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Problemas en el mejor oficio del mundo

Denominado así en 1995 por el periodista y escritor colombiano Gabriel García Márquez, el periodismo actual enfrenta nuevos problemas como la falta de lectura por parte de los estudiantes de la profesión y el reverso de las comodidades que ofrecen las nuevas tecnologías.

Por Mirco Sartore


El periodismo, como oficio y profesión, ofrece oportunidades que muy pocos trabajos dan: poder conocer personas y lugares de una manera que, sin ser periodistas, no hubiésemos podido codearnos; nos permite “tocar” de cerca a nuestros ídolos de la infancia, juventud y adultez, asistir a momentos fundamentales de la Historia, viajar a lugares que creíamos perdidos en el tiempo (preguntarle sino a cronistas argentinos como Martín Caparrós, Leila Guerriero o Federico Bianchini) y combinar la faceta literaria y artística, que todo buen periodista tiene, con el trabajo de comunicar datos duros a la comunidad (ver el caso del estadounidense Gay Talese y su Honrarás a tu padre, el libro de no ficción que inspiró la serie Los Soprano). Sin embargo, hay un conjunto de problemas que afectan, al llamado por Gabriel García Márquez, el mejor oficio del mundo.

Uno de estos gafes es la falta de lectura de obras de ficción y no ficción en los estudiantes de periodismo. El propio García Márquez (periodista, reportero y cronista de ley, además de enorme escritor) llegó a afirmar que en sus tiempos de reportero, la lectura era una adicción laboral por parte de los periodistas. Martín Caparrós, escritor argentino, cronista de mundo y  autor de libros como La voluntad, El interior y La historia afirma al respecto en su nuevo libro titulado La crónica: “Me sorprenden personas que quieren ser periodistas y no leen: como un aprendiz de pianista que se jactara de no escuchar música. No se puede escribir sin haber leído demasiado; no se puede pensar —entender, organizar, hablar— sin haber leído demasiado”.

Otro de los gafes que conllevan los nuevos tiempos de nuestra profesión, son los que han traído el advenimiento de las nuevas tecnologías, el Internet y las redes sociales. Caparrós mismo afirma: “Si algo cambió, para bien y para mal este oficio, fue Internet. La red facilita tener al alcance de la mano gran cantidad de información. Pero, al mismo tiempo, la responsabilidad crece. El periodista tiene la obligación de revisar, cotejar, verificar y analizar toda esa data”.

Ana Mariani, periodista pampeana de gran trayectoria en medios como La Voz del Interior y autora, junto a Alejo Gómez Jacobo del libro sobre La Perla, afirmó en una entrevista para la revista universitaria El Cactus: “Creo que hay demasiada información y por eso mismo algunos temas de un día para otro se olvidan. No debería ocurrir. Hay periodistas que no levantan el culo del asiento, que viven sentados a la computadora. Yo creo que necesitamos salir, la tecnología no debe desconectarnos del ser humano.”

La opinión de un grande



Ryszard Kapuscinski fue uno de los periodistas más grandes del siglo XX. Polac, nacido en 1932 en el pueblo de Pinsk ( actual Bielorrusia), licenciado en Historia, poeta y, sobre todo, cronista de África y el Tercer Mundo durante el siglo pasado, es autor de uno de los libros más importantes para periodistas de todo el mundo:” Los cínicos no sirven para este oficio”. “Sobre el buen periodismo”. En ese escrito de menos de 150 páginas, advierte sobre el principal problema que pueden llegar a afrontar los periodistas con el paso de los años que es el de volverse cínicos, indiferentes a la situación del otro sobre el cual se quiere contar una historia. Aquí presentamos un extracto del libro publicado por Anagrama:

“Creo que para ejercer el periodismo, ante todo, hay que ser un buen hombre o una buena mujer; buenos seres humanos. Las malas personas no pueden ser buenos periodistas. Se puede intentar comprender a los demás, sus intenciones, su fe, sus intereses, sus dificultades, sus tragedias. Y convertirse, inmediatamente, desde un primer momento, en parte de su destino. Es una cualidad que en la psicología se denomina empatía. Mediante la empatía, se puede comprender el carácter del propio interlocutor y compartir la forma natural y sincera del destino y los problemas de los demás”

Perspectiva local

Laura Giubergia, periodista y vecina de Villa Allende, opina al respecto de los gajes y problemas de la profesión: “Ser periodista es hermoso, pero tiene sus costados poco glamorosos, sobre todo en tiempos modernos, cuando pueden vernos, cual  equilibristas, con un anotador, un celular y un grabador, mientras cubrimos algún evento. Perdiendo lapiceras, y escribiendo en chino apuntes que después ni nosotros podremos descifrar”.

“Ser periodista es saber que hay que atender el teléfono siempre, aún en los días de franco, aún después de haber terminado la jornada laboral, aún a gente que no nos cae del todo bien. Primero la información. Es saber que hay veces en las que los hechos que nos tocan cubrir trascienden la noticia que tenemos que escribir, y vamos a estar pendientes del asunto mucho tiempo más. Que no siempre vamos a poder mantener la recomendada ´distancia´, y más de una vez, se nos erizará la piel al escuchar o ver ciertas cosas”.

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