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«Spilimbergo fue motivo de inspiración permanente en gran parte de mi obra»

Álvaro Izurieta presenta "Metamorfosis" en la Casa Museo Spilimbergo el próximo sábado 6 de julio.

Álvaro Izurieta presenta «Metamorfosis» en la Casa Museo Spilimbergo el próximo sábado 6 de julio.

En 1981 expuse por vez primera en nuestro Museo Spilimbergo, a poco de llegar a Unquillo, mi lugar en el mundo. Aquí he sentido el acompañamiento de muchos amigos que le dieron, con su afecto y críticas, sentido a mi aventura de hacer un mundo mejor. Foto Archivo: elmilenio.info

El maestro Álvaro Izurieta inaugura su muestra «Metamorfosis» en la Casa Museo Lino E. Spilimbergo de la ciudad de Unquillo. Sus obras estarán expuestas desde el 6 de julio, a partir de las 19.00 horas, hasta el 26 de agosto.

A continuación, El Milenio accedió a una entrevista exclusiva que Izurieta brindó previamente a la gran presentación en el importante espacio cultural de la Ciudad de los Artistas.

¿Cómo es el vínculo de Álvaro Izurieta con el Museo Spilimbergo?

En 1981 vine a Unquillo con mi familia, con Gladys y nuestros 4 hijos, el menor de apenas meses. Llegué aquí en busca de tranquilidad para pintar y para subsanar algunos problemas de salud. Unquillo fue el lugar ideal porque pude cumplir el sueño de dedicarme intensamente a la pintura y resolver los problemas de salud que me aquejaban.

Al llegar, yo ya conocía Unquillo, tenía amigos aquí. Lo primero que hice fue visitar el museo y ahí conocí a Indita Antokoletz, la directora en ese momento, que me recibió con mucha calidez. 

En una linda y larga conversación programamos actividades para el museo. Yo quería colaborar, quería estar presente, exponer y que además sea un centro de charlas con los vecinos para intercambiar ideas y ver distintas muestras. Eso duró muchos años con Indita y luego continuó con los siguientes directores. 

Nunca me alejé del museo Spilimbergo. En septiembre de 1981 fue la primera exposición y luego seguí exponiendo cada dos años aproximadamente.


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¿Spilimbergo fue uno de sus referentes?

Hacia 1981, con más de 30 años de edad, ya conocía la obra de Spilimbergo. Había estado viviendo en Buenos Aires y visitando muchos museos. Ya estaba en contacto con su obra, no solo de él sino de los pintores que estaban en auge en ese momento. Venía de una década de intenso trabajo y aprendizaje, hice muchísimos retratos incursionando en el estilo neoclásico. 

Spilimbergo fue motivo de inspiración permanente en gran parte de mi obra. Entre los artistas que trascendieron en nuestro país fue el único con un proyecto personalísimo, que consistía en ligar la experiencia de los clásicos renacentistas -Piero Della Francesca, Masaccio- con el arte moderno – el cubismo de Picasso, de André Lothe -. Esta simbiosis era una novedad, por eso Spilimbergo se transformó en un referente para tantos jóvenes.


En 2016, cuando asume la actual gestión municipal, Izurieta fue el primer artista en exponer, apoyando la continuidad de las actividades de la Casa Museo. En aquella ocasión la selección de obras reflejaba su trayectoria a modo de retrospectiva.


Las circunstancias indicaban que no había tiempo para hacer muestras, debido a muchas cosas a las que hubo que enfrentarse como prioridades más inmediatas. Entonces dije “voy poner una cuota de lirismo”… y propuse realizar aquella muestra.

Sucede que el arte no es tema de conversaciones cotidianas, no está en la primera línea. Ayudaría mucho a una recuperación de autoestima que necesitamos para que nuestro país crezca. 

