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Cuando se quiere, se puede

Alumnos del Instituto Educativo Nuevo Milenio de Unquillo concretaron la construcción de dos viviendas en el marco del proyecto Techo.

ESPECIALES DEL PERIÓDICO DE LOS ESTUDIANTES


Periódico El Milenio y estudiantes de la materia Emprendimientos en Medios III se adentraron en una experiencia única con la ONG «TECHO».


  • Vídeo:
  • Sol Fornoni
  • Facundo Gelosa
  • Lorenzo Acosta
  • Alejo Zentena
  • Oreana Ruiz del Río
  • Texto:
  • Mabel Tula. 
  • Lucrecia López
  • Florencia Sánchez
  • Malena Petroli
  • periodico@elmilenio.info

[dropcap]A[/dropcap]lumnos del Instituto Educativo Nuevo Milenio de Unquillo comparten su experiencia en las jornadas llevadas a cabo en la construcción de viviendas para personas de bajo recursos.

En esta oportunidad, los estudiantes Malena Aliberti, Alejo Zentena, Clara Spinosa y la directora del nivel medio de la institución, Alejandra Gait, son las primeras voces:

El Milenio: ¿De qué se trata este proyecto?

Malena Aliberti.: Techo es una organización que no tiene fines de lucro, intenta ayudar a personas carenciadas, de barrios marginales, con diferentes actividades como juegotecas, apoyo escolar y alimentos. Una de las cosas en las que más participamos es en construir una vivienda de emergencia para familias que la necesitan, ya que viven en casas de lona o de madera; construimos una habitación que los ayuda a pasar el frío o diferentes circunstancias de la vida.

Alejandra Gait: El proyecto de Techo hace muchos años que lo llevamos adelante, implica una acción solidaria teniendo en cuenta la construcción de viviendas de emergencia. Es un largo proceso porque hay que juntar dinero para pagar esa vivienda, entonces esto lleva a que realicemos muchísimas actividades mancomunadas con los chicos para así poder juntar ese dinero: rifas, colectas, empanadas.

EL MILENIO: ¿Cuánto dinero necesitan para construir la casa? ¿Cómo lo consiguen?

Alejo Zentena: Para realizar el proyecto se hacen varias instancias, como la colecta: se comienza a juntar dinero en las calles céntricas de distintas ciudades, después se elaboran empanadas para vender junto con los demás colegios, y a veces se realizan algunas obras de teatro para juntar más dinero. Este año la institución juntó dinero para hacer dos casas.

El Milenio: ¿Cómo seleccionan las familias carenciadas?

Malena Aliberti: Las familias se seleccionan a través del proyecto de detección, un organizador de Techo va a la casa a hacerle una serie de preguntas a la familia, como si tienen algún integrante con alguna enfermedad o dificultad. Por ejemplo, en mi caso, construimos una casa para una nena que la iban a operar dentro de una semana, entonces necesitaban piso que no sea de tierra. También Techo realiza encuestas todos los sábados y va a los barrios pasando casa por casa para ver cuáles son las familias más necesitadas.

El Milenio: ¿Dónde y cuándo se levantó la última casa?

Clara Spinosa: La construcción se realizó del 3 al 5 de agosto en el barrio 12 de julio, detrás de San Isidro en Villa Allende. Nos juntamos el viernes en el colegio Alberdi y ahí nos dividimos.  

El Milenio: ¿Cómo se realiza la selección de alumnos para la construcción?

Malena Aliberti: La selección de alumnos es por mérito. Al pasar las diferentes actividades en el año los directivos se fijan quiénes se esforzaron más y quien puso más mérito, además, para que no sea una actividad muy complicada para los directivos, los mismos compañeros nos vamos eligiendo.

Alejandra Gait: La elección es muy particular, yo hace dos años aprendí con ellos que la mejor elección es la que pueden hacerse ellos mismos.

Por un lado, elegimos a los que se comprometen más, voy mirando junto a otros profes que participan, pero llegado el momento de construcción (donde quiere ir todo el mundo) yo les devuelvo la pelota: “Elíjanse ustedes a su criterio, el que más laburó”. No tengo ningún problema si eligen de manera exacta a la lista que yo hago, y esto es porque tienen bien incorporado este ideal de compromiso que tiene cada uno.

El Milenio: ¿Cómo se preparan para encarar el proyecto?

Alejo Zentena: Todos saben que pasamos tres días construyendo, y obviamente los colegios no tienen ducha entonces no nos podemos bañar. Son jornadas bastante cansadoras, más que todo por el frío, pero al final el frío y la tierra termina siendo lo de menos.

El Milenio: ¿Cómo fue la relación entre la familia y ustedes?

Clara Spinosa: En mi caso en particular, los hijos de las madres nos ayudaron en la construcción, y la madre nos hacía la comida, así que era muy lindo; convivimos esos días con las familias.

Alejandra Gait: Fue hermosa, primero porque las familias tienen todo el tiempo palabras de agradecimiento, pero a la vez te hace sentir protagonista de esta historia: te preparan la comida, te están brindando mate, quieren que les traigan agua; su agradecimiento no es sólo por la casa sino también por compartir con ellos.

Muchas veces nos ponemos a jugar con lo hijos, yo me pongo a charlar con los jefes de familia, qué hacen, a qué se dedican, de qué otra manera los podemos ayudar… se establecen otros vínculos que escapan a la construcción de la vivienda.

El Milenio: ¿Les resulto difícil llegar al objetivo? ¿Por qué? 

Alejandra Gait: No, porque tengo un equipazo; los chicos son espectaculares. El primer día cuesta mucho porque hay que laburar mucho; nos tocó mucho calor, pero no hubo uno que no trabajara. Fue fuerte cuando veíamos que se acaba el día y no llegábamos con los pozos, duplicaban fuerzas, y los varones las cubrían a las mujeres.

Creo que el objetivo lo tenían tan claro que, si había que quedarse otro día más porque no estaba alcanzado, y seguramente se hubieran quedado.

El Milenio: ¿Cómo se sintió la experiencia?

Malena Aliberti: La verdad que fue una experiencia muy hermosa, levantarte a las 6 de la mañana no te molestaba, te daba una sensación de “¡que hermoso levantarte y aprovechar así el día!”.

Llegabas a la casa y estabas con la familia escuchando todas sus experiencias y su forma de vivir; pasar todo un día sin ir al baño y ver cómo las personas no tienen cocina, una habitación y un piso es muy loco, te choca mucho, y nada fue tan hermoso como poder colaborar y generar consciencia de saber que con el más mínimo aporte estás ayudando muchísimo a alguien, ver la emoción de la familia cuando le entregás la casa, cómo lloran, cómo se abrazan, es increíble.

Alejandra Gait: Yo todos los años la siento como más fuerte, pero no por el objetivo de la casa, es por lo que yo veo cómo crecen mis chicos. Veo que ellos aprovechan esta instancia para salirse de la máscara de estudiante de todos los días y ser alguien muy distinto, que en el fondo tiene los mismos valores que el que participa en el recreo, pero al que vos lo ves desde otro lugar, y desde ese lugar es donde empiezan a reconocer ciertas cosas que en el cotidiano no las ven.

El Milenio: ¿Qué tuvo de peculiar el proyecto de este año?

Clara Spinosa: Lo peculiar del proyecto de este año es que todo nos salió bien, pudimos construir todas las casas, y pudimos tener una relación buena entre los tres colegios que estábamos juntos durmiendo. Con los profesores también y las familias fue una experiencia hermosa.

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