizo énfasis en fomentar la división de residuos en la localidad.

Lo cierto es que, para el sistema de Proyecto Hormiga, es clave separar las ramas por un lado, y las hojas y el pasto por el otro. Las ramas son sometidas a un proceso de chipeado que las reduce al tamaño de una viruta gruesa. Ese material se seca, se zarandea y se envasa en bolsas biodegradables, constituyendo el llamado “chip ecológico”, que se utiliza como regenerador de suelos y regulador térmico, entre otros usos.


El chip es uno de los principales productos de Proyecto Hormiga y puede reemplazar al mantillo.


Para el pasto y las hojas se utiliza un sistema acelerado de origen japonés denominado “bocashi” (traducido, “materia orgánica fermentada”) o cocción al vapor. Se trata de un proceso de fermentación que acelera la degradación de la materia orgánica y produce un abono orgánico sólido de gran valor nutritivo que aporta microorganismos importantes para el suelo. “Es un método rápido, tarda entre 15 y 40 días, mientras el compostaje tradicional demora 6 meses”, añadió Monguzzi.

Los productos

Concluido el procedimiento, comienza la etapa de comercialización. Respecto a esto, Facundo dijo: “Todavía nos estamos adaptando, atravesando una etapa de evaluación y diagnóstico, viendo los gastos que nos demanda y demás. Pero de a poco vamos vendiendo el chip y el bocashi a lo largo del departamento Colón, para que se lo utilice como abono”.

Debido a sus características, los beneficios de estos productos son amplios: previenen la erosión del suelo, lo mantienen húmedo, alimentan y protegen a los microorganismos, reducen el crecimiento de malezas y actúan como reguladores térmicos. Por esta razón, desde la cooperativa buscan promover su expansión e inserción a nivel agrícola, industrial y doméstico.



La idea es sustituir el mantillo, que apunta a mejorar la estructura del suelo y aportar nutrientes a las plantas, pero cuya recolección implica dejar al monte sin la cobertura que lo protege de la erosión. Una vez que se limpia un terreno para juntar eso, no se renueva el ciclo y es perjudicial”, destacó Facundo.

La Municipalidad, un aliado clave

El apoyo estatal fue fundamental para la concreción de este proyecto, que propone un modelo de articulación público-privada. Los fondos económicos para poner en marcha la cooperativa fueron provistos por el municipio, como así también el asesoramiento y la posterior habilitación.

La Municipalidad puso los fondos y nosotros, la mano de obra. En conjunto, buscamos darle solución a una problemática permanente de Sierras Chicas”, señaló Facundo y aclaró que también hay empleados municipales que desempeñan funciones en el proceso productivo.

Aunque el avance es paulatino y por etapas, la propuesta de Proyecto Hormiga se plantea como una alternativa sólida para el tratamiento y gestión sustentable de los residuos de poda. A futuro, desde la cooperativa aspiran a extender esta opción a todo el corredor de Sierras Chicas, aunque reconocen que se trata de una iniciativa compleja, que lleva tiempo y que también requiere concientización por parte de los vecinos.

“Nuestra meta hoy en día es tratar de disminuir la generación de residuos y aprovechar un recurso que no estábamos poniendo en valor, pero del cual tampoco nos hacíamos cargo como sociedad”

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