El arte sacó de la barbarie a muchos pueblos. El caso más notable fue Holanda. Después de la invasión de España cuando dicen: bien ahora estamos solos ¿cómo empezamos a recuperar nuestro país? Y comenzaron por el arte. Fue tan importante el arte que eso trajo aparejado negocios importantísimos. Venían de todas partes de Europa a ver la pintura de Rembrandt, Fran Hals, Vermeer y muchísimos pintores. Incluso hubo comerciantes que detrás de su negocio tenían un atelier. Así aparecieron pintores que hoy son muy admirados. De la mano del arte Holanda llegó a ser el país más poderoso de esa época.

«Mi obra empieza a desconocerme», dijo Álvaro Izurieta. Foto Archivo: elmilenio.info

Hoy en Argentina lo más doloroso es que hemos perdido el orgullo del país. Lo estamos criticando todos, muchos se quieren ir. No queremos llevar adelante desafíos, estamos mirando para atrás. Es una cosa muy triste. Como dice Van Gogh, “en el arte o se avanza o se retrocede”.

Es un camino de crecimiento muy interesante para los pueblos. Se lo pone en un lugar secundario, pareciera que no es útil. ¡Y no se imaginan cuantos jóvenes salen de la tristeza y la soledad a través del arte! Yo lo he experimentado. Tenía cursos para chicos que se sentían los últimos seres del mundo y cuando comenzaron a lograr resultados – muchas veces admirables- no podían creer que eran capaces de lograr esas cosas.  El arte es un recurso extraordinario del hombre pero pareciera que estamos con la cabeza nublada y no alcanzamos a ver ciertas cosas que son tan evidentes.


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¿Cómo fueron tus inicios en el arte?

No siempre estuve encerrado en el taller de pintura como se cree. Trabajé en muchos oficios que me permitieron dedicarme al arte. Pinté carteles a 30 mts. de altura en edificios, con balancines. Mi primer trabajo fue cargando un balde de engrudo y pegando afiches. En el año 1967 trabajaba en una agencia de publicidad. Fue en ese entonces que me decidí por la pintura, me decidí a intentar ser un buen pintor. Entonces sentí que adentro mío había una fuerza que desconocía: había encontrado mi vocación. 

Comencé a dibujar permanentemente y fue el Dr. Carlos Stutz quien vio mis dibujos y me animó a dedicarme a esto. Él me ayudó me conseguir un departamento en Bs. As. para que pudiera ir a estudiar con el escultor Antonio Pujía. Un año estuve allí y volví a Córdoba por cuestiones de mi salud que era muy frágil en esa época. En  1971 comencé a pintar con Henry Arán en Río Ceballos. Luego fui a Santa Rosa de Calamuchita. 

Pasé mucha soledad en ese tiempo, hasta que conocí a mi compañera. Gladys fue quien me acompañó y me ayudó a seguir con esta lucha en mejores condiciones. Comencé a exponer en muchas galerías de Córdoba y en Buenos Aires. En 1979 inicié el Taller Victorica, en donde di clases a muchos jóvenes que hoy están activos en la pintura de Córdoba, a quienes creo les transmití mi pasión y mi fervor por el arte.

Lamentablemente luego comencé a tener problemas de salud bastante graves y los médicos me recomendaron salir de Córdoba por mi estrés. Entonces vine a Unquillo. 

Por aquellos años también comencé a viajar a Europa a ver la Gran Pintura, que me fue ganando el corazón. Yo iba a ver primero a Velázquez, Rembrandt, Goya y Tiziano. Con los años me fui acercando cada vez más a los pintores modernos del siglo XX. Tuve un gran entusiasmo por Monet, Picasso y Cézanne. Entonces mi pintura también fue evidenciando esa influencia de lo que me transmitía y me emocionaba la pintura moderna. Este hecho significó que comenzara a ver la pintura desde otro ángulo. 

«Intento sintetizar esta metamorfosis como liberación de la conciencia».

La Argentina ha sido muy conservadora en el arte. El arte moderno no entró con la fuerza con la que podría haberlo hecho, no fue como en otros países de Latinoamérica. Tanto es así que nuestra pintura no está en el mundo. Nos quedamos con una visión conservadora que para los jóvenes no ha sido muy buena. El mundo ha cambiado mucho, extremadamente. Se necesita otra manera de expresión. 

¿De qué trata esta “Metamorfosis” de la que habla el título de la exposición que inaugura el sábado 6 de julio?

Voy a mostrar una pintura que ha sufrido una metamorfosis muy grande ya que llegué a una etapa de mi vida en la que comencé a estudiar el arte moderno. Yo fui un pintor figurativo, soy retratista y lo fui gran parte de mi vida pero siempre me manejé con libertad. Nunca me propuse vivir de la pintura. Hacía lo que yo sentía. Cuando alguna vez quise buscar ese camino, volcarme al interés económico, mi pintura se estancó. Entonces tengo que seguir pintando lo que surge naturalmente de mí.

Algunos ya conocen esta “metamorfosis” por la muestra que expuse el año pasado en Córdoba y por las obras que llevé a Bs. As. Esta tendencia está en lo que sería una segunda etapa, donde ya no me repito, algunos cuadros me exigen la abstracción y en otros aparece la figuración. Mi obra comienza a suceder, más allá de lo que yo pueda planificar. En este momento por ejemplo, estoy entusiasmado y apurado por ir a seguir un cuadro que comencé hace dos días, donde hice una mancha rarísima y dije “de esto no puede salir nada”. Resulta que ahora han sucedido tantas cosas en esa mancha, que me tiene atrapado. 

Lo único que hago es observar y dejar que mi emoción me guíe y dicte hacia qué lugar tiene que ir esta energía y qué tono correspondería a este otro tono.  

La pintura en este momento se ha vuelto una experiencia fascinante y sin ningún tipo de prejuicio y prevención. Eso es lo que voy a mostrar. 

Dirán que no tiene estilo. A mí no me interesa el estilo. Picasso lo decía siempre y muchos pintores: el estilo no significa nada, en todo caso es la repetición. 

Estoy navegando por una zona desconocida que me estimula mucho y vaya a saber adónde me llevará. Esa es la actitud artística más honesta y sincera que yo he encontrado.

Izurieta junto a a la directora de la Casa Museo Spilimbergo, Ana Lía Schneider.

¿Cómo vive esta etapa en su desarrollo como artista?

Ya a la vejez, con 74 años, me siento muy bien y con mucha vitalidad. Al final, después de haber pintado tanto y haber seguido a la naturaleza y a la realidad, me he aventurado a liberarme de eso y a jugar con la esencia de la pintura. Jugar con el color, con la forma, con la composición. Esa libertad está tanto en la pintura figurativa como en la abstracta. La abstracción viene a liberar a la pintura de la representación. Entonces ya no estoy mirando un rostro para hacerlo parecido. Estoy pintando un rostro que surge de mi fantasía, de mis sueños.

Me encuentro muy entusiasmado en esta etapa. Me siento pleno. Mi pintura está llena de color, de movimiento. Pinto sin miedo. Es la mejor etapa para mí como pintor. Lo vengo diciendo hace dos o tres años. Además, es la mejor etapa de mi vida. Ya he cumplido conmigo mismo. Trabajé mucho, luché mucho. Ya cumplí. Todo lo que venga después es afianzar esa satisfacción del deber cumplido.


FICHA TÉCNICA

  • Muestra: METAMORFOSIS
  • Obras recientes del artista Álvaro Izurieta
  • APERTURA: Sábado 6 de julio de 2019 – 19 horas.
  • CIERRE: Domingo 25 de agosto
  • CASA MUSEO LINO E. SPILIMBERGO
  • Horario de visita: Viernes a domingos y feriados de 10 a 18 hs.
  • Receso Invernal: Jueves a domingos y feriados de 10 a 18 hs.
  • Av. Spilimbergo 740 – Tel.: 03543 489033 
  • casamuseospilimbergo@unquillo.gov.ar
  • Facebook/CasaMuseoSpilimbergo

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